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Desde sus primeros patrones como prenda de trabajo a finales del XIX hasta la década de los 70, la ropa vaquera fue asimilada como un producto joven y símbolo de libertad. Estrellas de cine, diseñadores de moda, nuevos acabados y distintos estilos de confección, dieron alas a los jeans para saltar las barreras culturales e implantarse por todo el mundo. Una expansión que se vió favorecida por la aparición del videoclip y su adopción por el relato publicitario, en los primeros años de la década de 1980.



Entre todas las firmas y modelos de jeans el más popular es aún hoy el modelo 501 de Levi Strauss. La firma creadora de los vaqueros buscaba visibilidad para la marca y encontró en la televisión el canal perfecto para poner de moda su modelo más señero, el 501. Moda, televisión, videoclip, mercadotecnia..., se fraguaba la tormenta perfecta. En la búsqueda de un argumento provocador, la publicidad establecería un potente vínculo entre sexualidad y jeans, una idea que dio lugar a un buen puñado de anuncios y ayudó a hacer de los pantalones vaqueros el artículo de moda definitivo por varias generaciones. 

El primer anuncio de televisión en combinar estos elementos se emitió en 1985. En él, el cantante de quinceañeras Nick Kamen se quitaba los pantalones en una lavandería pública y esperaba a terminar la colada vestido sólo con ropa interior. Mientras se lavan sus pantalones y se describen un puñado de actitudes ante la indiferencia del chico, suena evocadora la música de Marvin Gaye y finalmente se impresiona "Levis, encogen para adaptarse". ¡Sólo podían ser unos 501!.


"Laundrette" (1985), "I Heard It Through The Grapevine" de Marvin Gaye.

Esta escena genial convirtió a Kamen en un sex symbol instantáneo y algunos años después, en el 2000, el spot quedó en cuarto lugar entre los 100 mejores comerciales de TV de todos los tiempos. Hoy día pocos recuerdan la carrera musical de Kamen, sino que el principal hito de su carrera bien puede haber sido protagonizar esta pieza. ¡Milagros del marketing!. 

La sexualidad de los jeans propagó su popularidad como una llama en agosto y Levi Struss Co. consiguió un vehículo magnífico para convencer a la juventud mundial de las virtudes del modelo 501. Otros fabricantes importantes como Lee o Wrangler, igualmente en pugna por abordar un mercado más amplio que el ámbito doméstico, también se beneficiaron de un ideal picante que se hizo extensivo a los jeans en general.
 


                           "Parting" (1987), "When A Man Loves A Woman" de Percy Slage.

Los anuncios del 501 proliferaron en adelante, a mayor gloria de la marca y para delicia de nostálgicos. El patrón es similar en muchos anuncios de aquella época: ambientación cincuentera, "vintage" que se dice ahora, magnífica música americana con toques revival (soul, blues, rock y alguna nota western) y un concierto de poses, miradas y actitudes de las que crease escuela el mítico Jimmy Dean. La atracción sexual flota en el ambiente, rápidamente nos hacemos una idea del contexto en que se manejan los protagonistas y cómo saltan chispas a sugerencia de la desnudez y los jeans de por medio.



"Refrigerator" (1988), "Mannish Boy" de Muddy Watters.


"Pick Up" (1989), "Be My Baby" de Las Ronettes.

La realización es ágil, la fotografía bellísima, el montaje perfecto, no hacen falta diálogos con una banda sonora que se ajusta a las imágenes como un guante, o como un 501 dicho sea de paso. La composición es bien elocuente a la hora de dejar claro el mensaje: ceñirse unos jeans es entrar en un territorio íntimo, respirar una libertad descarada o iniciar un camino de rebeldía.


"Bath" (1986), "Wondeful World" de Sam Cooke.


"Prison" (1990), con Brad Pitt. "20th Century Boy" de T-Rex.


"Biker" (1991), "The Joker" de Steve Miller Band.

En resumen, pequeñas obras maestras que cuentan una historia en apenas un minuto y quedan un regusto a oldie americano envejecido en gramola de vinilos. Exquisitas piezas que es irresistible volver a ver, para revivir las sensaciones que esperan al enfundarse en unos maravillosos 501.


                                                            "Creek" (1994). "Inside". 






Si hubiese que destacar una personalidad sobre las de su tiempo, un representante de la vida y la gente de la Frontera, esa persona sería sin lugar a dudas William Frederick Cody, eternamente conocido como Buffalo Bill, el rey de la Frontera. Así fue denominado en 1869 por un periódico neoyorkino y puede decirse que cumplió con el apelativo a rajatabla. El coronel Cody resume en su biografía casi un siglo de historia americana, siendo fiel ejemplo del empuje y la iniciativa de su sociedad y nación. 


Bill fue colono, correo, cazador, trampero, explorador, soldado, diplomático, indigenista, estrella del espectáculo, empresario y celebridad mundial. Viajó por medio mundo y alternó en cortes y palacios con las principales figuras del momento. Pocos de ellos habían visto tanto mundo ni estado en tantas salsas como él. Nadie como Buffalo Bill para resumir y aunar en su biografía la representación del ideal aventurero del Oeste americano, el amaño de la narrativa histórica de los Estados Unidos, la utilización del espectáculo como vehículo para la política o la defensa de las comunidades indígenas. Con William F. Cody el Oeste romántico pasó a ser patrimonio universal.






Estas son algunas de sus imágenes, el retrato del hombre imposible de desligar del personaje y sus poses decimonónicas. A Bill le gustaba la cámara, está claro, y supo poner de su lado el novedoso poder que las imágenes adquirían en su tiempo como soporte narrativo. Estas fotografías recorren su vida pero también nos presentan la forja de un sueño, el fin de una época y el nacimiento de un mito, el primero del gran show americano.


 
 

"Si un buen caballo no tenía tendencia a saltar un obstáculo o dejarse llevar, le dejaba elegir su propio camino". W.F. Cody



 
 

"El mejor de cuantos Sioux he conocido a lo largo de mi vida, en cualquier tiempo y lugar, fue el maravilloso y veterano combatiente Toro Sentado, cuya vida será escrita un día por algún historiador que realmente pueda hacerle justicia". W.F. Cody

     

 


"Solo ha sentido cuanto un hombre puede sentir quién vaga sobre las praderas del lejano Oeste, bien armado, y montado en un corcel veloz y galante".  W. F. Cody






  

"El Oeste de los viejos tiempos, con su carácter fuerte, sus severas batallas y sus inmensas extensiones solitarias, nunca se borrará de mi mente". W. F. Cody


  
 


Bien lo puso en boca de Del Gue, Sydney Pollack, en su despedida del inefable Jeremías Johnson. También lo supo Grizzly Adams, otra alma solitaria buscando empezar una nueva vida sin vecinos, y muchos otros, en lo que no es sino un secreto a voces repetido sin cesar en la historia de los hombres: la llamada de la montaña.

Las montañas son ese mundo aparte que clama por su conquista para redención de los hombres. Su pureza y rotunda presencia, alzándose sobre neveros y bosques, invocan a quien es capaz de leer en los pétreos labios de sus costuras, la propuesta de un nuevo y redentor comienzo. Un viaje con la promesa de olvidar los fuegos del mundo civilizado y un desafío al arrojo de aventureros, antisociales o fugitivos, optando por la introspección, el desamparo y las alimañas, frente a la jauría humana y cotidiana de poblados y ciudades. Aún hoy, el mensaje permanece audible para quienes no terminaron por desconectar los sentidos a la magnificencia de la naturaleza. 


" -¿No es maravilloso?. Yo les dije a mis padres que me venía a las montañas para vivir de la caza. ¡Casi les maté del disgusto!. Dijeron: 'Hijo, sigue viviendo aquí, aquí es donde viven las personas. La montaña es para las fieras y para los salvajes'. Yo les dije: 'Madre, las Montañas Rocosas son la médula de mundo' ...¡y vive Dios que tenía razón!."



He aquí el mundo encantador del Principio, el maravilloso país de las Montañas Rocosas anclado en el espinazo de las Américas, un reino natural y salvaje en el cénit de la Gran Divisoria, rompiendo aguas a dos oceános desde el corazón de Norteamérica. Sin embargo, pese a su majestuosidad y belleza, las Rocky Mountains no serían más que otro accidente geográfico sobre la piel de cascabel del Oeste sino fuese por tipos como Del Gue, Jeremías o Grizzly, por citar algunos, buscando su sitio ante la mirada amenazante de los indígenas, encarando las adversidades de la naturaleza, la soledad y las fieras, sin el consuelo de saber que hay para ellos un lugar en el valle al que poder regresar.  


" -...Aquí no hay leyes para los salvajes, ni manicomios para los locos, ni más iglesia que la naturaleza, ni más voz que la de los pájaros. 

Mi camino únicamente podrá detenerlo una bala o una flecha. Solo entonces dejaré mis huesos en esta tierra que me conquistó para siempre."


Montañas y montañeses, tramperos, pioneros, buscadores de oro, traficantes..., esa es la diferencia con otras cordilleras de más renombre, querido Del, no sus cumbres. Los Alpes y los Andes nos importan un carajo. Son el paisaje natural y humano del que tú formas parte, quienes han hecho posible que las Montañas Rocosas nos hayan conquistado como a ti, para siempre. Ese es tu legado, demonio, y el de tantos quienes buscaron en ellas nuevos horizontes de superación y desafío.


¡Cabalga con buen viento y cuida tu cabellera Del Gue, intrépido trampero!. Sobre las crestas de Colorado brilla el sol un día más para que álamos y arces renueven de color las faldas de las Rocosas. Ya es primavera en Colorado Springs.


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