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El Suroeste de los Estados Unidos es una vasta unidad geográfica que los mapas delimitan con las fronteras de Utah, ColoradoNuevo México y Arizona. Estos últimos estados, núcleo de la antigua provincia española del Nuevo México, fueron disgregados por razones políticas en torno a la Guerra Civil. Su riqueza étnica, antigua historia y común tradición hispana les han otorgado una personalidad diferenciada que alcanza a sus respectivos emblemas. Una unidad de destino que los acompañó además a ser los últimos Estados en adherirse a la Federación, en la tardía fecha de 1912, añadiendo sus dos estrellas a la bandera del país.


La bandera de Nuevo México
La sociedad femenina estadounidense 'Daughters of the American Revolution' (DAR) o 'Hijas de la Revolución Americana', una asociación patriótica reservada a mujeres distinguida por su activismo en pro de la preservación de la historia del país y en la educación, estuvieron muy involucradas con las designaciones de las banderas oficiales de los Estados desde los inicios de sus actividades, a finales del siglo XIX. Por 1920, las Hijas de la Revolución Americana sugirieron que un nuevo diseño quizás se adaptase mejor y fuese más adecuado al carácter único de Nuevo México, respecto a la enseña oficial vigente. Esta idea tuvo muchos seguidores y, como se había hecho en otros estados, se organizó para tal fin un concurso de diseños. El ganador fue el Dr. Harry Mera, un médico y arqueólogo de Santa Fe y la definitiva bandera del Estado fue confeccionada por su esposa, la señora Reba Mera.

El elegante motivo étnico y minimalista que centra la bandera es el antiguo símbolo del Sol de la comunidad Zía, un grupo indígena perteneciente a la etnia de los indios Pueblo, y fue hallado en algunas vasijas y enseres ceremoniales del siglo XIX en Zía Pueblo (Condado de Sandoval). Este símbolo, un círculo rojo con grupos de cuatro rayos que apuntan en cuatro direcciones, se llama 'Zía' y se centra en un campo de color amarillo.

Los antiguos indios Zía de Nuevo México consideraban sagrado al Sol. El 'Zía' se pintaba en las ceremonias en el suelo alrededor de las hogueras e introducían en él a los recién nacidos para presentarles y encomendarles al amparo del Sol. Por otro lado, el cuatro es el número sagrado de los Zía y se encuentra repetido en cuatro puntos irradiándose en cuatro direcciones desde el círculo. Las líneas superiores representan los 4 puntos cardinales (Norte, Sur, Este y Oeste) y las líneas inferiores representan las 4 horas de un día (Amanecer, Tarde, Crepúsculo y Noche); las líneas izquierdas representan las 4 fases de la vida (Niñez, Juventud, Edad Adulta y Vejez), mientras que las líneas derechas aluden a las 4 estaciones del año (Primavera, Verano, Otoño e Invierno). Todas las líneas convergen al sol, en un círculo interminable que es principio y fin. 

La comunidad Zía también creía que la vida llegó con cuatro obligaciones sagradas para los hombres: el desarrollo de un cuerpo fuerte, una mente clara, un espíritu puro y el interés por el bienestar del clan familiar. Como vemos, toda una brillante cosmografía que dota de contenido y personalidad a la enseña de Nuevo Méjico. Incluso figura también con motivo de un singular Saludo Oficial a la bandera de Nuevo México"Símbolo Zia, símbolo de amistad perfecta entre culturas unidas."

Los colores rojo y amarillo de la bandera del Estado son el rojo y el amarillo de la vieja España, primera nación soberana del territorio, y cuya huella y legados son seña de identidad para los novomexicanos.



El Gran Sello del Estado de Nuevo México
El gran sello o escudo de Nuevo México es profuso en elementos simbólicos. A la derecha de la composición podemos observar el águila posada sobre el nopal devorando una serpiente, el escudo de México recreando el antiguo mito fundacional del imperio azteca (ver http://bitly.com/UeHKO9 EL AGUILA Y LA SERPIENTE Junio 2012), que viene a significar que el Estado atesora las tradiciones americanas indígenas, españolas y mexicanas, como fruto de su rica historia y pasado.

Centrada y protagonizando el sello, con las alas extendidas y erguida sobre el águila mexicana en actitud superior, una gran águila americana de cabeza blanca sostiene unas flechas en sus garras. Son la representación del cambio de soberanía tras la guerra de 1848 en la que los Estados Unidos arrebataron el territorio a México, pero el emblema pretende mostrar también la protección de la dominación estadounidense de Nuevo México hacia su herencia y cultura novohispanas. Bajo la escena un pergamino luce la leyenda en latín "Crescit Eundo", que significa "crece a medida que avanza", según la cita de un poema en el que se describe el impulso vertiginoso de un rayo aumentando su fuerza a medida que se mueve a través del cielo.


La estrella cobriza de Arizona
La bandera de Arizona tiene un curioso origen deportivo. Su nacimiento se remonta al año 1910 con motivo del Campeonato Nacional de Rifle en Camp Perry, Ohio, cuando todavía era un territorio administrado federalmente. Las competiciones de Camp Perry echaron a rodar por 1907 y rápidamente se convirtieron en un prestigioso evento anual que continúa hasta nuestros días. Miembros del Equipo de Rifle de Arizona presentes en la competición observaron que el resto de los equipos estatales portaban banderas y emblemas y, dado que el equipo de Arizona carecía de tal panoplia, ello atrajo la atención de un Guardia Nacional de Arizona, el coronel Charles Wilfred Harris, quien se desempeñaba como capitán del equipo de tiro. El Equipo de Rifle comprendió que debía dotarse de una bandera para su representación en futuros encuentros de la competición.

La idea para el diseño de la bandera fue concebida por el mismo coronel Harris. Sus prioridades pasaban por asegurarse de que los colores a elegir reflejasen valores y fidelidad históricos. Tras algunas vacilaciones Charles Harris diseñó finalmente la bandera para el equipo de rifle en la Liga de Partidos de 1911, siendo cosida por la señora Nan D. Hayden, esposa de Carl Hayden, primer representante de Arizona en el Congreso que luego se convertiría en senador de los Estados Unidos.


No fue la última. Animado por Hayden en el propósito del elaborar un simbolo identificativo civil, en 1912, a resultas de la admisión de Arizona como Estado de la UniónHarris diseñó una bandera muy similar a la realizada un año antes, esta vez como la definitiva enseña del Estado. La bandera fue aprobada por la Legislatura del Estado el 17 de febrero de 1917, aunque adoptada con numerosos votos en contra y con la negativa del gobernador Campbell a firmar el proyecto de ley.


Según se articula en su legislación, la bandera del Estado de Arizona "representa a la estrella de cobre de Arizona emergiendo de un campo azul frente a una puesta de sol". La bandera se divide en dos mitades con una gran estrella de cinco puntos de color del cobre en el centro. Los 13 rayos de rojo y oro en la mitad superior de la bandera representan las 13 colonias originales de la Unión y al sol poniente sobre el desierto. Los colores rojo y amarillo con que se representan los rayos de sol son los colores de los primeros estandartes que ondearon en Arizona, los de España y sus conquistadores, liderados por Francisco Vázquez de Coronado, quien en su búsqueda infructuosa de las Siete Ciudades de Cibola exploró y tomó posesión del territorio en 1540. Arizona formó parte del virreinato de Nueva España englobado en la provincia española de Nuevo México hasta 1821, año de la independencia mexicana, y fue segregado del territorio novomexicano a raíz de la Guerra de Secesión Americana. El rojo de los rayos del sol es el mismo tono de rojo de la bandera de los Estados Unidos.

Puesto que Arizona era el productor más grande del cobre en la nación, una estrella de cobre fue colocada en el centro de la bandera. La mitad inferior de la bandera es un campo de azul, el mismo azul que se encuentra en la bandera de los Estados Unidos simbolizando la libertad. 
El amarillo del sol y el azul de la parte inferior de la bandera son los colores del Estado.

El Gran Sello del Estado de Arizona

La circunstancia de territorio segregado del resto de la antigua provincia colonial, deshabitado en su mayor parte, y colonizado y poblado posteriormente a su anexión con inmigración mayoritariamente anglosajona, hacen que el escudo de Arizona no alcance la profundidad simbólica de su Estado vecino y hermano. El sello oficial se limita a mostrar los principales recursos y actividades del estado, a título descriptivo. 


Cuenta con una cadena de montañas de fondo con el sol naciendo tras las cumbres, una presa hidraúlica y un lago, campos de regadío y sembrados, ganado de pastoreo y un molino con un minero portando un pico y una pala. La escena es encuadrada en un escudo que encabeza el lema "Ditat Deus", "Dios es riqueza" en latín. Como el resto de sellos americanos, su denominación circunscribe el símbolo junto al año de ingreso en los Estados Unidos (1912).


Algunas fuentes:
http://es.wikipedia.org
http://www.statesymbolsusa.org







Al inicio de los 90 aún quedaba resquicio a la fantasía, el mito y la horterada. Había ideales en que creer, fumar era un placer y ser bebedor daba prestigio. Las chicas adoraban a canallas sin blanca, los amigos eran para siempre y ser macarra una cuestión de principios.

Este es un homenaje crítico a la par que devoto, a los míticos personajes del rockero motero y el cowboy solitario, glosados en una película videoclub. Dos justicieros en la carretera, errantes por los horizontes de América. Estas claves nos ocupan, empecemos por el principio.


Una introducción magistral
Cualquiera con aficción por el cine sabe apreciar el detalle de unos buenos títulos de apertura, a modo de prólogo. Resultan particularmente relevantes cuando forman parte del discurso de la película, retratan el paisaje, el contexto ambiental o los personajes de la historia. En algunas ocasiones son tan brillantes y efectivos que trascienden la cinta a la que sirven o directamente la superan, para conformarse en pequeñas obras narrativaA.

El caso que nos ocupa no puede ser más evidente. Apoyada por un temazo de la banda de rock Bon Jovi, quizás la mejor canción de toda su carrera, la intro de 'Harley Davidson & the Marlboro Man' ('Dos duros sobre ruedas', como fue titulada en España) consigue transportarnos al universo mágico de las roads-movies "a lomos de un caballo de acero", en un fulgurante viaje de Texas a California. Un efectista trailer que apunta muy alto para enmarcar las aventuras del par de ochenteros e incluso deja en evidencia el videoclip original de la banda de New Jersey, un tema musical que ellos mismos se ocuparon de definir como su 'himno nacional'.




Los reyes del videoclub
En 1991 el australiano Simon Wincer lanzó a las pantallas 'Harley Davidson & the Marlboro Man' ('Dos duros sobre ruedas'), cosechando un absoluto fracaso de crítica y público. Después de labrarse una larga trayectoria en la televisión, para su séptima película tuvo la suerte que contar con dos estrellas fugaces del cine y la tele de los 80, intentando mantenerse en la pomada: Mickey Rourke, quien después de su interpretación en 'El Corazón del Ángel' y el calentón de 'Nueve Semanas y Media', sentía que ya nada era igual para él aunque siguiese haciendo lo mismo, y el rubiales melenas Don Johnson, que venía del éxito televisivo 'Corrupción en Miami' pero que no consiguía brillar sin la sombra de sus antiguos compañeros en la ficción, el poli negrata Ricardo Tubbs y su hermético superior el teniente Castillo.

La historia intentaba emular éxitos anteriores del estilo de 'Arma Letal' o de cualquier otra parejita de hecho tan en boga por entonces. Una especie de 'Dos Hombres y un Destino', donde Butch Cassidy era un motero rockero malavida con buen corazón y Sundance Kid un residuo del Rodeo viviendo en su particular paranoia country. Pero nadie estuvo a la altura. Rourke, bronceado y aceitoso, luciendo sus enseñas de tipo duro (apunte tierno de cicatriz, pendiente de bucanero y corte a lo pelo pincho), repitió una vez más sus consabidos tics sonriendo bobamente en cada plano, mientras Johnson patinó todo el metraje sin encontrar su sitio como vaquero lumpen, descabalgado de la moda italiana y los Ferrari Testarosa.

La trama tampoco ayudó. Hilvanada en un guión ridículo la película resultó un estrepitoso fiasco de crítica y público. Entre unos y otros habían compuesto una historia repleta de tópicos, machista, excesiva, absurda, sensibilera, incorrecta, mitómana..., que sin embargo, a golpe de olvido y videoclub, consiguió abrirse paso hasta la catalogación como producto de serie alfabética y estandarte del frikismo tardo-ochentero. Y así es como hoy la vemos, ¡un divertimento genial! Mamporros y clásicos golpes de efecto, entrañables clichés de simpatía, aventura y camaradería, malos malísimos y amantes explosivas, explosiones de queroseno y tiroteos con armas automáticas ...la excusa perfecta para perder una tarde recordando los jirones que nos hemos dejado en pos de la exquisitez moral.

No obstante, quizás un exceso de nostalgia pueda ser contraproducente. En su prevención, este acertado clip resume con elocuencia 98 minutos de peli de culto. Magnificamente editado por Mknyeverr (Canal de Youtube), con el soporte del tema 'Real Gone', otra interesante perspectiva rockera por parte de la estrella del country Billy Ray Cyrus, este vídeo les dará la medida de las peripecias de Harley Davidson y el Hombre Marlboro, incluyendo la postinera e hiperreproducida escena final del film, protagonizada por Harley. Ya lo avisamos, desde entonces se les buscan, vivos o muertos.





Casi todo el mundo sabe algo acerca de Wyatt Earp y del famoso duelo en el OK Corral. El cine se ha encargado de magnificar el suceso y sus autores al reproducirlo en decenas de ocasiones. Sin embargo, la gran mayoría de los que se sienten impresionados por el episodio desconoce que fue un joven hispano quien protagonizó el que probablemente sea el tiroteo más desigual y violento en la historia del Lejano Oeste. Extraño, teniendo en cuenta que en el tiroteo de Tombstone se enfrentaron cuatro hombres contra cinco, además de forma no muy atinada, solventándose con menos de una docena de disparos y en apenas treinta segundos...; mientras que la "Guerra de Frisco" enfrentó a una sola persona contra algo más de ochenta antagonistas armados, intercambiándose miles de disparos !en un enfrentamiento que duró más de treinta y seis horas!.

Con un dramático despliegue de habilidad, coraje y suerte, un hispano llamado Elfego Baca fue duramente hostigado en una batalla singular que ha servido durante largo tiempo como símbolo del poder del individuo, fundamentado en la firmeza de sus convicciones.
El incidente entraría en la historia de Nuevo México como la "Guerra de Frisco".

Escultura de bronce en honor a Elfego Baca

A finales del siglo XIX el Suroeste y Nuevo México eran todavía un territorio indómito, una región agreste, remota y poco poblada, pendiente del avance de la civilización que inexorablemente iba consumiendo la gran frontera americana. Pocos elementos más devastadores que el poder transformador de la minería y la idea de un rápido enrriquecimiento en la mente de los hombres. La misma energía dinamizadora que en breve plazo convertía miserables poblachos en animosas ciudades y poderoso foco de atracción para toda suerte de vagabundos, negociantes, oportunistas y desperados. Ante tamaña ralea los conflictos no tardaban por desafiar a la Ley y al orden. Con una administración federal débilmente implantada (en la mayoría de los casos forzada a negociar cada uno de sus pasos), el mandato de la justicia resultaba entonces tan consistente y firme, como determinado, fuerte o astuto el hombre encargado en hacerlo cumplir.

Por 1884 el apache Gerónimo tardaría aún otros dos años en ser capturado y Billy 'the Kid' había sido asesinado tan sólo tres años antes. El Far West era una realidad bastante próxima y peligrosa para muchos honrados ciudadanos y pioneros del Suroeste. Con frecuencia, en el equipaje de muchos de aquellos desplazados que vagaban por el territorio escaseaban la urbanidad y el respeto por la propiedad privada. Como una jauría de alimañas podían entrar en un poblado, beber a placer en la taberna, acosar a la gente del lugar y andar luego disparando por las calles contra cualquier cosa que llamase su atención, tan sólo por simple divertimento. Y podían largarse tan alegremente, sin rendir cuenta a nadie de sus actos y desmanes. No había más ley que su antojo ni más norma que la violencia.

Así resultó en la pequeña pedanía de Frisco, en el antiguo condado de Socorro, Nuevo Méxicoen el suroeste montañoso del estado, cerca de la actual ciudad de Reserva, en el hoy condado de Catron, a casi un centenar de kilómetros al norte de Silver City. Un autoproclamado ayudante del sheriff de nombre Elfego Baca no iba a consentirlo.

UN TIPO CON AGALLAS
Elfego creció siendo un hueso duro de roer desde su alumbramiento en las soledades de Socorro, Territorio de Nuevo México, en febrero de 1864. La leyenda local dice que fue secuestrado por indios renegados a la edad de un año ...!y devuelto tan solo cuatro días después a sus padres sin el menor rasguño!. Muchos supieron desde entonces que no valía la pena meterse en problemas con Elfego Baca

Tras una estancia en Topeka, Kansas, donde murió su madre, los Baca regresaron a Nuevo Méjico y se establecieron en Belén, una turbulenta ciudad treinta millas al sur de Albuquerque, donde el padre tomó juramento como sheriff

Una denuncia tras haber disparado a dos vaqueros rebeldes, llevó al sheriff Baca a la cárcel de Las Lunas. Se trataba de un edificio de adobe de reciente construcción, con una sala de audiencia y oficinas en la planta superior y las celdas debajo. La noche que el pueblo festejaba con bullicio a Santa Teresa, el joven Elfego se ocultó cerca del presidio y desde la oscuridad observó las evoluciones del carcelero. Su oportunidad llegó a la sorpresiva marcha de éste hacia el fulgor de la fiesta, confiado en salvar otra noche aburrida en su oficio. A continuación, Elfego logró hacerse con una escalera para la limpieza de las ventanas que encontró en la parte trasera del Palacio de Justicia, subió al piso superior y se aplicó en serrar el techo de la celda, consiguiendo liberar a su padre. Luego, ambos se escondieron tras algunas malezas !a escasos metros de la prisión!. Lo suficiente para cenar y observar cómo se daba la alarma al amanecer. Durante el transcurso del día fueron espectadores privilegiados del baile de la confusión de alguaciles y patrullas, persiguiendo al fugitivo por todo el condado !sin sospechar que estaba a menos de cien metros de distancia!. Al anochecer, cuando el tumulto se hubo calmado, la familia se trasladó hasta Albuquerque donde el señor Baca consiguió caballos de unos amigos y marchó para una estancia de siete años en Isleta, México, cerca de El Paso. 

Estas peripecias son bien elocuentes del genio y compostura de Elfego Baca. Tanto, como que en 1884 Baca robó algunas armas de fuego, compró por correo una insignia de sheriff y se autofacultó como ayudante del sheriff en el condado de Socorro. Siguiendo el ejemplo de su padre, asumió que su vocación era la de oficial de paz. Quería que, "los bandidos escuchen mis pasos a una cuadra de distancia", según dijo. Así lo afirma la leyenda, aunque la realidad le va a la zaga.  

Su nombramiento oficial llegaría de la mano de Pedro Sarracino, sheriff en Dallas, quien llegó a Socorro para reclutar ayudantes y visitar a un primo suyo para el que Elfego trabajaba de peón. Un apesadumbrado sheriff contó allí en que dificultades se veía para mantener la Ley en la región. Baca afirma en sus memorias haber censurado a Sarracino por su indolencia, que supuestamente le respondió: "!el trabajo está a disposición de quién lo quiera!", antes de retirarse al consuelo del bar más cercano. El impulsivo joven no necesitó contrapartidas para convertirse en oficial adjunto. Bien cierto es que Elfego Baca puso más agallas que cuidado al abordar una situación de la que sabía muy poco, por mucho que ahora portase una Colt 45 al cinto y una estrella de chapa al pecho. Tenía tan solo 19 años. 

La zona de Socorro vivía momentos de inusual conmoción. En particular, se había convertido en el escenario para las últimas escaramuzas de las guerras indias, asistía al creciente trasiego de mineros y tramperos explorando aquí y allá los afluentes del río Gila, y los rebaños de reses comenzaban a horadar los caminos con su lento y concienzudo discurrir.  Mientras, varios cientos de familias hispanas se afanaban como antaño en la agricultura por las vegas ribereñas y asistían intranquilos al creciente tránsito de forasteros. Fueron estos hispanos los que en la década de 1860 establecieron una serie de poblados a lo largo del río, nombrados como San Francisco, Bajo, Medio y Alto.  

Al poco del trasiego de nuevos colonos anglosajones las aldeas del Medio y Bajo San Francisco pudieron jactarse de contar con una docena de bares y burdeles, y con una creciente clientela debido a la constante afluencia de ganaderos de Texas y Oklahoma. En el otrora pacífico valle se instalaron entonces la tensión y el conflicto, con continuos altercados y disputas entre los conductores de ganado y la comunidad hispana, añadidas a la amenaza latente de las incursiones apaches desde el sur. La fuerte inmigración afectó hasta la nomenclatura de la zona. El pueblo de San Francisco Alto pasó a llamarse el Sitio de Milligan, por Bill Milligan, un irlandés veterano del ejército que regentaba un salón y una tienda de abastos. Y fue allí donde empezaron los problemas.

EL BAUTISMO DE FUEGO
En la noche del 29 de Octubre de 1884, dentro del bar de Milligan en la plaza del Alto San Francisco, seis o siete cowboys pendencieros atacaron brutalmente a un hispano jorobado apodado 'El Burro'. Al parecer no les agradaba su apariencia. Le agarraron y tumbaron sobre una mesa del salón y no dudaron en sentársele en piernas, brazos y pecho, resueltos a enderezar su maltrecho cuerpo. Uno de los presentes, Epitacio Martínez, que intercedió por 'El Burro', fue premiado con el puesto de diana, atado a una columna del local y utilizado para prácticas de tiro por un vaquero borracho llamado Charlie McCarthy

Aquel sainete estaba llegando demasiado lejos. El propio Milligan corrió a pedir el auxilio de Baca para detener la bronca. El hispano se presentó raudo ante McCarty y sus acólitos, mostró su identificación de alguacil, requisó las armas y le detuvo en nombre de la Ley. La fiesta le costó a Martínez aguantar cuatro disparos, aunque ninguno fatal y sobrevivió al incidente.

El primer prisionero de Elfego Baca provenía de una cuadrilla notoriamente escandalosa del rancho de John B. Slaughter, quienes no recibieron con agrado la noticia que uno de los suyos había sido arrestado por un niñato envalentonado tras una placa de sheriff. Temiendo una respuesta de mayor proporción al daño ocasionado por el borracho, Bill Milligan se echó atrás negándose a presentar cargos contra Charlie, pero Elfego estaba pletórico de su hazaña, le mantuvo detenido y, desconfiando de la integridad del magistrado local, resolvió llevar al preso hasta Socorro. Así que trasladó a McCarty hasta una casa que el sheriff Pedro Sarracino tenía en la aldea de Frisco Medio, donde pensó que le sería más fácil mantener la posesión del prisionero.

Como se esperaba los amigos de McCarthy no tardaron en aparecer por el poblado. Alrededor de una docena de vaqueros se congregaron portando sus rifles Winchester ante la fachada de la casa de adobe convertida en calabozo por Baca. Les encabezaba un joven capataz de Slaughter llamado Parham que de inmediato exigió la liberación de su colega ...algo que Elfego Baca no estaba dispuesto a hacer por las buenas. Convencidos tras alguna demora, procedieron a derribar la puerta y ventanas a golpes. Baca respondió desde el otro lado amenazando con disparar si no estaban "fuera de allí a la cuenta de tres". La leyenda cuenta que los cowboys se tomaron a broma el aviso e hicieron burla del muchacho por no creerle capaz de saber contar, pero sus risas fueron abortadas y su respiración contenida cuando escucharon a Baca decir en voz alta desde dentro del caserío: "¡Uno, dos, tres!". Con prisa por escapar de esta lección de aritmética rápida, los vaqueros corrieron a ponerse a cubierto y dispararon hacia la casa. Espantado por el estruendo de la balasera el caballo de Parham se levantó de manos y perdió el equilibrio yendo a caer desafortunadamente encima de su jinete, ocasionándole heridas que resultaron mortales.

A la mañana siguiente dos vaqueros reaparecieron ante la casa de Sarracino y ofrecieron a Baca llevar al prisionero al calabozo de Frisco y un acuerdo firmado como que nadie iba a molestarle si permitía que su preso fuese "juzgado" a la mañana siguiente en el bar de Milligan. A regañadientes Elfego aceptó. 

En el simulacro de juicio McCarty fue multado con cinco dólares y puesto en libertad, pero no tardó un instante en lamentar no tener a mano su revólver para escarmentar a Baca, amenazas que el resto de sus compañeros presentes apoyaron encendidamente. Viendo el percal Elfego empezó a retroceder prudentemente hacia la puerta lateral, abandonó el edificio lo más rápidamente que pudieron sus botas y fue a encontrar refugio en el cercano jacal de Jerónimo Armijo, de donde expulsó a sus ocupantes, hizo acopio de munición y se dispuso a esperar acontecimientos. 


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