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Mientras Hernando de Soto se abría paso por las tierras de la Florida y el Sur de los actuales Estados Unidos, estaba muy lejos de imaginar que algún día su nombre sería asimilado a una maravilla del diseño y la mecánica. El viejo Mississippi sería su tumba, pero su nombre y efigie recorrerían las Américas, allá donde el Adelantado no pudo enarbolar sus blasones. 



Chrysler, descubridor de mercados 

Tal vez tan aventurero y osado como Hernando de Soto, Walter Percy Chrysler se propuso acaparar nuevos nichos de mercado para su negocio de fabricación de vehículos. Chrysler podía haber seguido fabricando sus vehículos sin embarcarse en ninguna otra aventura, pero en lugar de eso concibió una segunda marca con la que acceder a nuevos segmentos de clientela.


La fulgurante carrera de Walter P. Chrysler en el mundo del automóvil es digna de ser descubierta. Chrysler era hijo de un afamado ingeniero de la compañía de trenes Union Pacific en Kansas, y trabajó como tal en la American Locomotive Company. Por 1908, con 33 años, compró su primer coche, y desde entonces se interesó por conocer la mecánica de los automóviles y su proceso de fabricación. 


En tan solo cuatro años, Chrysler se demostró como una reputada personalidad en el sector, hasta el punto de ser contratado por la Buick Motor Company como jefe de producción en su planta de Flint en Michigan. Allí consiguió el logro de aumentar la capacidad de producción de 45 a 600 coches diarios, junto a otras proezas que le valieron para ser nombrado Presidente de Buick en 1916. Todos estos éxitos consecutivos impulsaron a Chrysler a independizarse y crear su propia marca el 6 de junio de 1925, comprando acciones de la Maxwell Motor Company hasta lograr ser el accionista mayoritario, posicionándose acto seguido como el tercer fabricante americano.


Quizás viese en el descubridor español un ejemplo a seguir o tal vez un reflejo de si mismo. De cualquier manera, ignorando la poca chance de su aventura, Chrysler eligió a Hernando de Soto para nombrar su gama media de automóviles. Curiosamente, ambos personajes tienen en común la ambición por experimentar y descubrir a lo largo de sus vidas, uno en el siglo XVI conquistando para España tierras en el nuevo mundo y otro en el siglo XX conquistando mercados y clientelas vírgenes hasta esa fecha. Con este elemento en común, un 4 de agosto de 1928 nacía la marca DeSoto. 


La compañía no fue presentada en sociedad hasta el año siguiente, con el modelo Premier Six” de 1929. Chrysler quería competir con su eterno rival General Motors en el segmento de la gama media. Sin embargo, poco después de la introducción en el mercado de la nueva marca, Chrysler se hizo con la Dodge Brothers, dando a la compañía dos marcas de precio medio. Si la transacción se hubiese completado antes, posiblemente DeSoto no habría rodado.


Las conquistas de DeSoto 

Inicialmente, la estrategia de dos marcas compitiendo por el mismo segmento de mercado fue relativamente exitosa, con los DeSoto algo más baratos que los modelos de Dodge. A pesar de la dura recesión de aquellos días, las ventas de DeSoto tuvieron una respetable acogida, llegando a superar a Dogde en alrededor de 25.000 unidades en 1932. De hecho, en su arranque de 1929 DeSoto rompió el récord establecido para el primer año de ventas, con 81.065 vehículos vendidos, un récord imbatido hasta 1960 por el mítico Ford Falcon


Además de un precio tentador, aquellos primeros DeSoto incluían ventajas tecnológicas ausentes u opcionales en la competencia, como el limpiaparabrisas estándar automático, llaves especiales de contacto, novedosas luces de freno y una completa instrumentación entre otras muchas cosas. Para hacer más atractiva la gama, se ofrecieron 7 modelos diferentes con ostentosos nombres. Al modelo de dos plazas lo llamaron “Dos Plazas Español”, al sedán “Sedán de Lujo”, e incluso el modelo básico de dos puertas le otorgaron la distinguida denominación de “Business Coupe”.





La Corporación Chrysler en general y de la división DeSoto en particular aguantaron bien el envite de la Gran Depresión, desarrollando nuevos productos que identificaron la marca como un referente de fiabilidad y hasta de aventura, al alcance del bolsillo. Mediante la realización de espectaculares pruebas de velocidad y resistencia, la marca mantuvo al público pendiente de sus hazañas y prestaciones. En 1932, el piloto de coches de carreras Peter De Palo cruzó en diez días los Estados Unidos a bordo de un DeSoto. Cuando concluyó su viaje, De Palo al volante de su DeSoto se dirigió al hipódromo y realizó 300 millas más de recorrido a velocidades cercanas a las 80 millas por hora.


No fue la única gesta de los conquistadores. En 1933, la compañía DeSoto reclutó a otro piloto de coches de carreras, Harry Hartz, para el sorprendente reto de conducir un DeSoto marcha atrás a través del país. Hartz pilotó el coche por todo el continente observando el camino a través de un gran retrovisor. Aunque nadie lo supo en su día, el viaje de Hartz fue la primera prueba en público de algunos experimentos desarrollados en secreto por Chrysler. Aquellos experimentos cambiarían el mundo de la automoción, y seguidamente, nuevos conocimientos aerodinámicos fueron aplicados al DeSoto Airflow” de 1934. Además ganaron en estabilidad, comodidad, habitabilidad e incluso en resistencia de su carrocería. En los años 30 los DeSoto estaban realmente adelantados a su tiempo.


Walter Percy Chrysler anunció su retirada en 1935, manteniéndose como Presidente del Consejo de Administración de la compañía hasta el día de su muerte a los 65 años de edad, en 1940, tras una vida dedicada al automóvil. En su historia, Chrysler daría a la compañía dos marcas de precio medio (Dodge y DeSoto) y tres de prestigio como Chrysler, Plymouth e Imperial. Los DeSoto se encontraban en el ecuador de su existencia, enfrentados al permanente reto de la renovación.




Gloria y caída del icono de una época

Tras la II Guerra Mundial, los DeSoto incorporaron cambios en la transmisión, que llegaría ser completamente automática por 1954. A golpe de Rock & Roll, la marca fue adaptándose a los nuevos tiempos, aunque la competencia desatada era feroz. La pujanza económica de aquellos días espoleó a la industria automovilística. A principios de 1959, la gama de DeSoto había sido reducida al “Fireflite” y al “Adventurer”, y la marca fusionada con Plymouth. A pesar de ello ese año se vendieron 2.000.000 de unidades. 


Pero en 1960 las ventas cayeron en picado. Vendidos en los mismos concesionarios que sus primos los Plymouth, de menor precio, el final de la aventura se avecinaba para la veterana firma. En 1961 el último diseño de la factoría se transformó en el Chrysler Newport” antes incluso de que se iniciase su producción. Los stocks de los modelos vigentes fueron reaprovechados para la fabricación de los últimos DeSoto y la marca desapareció.


Tras una gran trayectoria con la promesa de descubrir un magnífico futuro, la marca del conquistador conoció un abrupto final, tal como el mismo Hernando de Soto a través de las tierras del Mississippi. Esa es otra historia...





 

La Historia es terca. Por encima de una Leyenda Negra difundida bajo falsas premisas; acosada por la cancelación ideológica de populismos y separatismos; a pesar del desinterés y la desidia de todos sus gobiernos, España estuvo allí. 


Antes que nadie, más pronto, más lejos y más tiempo, España horadó América de caminos y tumbas. Buscando la manera de unir continentes los españoles se sacrificaron en mil y una aventuras, empeñados en abarcar el mundo y compartir su genio. Y lo lograron. Una muestra de aquel esfuerzo está compilado en la detallada infografía de un autor de Wikipedia llamado Nagihuin: el gran mapa de la presencia española en Norteamérica.



El mapa de la Norteamérica española



El mapa representa todas las exploraciones, rutas, itinerarios, conquistas, fechas, eventos, etnias indígenas y fundaciones del imperio español en Norteamérica, el Caribe y el Pacífico durante sus trescientos años de existencia. Un fascinante recurso de divulgación histórica que vale la pena ampliar al máximo. Gracias a él descubriremos la singularidad hispana que arraigó en cada territorio, pondremos luz sobre episodios desconocidos de la Historia o nos sorprenderemos con el rastro de aquel lejano pasado en las fronteras de hoy.



Las Provincias Internas



Una guía tan minuciosa que incluso practica una interesante distinción de territorios según las dinastías reinantes en España. La América reclamada y controlada por la Monarquía Hispánica bajo los Austrias aparece reflejada en verde, mientras que la América gobernada desde los virreinatos de los Borbones se distingue en azul. Dos períodos con diferente enfoque además de con nuevas ideas, instituciones y una geopolítica mundial distinta.



California y Nuevo México



De modo natural, la exploración temprana de la Norteamérica septentrional reportó el contacto con los pueblos indígenas y un rosario de aventuras con escasa fortuna (Rodríguez Cabrillo, Cabeza de Vaca, Hernando de Soto, Juan Pardo, etc), hasta culminar en dos fundaciones capitales: San Agustín, FL, en 1565 y Santa Fe, NM, en 1609. Los inmensos despoblados, la resistencia indígena y las largas distancias que dificultaban el aprovisionamiento, contuvieron el avance español durante el siglo XVII.


Alta Luisiana



A mi modo de ver tres causas explican porque no se avanzó más en Norteamérica: uno, España tenía demasiados frentes de conquista y colonización abiertos con las sucesivas exploraciones en Sudamérica o el Pacífico; dos, sus puntos de penetración en Norteamérica desde México y Cuba toparon con la muralla natural de vastos desiertos e inhabitables zonas pantanosas, respectivamente; y tres, España no reunía la capacidad demográfica suficiente, eternamente enfrascada en guerras en Europa que diezmaron su población y la arrastraron a la bancarrota en plena llegada del oro americano. Estos factores, sumados a la escasa población indígena y la ausencia de recursos valiosos de rápida explotación, desincentivaron por largo tiempo la colonización española del subcontinente. Otras potencias europeas vieron su oportunidad, empezando por establecerse en regiones templadas. Sin soportar grandes esfuerzos arraigaron y se expandieron por Norteamérica, lo que condujo a que la región comenzase a resultar relevante para el interés de Europa.


Baja Luisiana y Texas


A mediados del siglo XVIII el reformismo borbónico pone orden en América y Nueva España se convierte en el eje central de la colonización de los territorios del norte. California, el Nuevo México (las Provincias Internas, luego NM, AZ, UT y CO en EE.UU.) y Texas ven alzarse nuevas misiones y presidios para proteger los asentamiento permanentes de indígenas y colonos. Además, el virreinato mexicano continuó ejerciendo como punto de encuentro y comercio intercontinental entre Oriente (China-Filipinas), la Vieja España y Europa. Al incorporar la Luisiana en 1763 el dominio español en América del Norte se afianza, para llegar a alcanzar su máximo apogeo tras la recuperación de la Florida Oriental de manos británicas en 1783, el establecimiento español en el Territorio de Nutca (Vancouver, Canadá) y las exploraciones en Alaska en las últimas décadas del siglo.


El corazón de Nueva España



El virreinato de Nueva España era a principios de 1800 el reino más rico, culto y poderoso de América del Norte. Los episodios que jalonaron el final de la presencia española en las dos décadas siguientes están también reflejados en el mapa, desde la pérdida de las Floridas al Tratado Adams-Onís de 1819. Desde entonces la frontera entre España y los Estados Unidos quedaría fijada en el paralelo 42 y el río Sabina, fronteras que heredaría México y que de forma dramática perdería apenas treinta años después.



Las Floridas y El Caribe



Tal vez esta pieza contribuya a crear conciencia de la magnitud de la obra y la cultura hispanas. Quizás una buena forma de celebrar la Hispanidad sea estudiar sus hitos, comprender su legado y hacerlo visible. No para caer en el error de reinterpretar los siglos pasados con la mirada y valores del presente, ni para satisfacer el interés bastardo de quienes labran la desafección y el complejo permanentes. Muy al contrario, los hispanos tenemos mucho que celebrar, además de un pasado común. Empezando por valorar sin prejuicios falaces la riqueza y el poder que nos otorgan nuestra comunidad y nuestra cultura, imprescindibles en el concurso de la Humanidad.


Acaso en esa conmemoración, o no, te invito a visitar la versión original de esta maravilla. Disfruta a la mayor resolución posible del gran Mapa de la Norteamérica Española. ¡Feliz Hispanidad!





Asociada a la magia de algún instante siempre hay una canción. Este es un repaso íntimo y sensacional a algunas de las canciones más emocionantes de la segunda mitad de los 80, y de ciertos momentos que consiguen evocar. Un merecido homenaje con el que terminar de ajustar las cuentas a una década inolvidable.


Desde mediados de los 80 la televisión y, en menor medida, la radio fueron desplazados a la hora de dar a descubrir nuevas músicas y bandas por otro medio bastante más interactivo e inspirador: los bares.






1986. Bigmouth Strikes Again, The Smiths

Aunque en principio su pop-rock estuviese muy lejos de los ritmos que añoraba, terminé celebrando a Los Smiths. Recuerdo vivamente entrar resuelto en aquel pub, aún reluciente, con cuatro gatos, mientras la voz melancólica de Morrissey alfombraba cada uno de mis pasos y los compases guitarrísticos de "Bigmouth Strikes Again" resonaban a través de las galerías del local. La acústica o la embriaguez del ambientador forjaron eterno aquel instante.






1987. Cielo del Sur, La Frontera

La juventud es osada, desenfadada y ardiente, y ama la combustión como una cerilla la gasolina. Por entonces era frecuente que la chispa que conducía a la incandescencia saltase del country-western de La Frontera, a menudo con "Cielo del Sur", convertido en un himno pistolero, salvaje y visceralmente festivo.





"Cielo del Sur" fue mi canción favorita por el resto de la década, así como La Frontera se convirtió en mi banda española de cabecera. Si deseas conocer más sobre la mejor etapa de La Frontera puedes visitar esta otra entrada del blog: El "Alma" de La Frontera.




1988. Sweet Child O' Mine, Guns n' Roses

Rock de largo recorrido, un sinfín de matices para resultarme emocionante, visual y ¡western!. Un tobogán a base de riffs y melodías vocales con una grandilocuencia similar a la de los clásicos del espaguetti-western, y como aquéllos, con el punto exacto de artificio para resultar una obra maestra.


Personalmente, por 1988 comencé a frecuentar un nuevo templo abierto calle abajo, apenas a cincuenta pasos de mi parroquia pero en las antípodas de la exquisita modernidad, donde en cambio cotizaban la ferretería, el metal y el hard-rock marginal. Sonaba mucho heavy en aquel sitio, pero sólo me ponían en pie los Guns and Roses.





1989. The Healer, John Lee Hooker y Carlos Santana

El blues es una de las fuentes de mi adorado rockanroll, pero teniendo aún pendiente mucha ciencia por escrutar, entre rockers contorsionistas y bandas garajeras, no había llegado a prestarle atención. Todo cambió con "The Healer" (el Hechicero), ejecutado a cargo de las leyendas John Lee Hooker y Carlos Santana


El disco repetía la fórmula de popularizar el legado de John Lee Hooker mediante el aval de duetos con estrellas y bandas consagradas del blues y el rock contemporáneos. Así, además de Santana operan junto al bluesman Bonnie Raitt, Robert Cray, Cannet Heat, Los Lobos, George Thorogood y el armonicista Charlie Musselwhite, revitalizando sus clásicos. 


Una asfixiante atmósfera irradia todo el álbum, favorecida por el susurro grave de Hooker, pero se pone en marcha con el tema principal iniciando la ceremonia: el hálito del hechicero invoca su magia, el chicano añade la melodía y el espíritu del blues comienza a fluir solemne. Auspiciado por SantanaJohn Lee Hooker, que dejaría este mundo solo dos años más tarde, tras el embrujo de "The Healer" el blues pasó a ocupar un lugar destacado en mi predilección musical.






1990. Wicked Game, Chris Isaak

La percha y voz de Chris Isaak, y sobre todo el sonido hipnótico de James Wilsey, su guitarrista, llevaron a la cima a "Wicked Game" tras su elección como tema central de la película "Corazón Salvaje" de David Lynch. La música se adapta magníficamente a las tribulaciones de Sailor y Lula, los personajes principales, de modo que ha quedado para siempre vinculada a su disparatada aventura.


Puedo escuchar esta canción media docena de veces seguidas y llegar a perder la noción del tiempo. Sea en versión instrumental o vocal, las notas de Wilsey siembran la nostalgia con el eco fantástico de tiempos míticos, junto al lamento en busca de redención de Isaak. La clave gira sobre ese punteo estremecedor que tan bien combina con la decepción y el crujir de los hielos.







Los 80 dieron mucho juego. En este post anterior puedes disfrutar de otras tantas canciones y momentos inolvidables de la primera mitad de la década, desde 1981 a 1985: Inolvidables 80's (vol.1).


Es posible que alguna de estas canciones también te resulten inolvidables o te evoquen igualmente pasajes vividos. Si es así o son otras, comparte tus impresiones en los comentarios.


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