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En las soledades de los estados más salvajes de Norteamérica, subsisten todavía hoy algunos hombres viviendo en contacto y desafiando a la naturaleza. La mayoría se gana la vida como tramperos, dedicándose a la caza para abastecerse de alimento y pieles que vender al final de la temporada. Otros son rancheros, alternando sus faenas con la ayuda a otros ganaderos de la zona, mientras que otros han optado por abandonar la vida en comunidad para habitar una propiedad en la montaña. Todos comparten el desafío ante el peligro y la adversidad, a las fuerzas de la naturaleza y a la precariedad de sus recursos. Son tipos sencillos pero duros, humildes por que saben de su pequeñez ante el medio que les rodea y al mismo tiempo orgullosos de su forma de vida. Son los montañeses, los últimos Mountain Men.

"EN LAS MONTAÑAS EL HOMBRE NO ESTÁ EN LO ALTO DE LA CADENA ALIMENTICIA. 
ALGUNAS IMÁGENES PUEDEN SER PERTURBADORAS. 
LOS ESPECTADORES ESTÁN AVISADOS".




Más allá de la ficción o el relato de la violencia, la aventura ha estado ausente de la televisión por largo tiempo. Bajo el formato de telerrealidad adoptado por muchas series documentales, la aventura ha vuelto a la pequeña pantalla para traernos la vivencia personal de cazadores y montañeros, inmersos en un entornos salvaje y hostil. La joya de todas estas producciones ha sido ofrecida en España por el Canal Mega de Atresmedia: la serie documental Mountain Men.

Mountain Men hace honor al mito de la última frontera con el retrato de algunos hombres que luchan y sobreviven en las montañas más remotas de Estados Unidos. Enfrentados a los rigores de la naturaleza y el aislamiento para ganarse la vida, su tenacidad y aventuras son conmovedoras. La producción cuenta con los méritos de una gran realización, una fotografía espectacular que se recrea en la exposición del ecosistema y una narración que alcanza notas épicas con el enunciado de datos y propósitos, imprescindible para implicarnos en los retos de los personajes. El bellísmo y evocador escenario de los bosques y cordilleras de América del Norte, el antagonista de sus vidas, es el verdadero protagonista de la serie.




Galería de Montañeros

Mountain Men es un retrato de frontera y un compendio de lecciones vitales en forma de docudrama. Un testimonio del presente que puede ayudarnos a entender cómo era la vida en el pasado y cómo se sobrevive aprovechando los recursos de la naturaleza, antes de que todo estuviera a golpe de click. Tal es el caso de Eustace Conway.

Eustace Conway compró a crédito una propiedad en las montañas Blue Ridge en Carolina del Norte, que él llama Isla Tortuga y donde se afana en vivir de lo que caza o cría, al tiempo que edifica un aserradero. Antiguo territorio cherokee y más tarde escenario de escaramuzas durante la Guerra Civil Americana, esta zona de los Apalaches no está demasiado alejada del mundo civilizado, pero ofrece bosques densos, pequeños valles y unos paisanos anclados en la tradición y la fe en su propio esfuerzo.

En lo profundo de las Blue Ridge, el montaraz Eustace abandona su imagen de pacífico hippie sesentero, para convertirse en un agraviado colono y defender rifle en mano su propiedad ante cazadores o leñadores furtivos, cuando no pelea contra la escasez y la amenaza del embargo vendiendo la madera de su finca. Siempre con la ayuda de su buen amigo, el inmutable y socarrón Preston Roberts.


A tres mil quinientos kilómetros al noroeste, en el valle del Yaak en Montana, un avejentado trampero y exvaquero de rodeo llamado Tom Oar reside junto a su esposa Nancy y su perra "Ellie". Esta pareja bien entrada en la sesentena debe hacer frente al invierno de siete meses de esta zona de las Montañas Rocosas, mientras sobrevive confeccionando artesanía y poniendo trampas para castores a lo largo del río, entre manadas de lobos y osos que deambulan por el territorio.

Con la estimable ayuda de algunos vecinos, a pie, en canoa o ranchera, Tom recorre distancias hercúleas cada día revisando sus trampas, acosado por los achaques de la edad y su maltrecha rodilla. La peripecia del entrañable y sabio Tom es su debate interior entre la pertenencia a la montaña, la escasez de capturas de cada temporada y la presión de sus hijos para que se traslade con ellos a la cálida Florida. Pero Tom Oar es un montañero, no será fácil que se de por vencido.


También en Montana, unas 400 millas al sur, el valle de Ruby es el hogar de pumas, manadas de lobos y caballos salvajes, y también del intrépido montañero Rich Lewis.

Ayudado por sus perros "Brandy", "Capone", "Turbo" y "Hadget", el duro de Rich se ocupa de proteger de las alimañas a las reses de los ganaderos locales, en particular espantando los pumas que se acercan demasiado a los poblados o dando caza a los lobos hambrientos que en el crudo invierno se internan en el valle.

Rich es un tipo peculiar, hirsuto, de barba recia y gorra marinera, que patrulla por las sierras en una vetusta camioneta de 1956 a la que llama "Wilbur" llevando a sus perros tras la pista de algún puma. El doblaje en España nos ha regalado para Rich una entrañable y personalísima voz ronca que otorga aún más autenticidad a sus andanzas:

"¡Adelante Turbo, cuidado Capone, en marcha, Wilbur!"




Pero si alguien se juega el tipo a diario ese es el trampero Marty Meierotto, quien cada poco deja a su mujer e hija en su casa de un pequeño poblado de Alaska, para partir a bordo de su pequeña avioneta Piper hacia las inmensidades nevadas de las Montañas Revelación. 

Tras mil y una zozobras sorteando vientos, montañas y lugares donde poder aterrizar, Marty debe recorrer centenares de kilómetros con su moto de nieve, poniendo y revisando trampas que le surtan de pieles de martas y linces, con las que mantener a su familia.

Siempre absolutamente solo, haciendo frente a contratiempos y averías de forma autónoma y con escasas opciones, Marty logra sobrevivir a los caprichos del entorno y los peligros propios a su cacería itinerante, ante la impávida y pétrea majestuosidad de las Montañas Revelación en Alaska.

"No estoy aquí por el paisaje -dice- ¡El paisaje es precioso, pero tengo que conseguir pieles!"


Algunos montañeros más pueblan el reality, aunque con historias menos desarrolladas. De entre ellos destacan Kyle Bell, un rastreador, cazador y ranchero, afincado en las latitudes semidesérticas del Valle del Cimarrón, en Nuevo México, de aspecto impactante, trenzas de mestizo y grueso mostacho, afanado por aleccionar a su hijo en las habilidades del rastreo; o Charley Tacker, un neófito que acude a la llamada de la montaña en los sombríos bosques de Maine, como Morgan Beasley lo hace en la Gran Cordillera de Alaska.



Esto es Mountain Men, la serie documental donde montañas y montañeses se nos muestran con todo su rigor y dramatismo: Como cuando Rich pierde a perra "Brandy", su mejor perra rastreadora de pumas, en el ataque de un puma al que desde entonces llamará "Tres Dedos" y al que perseguirá sin descanso por los collados del Valle de Ruby, en Montana; como cuando Kyle enseña a su hijo Ben de sólo 11 años cómo despellejar un bisonte, o como cuando otro día un caballo se le espanta en el corral y accidentalmente atraviesa su pata entre los hierros del cercado. O la intensidad de cualquiera de las angustiosos despegues y aterrizajes de Marty Meierotto en su frágil avioneta, buscando nuevos territorios de caza a través de las Montañas Revelación en Alaska.




No sería justo abordar esta magnífica serie sin mencionar y felicitarnos del brillante doblaje ofrecido por el Canal Mega en España. Desde la pomposa serenidad con que el narrador describe las escenas, a los actores que dan voz a cada uno de los personajes, interpretando las emociones y personalidad de cada montañero de forma magistral -en especial las de Rich, Marty y Tom-, el doblaje de la serie es totalmente acertado.

Mountain Men es una serie del Canal History Channel, estrenada en mayo de 2012. Hasta la fecha en España se han emitido 55 capítulos de 42 minutos, pertenecientes a las 5 primeras temporadas. La sexta temporada acaba de iniciar su emisión en EE.UU.. Un aliciente más para no perderla de vista.

http://www.history.com/shows/mountain-men





La década de los cincuenta no fue solo una época de bonanza económica, fulgurante pop art y eclosión de movimientos juveniles. Al tiempo que la televisión conquistaba los hogares y el estilo americano triunfaba en el mundo, en EE.UU. arreciaba la lucha por los derechos civiles, se imponía la caza de brujas y las listas negras y la Mafia expandía el negocio del crimen a la Costa Oeste. Las libertades públicas no vivían su mejor momento en una América que bien poco tenía que ver con la del hula-hoop, las burbujas de cola o el santoral de mitos mediáticos que se nos ha insistido en presentar.

Con ese marco ambiguo, entre los brillos del show business y las alcantarillas del sistema, una serie de televisión pretendió engrandecer la pantalla con retazos de selecto cinismo, cine negro de autor y Rock & Roll remasterizado de finales de los ochenta. El invento se llamaba "Private Eye", siendo emitida en Estados Unidos entre 1987 y 1988. En España tuvo el genérico nombre de "Detective Privado" y fue puesta en antena por 1990.

Ambientada en la ciudad de Los Angeles de 1956, la serie estuvo inspirada en un incidente real acaecido en 1959, un turbio escándalo en el mundo del espectáculo en el se contaron algunos fiambres. Con una duración de 120 minutos su episodio piloto fue "Private Eye", al que siguieron otros 11 de 60 minutos. La trama se centraba en las peripecias y casos de un ex policía de nombre Jack Cleary (Michael Woods) reconvertido a detective privado tras el asesinato de su hermano, y su ayudante, un joven rocker llamado Johnny Betts (Josh Brolin). Salvando las evidentes distancias, eran algo así como "Roberto Alcázar y Pedrín" entre cadillacs y gramolas, con el suntuoso escenario de Los Ángeles en los años cincuenta.

EL CREADOR
Un presupuesto récord en su día para una serie de televisión (18 millones de dólares) y un autor de reconocida fama, Anthony Yerkovich -"Canción triste de Hill Street", "Corrupción en Miami"-, son los avales con que fue presentada "Detective Privado", una nueva vuelta de tuerca al elegante espectáculo del crimen más el añadido de una década prodigiosa.





Anthony Yerkovich ya había escrito algún guión de género policíaco, cuyo mayor éxito fue llamar la atención de Steven Boccho y Michael Kozoll, quienes por entonces estrenaban su "Canción Triste de Hill Street". Incorporado a la serie terminó por especializarse en los especímenes más raros del grupo del Capitán Furillo. Tras unas 2.000 páginas como guionista, hastiado del proyecto, Yerkovich resolvió abandonar en la tercera temporada. 

Su próxima criatura trasladaría la acción de sus textos de las brumas metropolitanas a los tórridas latitudes de Florida"Corrupción en Miami". Aunque los laureles que cosecharía irían para Michael Mann, el productor, el mérito fue de Yerkovich, quien no aguantó más de una temporada en la sombra. Su contribución a la generación del videoclip había quedado ya, no obstante, para siempre inscrita en los anales de la Historia de la Televisión


El fenomenal impacto de "Miami Vice" le abrió las puertas de la cadena NBC, que llegó a poner 18 millones de dólares encima de la mesa, a su entera disposición. Sólo el programa piloto costó 6,5 millones, la mayor parte empleados en la recreación de Los Ángeles de los cincuenta y en los efectos especiales para las escenas de violencia, que lograron conseguir un realismo inédito para la pequeña pantalla de por entonces. 






La pretensión de Anthony Yerkovich era dar forma no tanto a una serie televisiva como a un filme semanal de una hora. "Detective Privado" quería ir más allá del retrato de personajes y casos, llevando a la ciudad de Los Ángeles y al Rock and Roll al primer plano de la narración, de manera tan elocuente como la propia gestualidad del héroe Jack Cleary, un ex policía sombrío en un universo de luces de neón. 

Yerkovich intentó crear algo "sofisticado y atmosférico", de ambiciones expresionistas y manifiesta subjetividad, al estilo del cine negro. "Nada expresado literalmente, sino a través de la imagen", apostilló sobre su propósito. Las miradas de los maestros impresionistas del cine no son ajenas al relato, como tampoco "Miami Vice", obviamente. Es la era del videoclip, imposible resistirse a patinar una y otra vez sobre las siluetas a contraluz, las barbas de tres días o el desfile de amanerados poses de magazine de moda. 


LOS PROTAGONISTAS
Dos personajes soportan el protagonismo en la serie: el ex policía Jack Cleary (Michael Woods), expulsado del cuerpo por falsos cargos, y un rockero de 19 añitos, Johnny Betts (Josh Brolín), al que encuentra paseando por Sunset Strip y al que apadrina moral y materialmente. Estos dos hombres, aún siendo muy diferentes, unirán sus esfuerzos para encontrar al asesino del hermano de Jack. Logrado su objetivo, la Policía le rehabilitará, pero entonces decidirá hacerse cargo de la empresa de detectives que regentaba su hermano e iniciar una nueva vida. Completando la pandilla estaban Charlie Fontana (Bill Sadler), ex compañero de Jack y su contacto en la Policía, más una secretaria llamada Dottie Dworski (Liza Jane Persky), con trazas de Betty Boop, masticadora empedernida de chicle y aspiraciones de estrella de cine.

Jack y Johnny formaban una extraña pareja, pero así lograban ofrecer dos visiones complementarias de un mismo hecho. El telón de fondo del Rock'n'Roll proporcionaba una dimensión mítica a las historias, aparte del celofán visual de Los Ángeles. Por su parte, los locales y shows aportaban actuaciones a una esmerada selección musical, creando atmósferas muy apropiadas para el desfile de personajes y tramas. Joe Jackson se encargó de la música, como ya lo hiciese magistralmente en "Corrupción en Miami". A lo largo de la serie suenan además innumerables clásicos del Rock and Roll, y también de Chris Isaak

La música del californiano tiene un papel destacado en la serie. El quinto episodio, titulado "Blue Hotel" (como su popular éxito), trata sobre un cantante de moda llamado Billy Ray. Las canciones que interpreta son las del propio Chris Isaak, lo que aporta un aire renovado a la música que podría escucharse en los cincuenta. También aparecen por la serie como extras los artistas Lee Rocker y Slim Jim (Stray Cats). 





LA SERIE
Por desgracia "Private Eye" no conoció el éxito. Aún gozando en un primer momento del favor de la prensa, los índices de audiencia de esta serie retro, expresionista y subjetiva, no acompañaron. La incomprensión de la audiencia forzó a la NBC a repensarse el proyecto. Se intentó vanamente que Yerkovich alegrara el lado "oscuro y siniestro" de la serie o que introdujera más humor y menos tragedia. Tampoco gustó que la acción y la atmósfera de la época disputaran el protagonismo a los personajes centrales. Pero la época estuvo ahí desde el principio, clamando por su lugar privilegiado ya desde los títulos de crédito. La época era la historia en sí, lo que la hacía diferente y sugestiva, por encima de malvados, sabuesos y pandilleros, aunque todo suma para que hoy como entonces reconozcamos su gusto y calidad.

Sin embargo la crítica fue inmisericorde, la serie cancelada y las veleidades artísticas de Yerkovich quedaron para fuera del prime time. Algún crítico señaló: "Private Eye debería haber funcionado pero duró cuatro meses. El público la odiaba. Sobre todo, el público odiaba a Michael Woods como Jack Cleary, tan rígido que podría haber sido un Chevy del '57 ''.






Para quienes la seguimos en su día, "Private Eye" ("Detective Privado"no dejará de ser un referente a la hora de fusionar buen cine negro y la época dorada del R&R en un sofisticado producto televisivo.


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