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Lejos de cualquier parte, aislados en la inmensidad de la nada, sometidos a la amenaza constante de indígenas hostiles, en pugna permanente contra la hambruna y el desamparo. Éstos eran los alicientes que esperaban a los guardianes de las fronteras norteamericanas de España, destacados en cualquier Presidio remoto.

Punta de lanza de una colonización que debía salvar el obstáculo de desiertos y soledades, añadidos a la lejanía de una administración mastodóntica, las siluetas de adobe y encalados tapiales de Presidios y Misiones emergieron en los solitarios páramos de Norteamérica como faro de conquista y civilización. Al izado de la Cruz de Borgoña sobre los horizontes del suroeste, nada volvería a ser igual.


UN FORTÍN EN MEDIO DE LA NADA
Los Presidios de Nueva España (división administrativa del México colonial) eran fuertes cuya misión era salvaguardar el territorio y efectuar campañas contra los indios hostiles que resistían la colonización o vivían del pillaje a los colonos. Su origen se remonta a finales del siglo XVI, cuando se dictaminó la construcción de una línea de puestos fortificados llamados Presidios (del latín Presidium, fortín, fortaleza), al norte de la ciudad de México para contener las incursiones de los indios Chichimecas

Eran los puestos más avanzados de la colonización, donde terminaban los caminos y las poblaciones, y donde empezaba la tierra habitada por los indios bárbaros. Contaban con tierras y ganados de explotación en su entorno, por lo que frecuentemente dieron lugar a poblaciones. Al desarrollarse éstas y neutralizar las amenazas a su progreso, los Presidios se fueron trasladando cada vez más al norte. 

De un modo similar, las Misiones religiosas implantaron conjunta y paulatinamente el control sobre el territorio: roturando campos, estableciendo ranchos, deslindando caminos, convirtiendo almas... Un siglo y medio más tarde del inicio de su implantación, la línea de Presidios y Misiones se extendía por todo el suroeste de Estados Unidos, desde Texas hasta California.


Representación ideal del alzado de un Presidio español
Los Presidios de la frontera se construyeron de piedra o adobe, o una combinación de ambos, generalmente de forma cuadrada de aproximadamente 120 mts. por lado, con bastiones salientes o torres en al menos dos esquinas opuestas donde colocar cañones para proteger sus flancos. Además, en algunos Presidios se puede distinguir un túnel con una salida oculta hacia el abasto de agua, que utilizaban para el caso de estar asediados por los enemigos. En general no resultaron construcciones muy sofisticadas puesto que únicamente se utilizaban para guarnecerse de los ataques indios, quienes utilizando armas rudimentarias nunca pusieron en peligro la construcción. Dentro de los Presidios vivían los soldados y sus familias, sacerdotes, oficiales y los indios incorporados como guías, contando con viviendas, almacenes, herrería, capilla, etc. El sistema de Presidios estuvo guarnecido por los llamados Soldados Presidiales. Se nutría con militares de carrera llegados de España, con españoles y criollos que habían participado en la lucha contra los indios y con naturales del país.


Pintura alegórica del Presidio de Tubac, Arizona
La máxima autoridad en el Presidio correspondía al Capitán, que sería español o de alguna otra nacionalidad europea aliada de la Corona, como irlandeses, valones, italianos... Además extendía su responsabilidad más allá de la tropa acuartelada, encargándose de pacificar el territorio, establecer alianzas con las distintas tribus, promover el asentamiento estable de éstas y, junto con los misioneros, convertirlos a la religión católica. Por eso era habitual encontrar en el mismo emplazamiento un Presidio y una Misión, o de otra manera, Soldados Presidiales destacados en pequeñas dotaciones en alguna Misión alejada para facilitar su defensa. 

Una vez el territorio se encontraba pacificado y los indios sometidos, la Capitanía del Presidio se esforzaba en dar protección a los colonos y seguridad a las comunicaciones. Para tal fin existían Compañías Volantes de soldados que recorrían constantemente los caminos y conectaban las poblaciones, Misiones, minas, rancherías y presidios, al tiempo que intercambiaban noticias entre las estancias.

Cada Presidio tenía una guarnición de entre 20 y 100 soldados, comunmente 50 y algunos exploradores indígenas, pero era raro encontrar a toda una compañía completa en el fuerte. Los efectivos de cada compañía se dispersaban en pequeños destacamentos cubriendo un sinfín de tareas. Además de la guarnición del Presidio, los Soldados Presidiales también se ocuparon de explorar el territorio, ayudar a establecer nuevas Misiones hasta con su construcción, guarnecerlas y escoltarlas ante las incursiones de los indios hostiles, proteger las caravanas de suministros, llevar el correo y los despachos oficiales, y realizar en general cualquier otra función que les fuese asignada por su Capitán o el Gobieno Provincial. En respuesta a la inspección oficial de un Presidio sobre las órdenes y misiones encomendadas a la tropa, un soldado respondió: "Tengo tantos deberes como si el diablo hubiese vencido a los ángeles!"...




Oigo el tren llegando, está doblando la curva 
...y no he visto el brillo del sol desde no sé cuando. 
Estoy clavado en la Prisión de Folsom y el tiempo pasa, lentamente... 
Pero ese tren sigue rodando hacia San Antonio.

Cuando era sólo un niño mi mamá me dijo:
 "hijo, se siempre un buen chico, !no juegues nunca con pistolas!". 
Pero disparé a un hombre en Reno, solo para verle morir... 
Cuando oigo el silbido sonando, bajo la cabeza y lloro.

Bueno..., si me liberasen de esta prisión, si el tren de la vía fuese mío..., 
apuesto a que me animaría un poco, alejándome por la línea.
Lejos de la Prisión de Folsom, allí es donde quiero estar. 
Y dejaría que ese silbido solitario hiciera volar lejos mi tristeza.


                                                               "Folsom Prison Blues" Johnny Cash (1955)


"Folsom Prison Blues" es una canción de Johnny Cash, lanzada como single un 15 de Diciembre del año 1955 e incluída en su disco debut de 1957, Johnny Cash with His Hot and Blue Guitar.

La historia cuenta que Cash escribió esta canción en el año 1952 mientras hacía su servicio militar en una base del ejercito estadounidense en Alemania Occidental. La inspiración para esta canción le surgió al ver la película "Inside the Walls of Folsom Prison" junto a sus compañeros de instrucción militar. Para músicalizar su texto, Cash tomó prestado (o robó??) los acordes de una canción del compositor estadounidense Gordon Jenkins llamada "Crescent City Blues". Tras varios intentos y sesiones de grabación, Cash decidió usar exactamente la misma melodía que aquella canción y simplemente se molestó en cambiarle la letra. 

Dentro de ella, lo más impactante se encuentra en la frase que dice el protagonista de la historia: "I shot a man in Reno just to watch him die", la cual resume su contexto y catadura moral. Sobre esta famosa frase, Cash mencionó en la revista Rolling Stones que la escribió después de "pensar y pensar en la peor razón para matar a una persona". Con esa idea en mente, Cash logró crear una canción que mezcla de manera muy particular el country, sobre todo con la entonación, y la esencia del blues, con el sonido cadencioso de una locomotora..., junto a la trágica historia de un condenado a cadena perpetua. Country, blues... !acelera la máquina Johnny y tendremos rock & roll!.

"Folsom Prison Blues" fue grabada el 30 de Julio de 1955 en los míticos estudios del sello Sun Records de Memphis, y en Diciembre de ese año, lanzada como single sin incluír a Jenkins en los créditos. En 1967 Cash fue demandado por Jenkins, y tras varias negociaciones e idas y venidas a los tribunales, el "hombre de negro" tuvo que pagar 100.000$ por derechos de autor, además de incluír a Jenkins en los créditos de la canción.


"Folsom Prison Blues" tuvo su reválida en las listas de éxito cuando fue lanzada como single en el año 1968, en una nueva versión grabada en el histórico concierto que Cash diera en la Prisión Estatal de Folsom, California. A partir de ese momento se convirtió en una canción muy popular, pasando a ser una pieza fundamental del repertorio del artista.

Sobre el concierto y el álbum a que dio lugar encontrarán más información aquí:
http://es.wikipedia.org/wiki/At_Folsom_Prison  

Con el soporte de:
http://detrasdelacancion.blogspot.com.es                                                                                                       




Los villanos son parte esencial de cualquier buena historia que se precie. Un icono que el western ha contribuído a destilar por su condición argumental y la violencia implícita del género. 

Aunque multitud de malvados han poblado las pantallas, solo unos pocos han sido llamados a ocupar para siempre un lugar destacado en nuestra imaginación, distinguidos por sus rasgos más pronunciados o los excesos con los que fueron caracterizados.

Esta es mi particular selección, orientada a señalar los más singulares papeles protagonistas que acertados creadores (guionistas, directores, actores...) inmortalizaron como personalidades del Mal en los imaginarios confines del Oeste.



Little Bill, Alma de Criminal
Gene Hackman da vida a 'Little Bill' Daggett en la reconocida "Sin Perdón" que dirigiera Clint Eastwood por 1992. Little Bill es un tipo rudo y campechano con una apacible vida tras una estrella de cinco puntas que cuelga al pecho. Su mayor empeño es que nadie enturbie la paz de su reino, Big Whiskey, empleándose en ello mientras trata de construirse una linda casita de madera. 

Aunque ya conocen como se las gasta por allí, sabemos que no es trigo limpio cuando recibe la visita inesperada de Bob 'el inglés', un asesino a sueldo al que reconoce como compadre de antiguas fechorías y tiempos salvajes. Éste recala en el poblacho de Bill atraído por la recompensa que ofrecen unas prostitutas para dar castigo al autor del ultraje a una de ellas, con el que el sheriff fue demasiado benevolente.

Pero a Little Bill no le gustan los asesinos, tal vez porque se parecen demasiado a sí mismo, y no lo será con 'el inglés', decidido a escarmentar a cuantos rufianes aparezcan para sacar tajada del luctuoso asunto. Y es en la tremenda paliza que Bob recibe donde reconocemos el alma sádica de Little Bill, aunque no sea más que un aperitivo para mostrarnos sus métodos, como luego comprobará el bueno de Morgan Freeman.

La película es oscura, descriptiva, desmitificadora y sin concesiones a la espectacularidad. El personaje de Hackman es el contrapunto brillante para el pistolero William Munny, pero ambos representan caras del mismo universo de violencia, uno como pistolero a sueldo (esta vez en busca de redención) y otro desde el lado de la Ley. Empleando métodos brutales como los propios criminales "por el bien de la comunidad", Little Bill es el malo que forma parte del sistema, la autoridad, el encargado de romper los huevos para hacer la tortilla o poner el cascabel al gato. Pero en su despiadada ejecución pierde toda legitimidad al dar rienda suelta a sus más bajos instintos. 




Sí, amigos, Little Bill es un verdadero hijo de puta, un cafre cobijado bajo el manto de una ley que utiliza a su antojo, un personaje tan real, por otro lado, que no hay que rodar mucho para tropezársele detrás de cualquier chapa. Por esto mismo no resulta tan encantador o fabuloso como otros, pero es justo su descarnada humanidad la que le convierte quizás en el villano más repugnante de cuantos se enumeran. Un malvado con la suficiente mala uva para merecer el tercer puesto de este ránking de indeseables.


Frank, La Mirada del Terror
En 1968 Sergio Leone dirigió "Hasta que llegó su hora", quizás uno de los tres mejores representantes del denominado spaghetti western, y sin duda una de las diez mejores películas del Oeste de todos los tiempos. La impecable dirección de Leone y la soberbia partitura de Ennio Morricone redondean esta obra maestra del cine que gustosamente destriparé en otra ocasión. Hoy nos ocuparemos de uno de los cuatro personajes del filme, el malvado Frank, 'el amigo de los niños', cuya magnética mirada le aupa a un lugar destacado en el escalafón de los 'malos malísimos' del western



Sergio Leone se había empeñado en que Henry Fonda interpretase al villano de la historia, algo que el actor reconoció no entender hasta que vio la película terminada. Por eso se presentó ante Leone con la imagen que consideraba ideal para interpretar a un malvado prototípico: patillas, perilla que modificase su cara y lentillas oscuras para ocultar el azul celeste de sus ojos; azul que el público asociaba instantáneamente con la bondad y candidez de espíritu propias de sus papeles habituales. Al ver aparecer a Henry Fonda de esa guisa Leone se puso frenético: "¿Qué es todo eso? ¡Quítese las lentillas! ¡Son sus ojos azules por lo que estoy pagando!".

El pistolero Frank hace su aparición en la segunda secuencia de la película. La familia McBain se dispone a partir desde su rancho de Sweetwater hacia la estación de Flagstone para ir a recoger a la nueva prometida del viudo McBain. La entrada en escena del pistolero y sus secuaces es antológica, enfundados en largos guardapolvos, envueltos entre la calima y la polvareda del desierto, y encumbrados con grandilocuencia por una banda sonora que fluye airosa desde el hardcore épico hasta la melodía nostálgica. El clímax llega cuando aparece por la puerta el pequeño Timmy, tierno, frágil e inocente ante el desolador panorama servido por los canallas...




“¡Jesucristo, es Henry Fonda!”. Así resumía el propio actor, sobrecogido al asistir a la proyección del film, la honda impresión que los espectadores sufrían cuando la cámara giraba en torno al líder de los asesinos y se topaban con el rostro del actor que desde siempre había simbolizado la honradez, la rectitud y las admirables virtudes propias del Buen Hombre Americano.

Cómo quedó demostrado Leone tenía razón. Ofreciendo el contraste que causaban en la escena el angelical aspecto y trayectoria de Fonda (entonces con 63 años), conseguía impregnar de maldad al personaje por el resto de la película. Sus ojos azules ya no eran azul celeste, sino azul acero. Su rostro ya no era la representación de la virtud, sino la mismísima faz del Mal. Su suave voz ya no era la voz de la justicia, sino el apagado tono de un asesino despiadado. Incluso su sonrisa había dejado de resultar ingenua, confiable y cercana, para tornarse cínica y monstruosa. En un terrorífico intercambio de primeros planos, en los primeros minutos de la cinta y como presentación de su personaje, Henry Fonda sonreía a un tierno niño, un niño a quien el más noble de entre los nobles héroes de la pantalla contemplaba con tétrica candidez...

Si en esta secuencia se nos retrata a Frank para dar inicio al argumento de la película, al final de la cinta Leone nos obsequiará con su equivalente en otro derroche de barroquismo y exceso dramático, para cerrar la historia de nuevo poniendo el acento en la gélida mirada de Frank. El acierto del director y las tablas de Fonda, sitúan a este pistolero en el segundo puesto de la lista.




Sin embargo, el primer puesto entre los malvados del western tiene un dueño absoluto: Lee Van Cleef. El arquetipo esencial del villano, un tipo duro y despiadado, de acerada mirada y agudas facciones, es el rey de un papel que explotaría a fondo en su carrera y le reportaría el reconocimiento general. 


Sentencia, El Rostro del Mal
Lee Van Cleef saltó a la fama gracias a su personaje de Jack Colby, miembro de la banda de Frank Miller, el criminal que deseaba asesinar al sheriff Will Kane interpretado por Gary Cooper en "Solo ante el peligro". Le di un repaso aquí: http://almadefrontera.blogspot.com.es/2011/11/gary-cooper-en-solo-ante-el-peligro.html.

Durante los años 60 y después de aparecer en la obra maestra de John Ford "El Hombre Que Mató a Liberty Valance" (1962), el intérprete de New Jersey consiguió elevar su estatus y alcanzar la fama al intervenir en varios spaghetti westerns dirigidos por Sergio Leone. El primero fue "La Muerte Tenía Un Precio", junto a Clint Eastwood y Gian María Volonté. Posteriormente co-protagonizaría "El Bueno, El Feo y El Malo" (1966) el sensacional western de Leone también junto a Eastwood y Eli Wallach, donde da vida a Sentencia (llamado "Angel Eyes" en la versión inglesa). Éstas dos últimas interpretaciones le consagraron como uno de los rostros icónicos del mal en el western.




En particular, Sentencia es un frío y astuto asesino, irónico, maquiavélico y oportunista. Tan cumplidor como profesional. Así se le muestra en los primeros compases del metraje: Por quinientos dólares es contratado por Mr. Baker para obtener información de un granjero y después matarlo. Cuando llega a la casa de éste, Sentencia le comenta el asunto. El granjero, asustado dobla la cantidad y ofrece mil para que no lo mate. Sin embargo, Sentencia le informa de que una vez que recibe un encargo siempre lo cumple, por lo que lo asesina. Posteriormente, informa a Baker de la muerte del granjero y del asunto que tenía encomendado. "¿Sabes qué? Me ha ofrecido mil por matarte a tí". Ambos hombres sonríen y Sentencia lo mata. La imagen se congela y aparece el rótulo "El Malo".
 
Sin lugar a dudas, fueron ese título y su rostro alevoso y agudo los que condicionaron casi toda su carrera como actor, configurando una estampa física proclive al villano o al antihéroe, aunque también asumiría con el tiempo y la madurez otros papeles de cierto renombre (los spaguettis de Sabata, esta vez del lado del Bien y la Ley).

Cuando una vez se le preguntó si le gustaba interpretar al malo de la película, Lee respondió: "Claro, los personajes malvados tienen mucha profundidad". Bueno, tal vez no estuviese muy acertado a ese respecto, pero no hay duda del encanto y magnetismo que otorgó a sus personajes, hasta hacerles intemporales. Su presencia tranquila y fría emanaba confianza y fuerza en la pantalla, hipnotizándonos, haciéndonos disfrutar y sacando en nosotros el villano que todos llevamos dentro.

Lee Van Cleef fue arrastrado casualmente a encarnarles por su intensa mirada y marcados rasgos, pero su talento y oficio le valieron el reconocimiento general hacia su arte. En una trayectoria que abarcó cuatro décadas nos legó gran cantidad de trabajos donde reconocerle. Un imprescindible, hablando de western.


Algunas fuentes fueron:
http://videodrome.wordpress.com/
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article208.html

Esta fue mi lista de villanos del western, pero seguro que usted admira a algún otro malvado para rivalizar con estos personajes. ¡Adelante, desenfunde en los comentarios!



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