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Lo más reciente de Western


Bien lo puso en boca de Del Gue, Sydney Pollack, en su despedida del inefable Jeremías Johnson. También lo supo Grizzly Adams, otra alma solitaria buscando empezar una nueva vida sin vecinos, y muchos otros, en lo que no es sino un secreto a voces repetido sin cesar en la historia de los hombres: la llamada de la montaña.

Las montañas son ese mundo aparte que clama por su conquista para redención de los hombres. Su pureza y rotunda presencia, alzándose sobre neveros y bosques, invocan a quien es capaz de leer en los pétreos labios de sus costuras, la propuesta de un nuevo y redentor comienzo. Un viaje con la promesa de olvidar los fuegos del mundo civilizado y un desafío al arrojo de aventureros, antisociales o fugitivos, optando por la introspección, el desamparo y las alimañas, frente a la jauría humana y cotidiana de poblados y ciudades. Aún hoy, el mensaje permanece audible para quienes no terminaron por desconectar los sentidos a la magnificencia de la naturaleza. 


" -¿No es maravilloso?. Yo les dije a mis padres que me venía a las montañas para vivir de la caza. ¡Casi les maté del disgusto!. Dijeron: 'Hijo, sigue viviendo aquí, aquí es donde viven las personas. La montaña es para las fieras y para los salvajes'. Yo les dije: 'Madre, las Montañas Rocosas son la médula de mundo' ...¡y vive Dios que tenía razón!."



He aquí el mundo encantador del Principio, el maravilloso país de las Montañas Rocosas anclado en el espinazo de las Américas, un reino natural y salvaje en el cénit de la Gran Divisoria, rompiendo aguas a dos oceános desde el corazón de Norteamérica. Sin embargo, pese a su majestuosidad y belleza, las Rocky Mountains no serían más que otro accidente geográfico sobre la piel de cascabel del Oeste sino fuese por tipos como Del Gue, Jeremías o Grizzly, por citar algunos, buscando su sitio ante la mirada amenazante de los indígenas, encarando las adversidades de la naturaleza, la soledad y las fieras, sin el consuelo de saber que hay para ellos un lugar en el valle al que poder regresar.  


" -...Aquí no hay leyes para los salvajes, ni manicomios para los locos, ni más iglesia que la naturaleza, ni más voz que la de los pájaros. 

Mi camino únicamente podrá detenerlo una bala o una flecha. Solo entonces dejaré mis huesos en esta tierra que me conquistó para siempre."


Montañas y montañeses, tramperos, pioneros, buscadores de oro, traficantes..., esa es la diferencia con otras cordilleras de más renombre, querido Del, no sus cumbres. Los Alpes y los Andes nos importan un carajo. Son el paisaje natural y humano del que tú formas parte, quienes han hecho posible que las Montañas Rocosas nos hayan conquistado como a ti, para siempre. Ese es tu legado, demonio, y el de tantos quienes buscaron en ellas nuevos horizontes de superación y desafío.


¡Cabalga con buen viento y cuida tu cabellera Del Gue, intrépido trampero!. Sobre las crestas de Colorado brilla el sol un día más para que álamos y arces renueven de color las faldas de las Rocosas. Ya es primavera en Colorado Springs.



La aportación del Western a la cultura popular y a las artes cinematográficas es ampliamente reconocida. Para hacerse una idea del género basta echar una ojeada a la infinidad de listados que enumeran los mejores trabajos de actores y directoresSin embargo, para esta ocasión te propongo un recorrido por diez elementos que definen su casuística y son recursos habituales de su argumentario. Un viaje al corazón del Western, ilustrado con las películas que mejor representan sus temáticas. !Agárrate a la silla y acompáñanos al Oeste!, ...GO WEST!

1. HORIZONTES LEJANOS    
El Western no habría existido sin un paisaje particular. Hablamos del Mississippi, de las Grandes Llanuras, de las Montañas Rocosas, de los desiertos del Suroeste, los bosques norteños o las frecuentes referencias a México. Los grandes espacios abiertos del Western son una de las principales bazas de su espectacularidad. 

Se trata de un territorio inabarcable y salvaje, tantas veces caprichoso y fantástico. Un lugar aparte que aisla a los personajes en sus peripecias o sobre el que se cierne la zarpa de la civilización. La grandiosidad de montañas, ríos, llanuras y desiertos, contrastada sobre la pequeñez de jinetes solitarios, caravanas de colonos, partidas de guerra o humeantes convoys del ferrocarril, ensalza aún más el reto de su conquista. Es la geografía del Western. Cualquier cinta del género de Anthony Mann serviría para ilustrar esta temática. Te sugerimos “Tierras lejanas” o “La puerta del diablo” y “Centauros del desierto” de John Ford.

2. COLONOS Y CARRETAS  
Las películas del Oeste se circunscriben temporalmente al período histórico comprendido entre el final de la Guerra Civil Americana y los inicios del siglo XX. Un tiempo de grandes movimientos migratorios hacia el Oeste, desplazando o entrando en conflicto con las comunidades nativas que habitaban el territorio.

Ante las inmensidades de Norteamérica, los colonos deben valerse por si mismos, establecer nuevos códigos de convivencia y abrirse camino hasta la supervivencia. Esta nueva tierra prometida, siempre presente en el devocionario de los inmigrantes europeos, su obtención, conquista o salvaguarda (como el rancho que todo colono ansiaba establecer), ha edificado innumerables Westerns. Prueba de ello son cintas como “Más allá de Misuri” o “Caravana de mujeres” ambas de William A. Wellman.

3. INDÍGENAS HOSTILES      
Los indios de Norteamérica son otro sugerente polo de atracción y espectáculo que sumar al discurso épico del Western, solamente con la estampa de sus jefes y guerreros. Su fiereza como combatientes, la pericia con los animales, sus extraños rituales o el particular sistema de valores, se suman para ser determinantes en la cosmografía del género. 


A ojos del westerner es la cultura de los otros, los incivilizados, los salvajes. El mundo indígena tuvo siempre la condición de enemigo formal en el cine del Oeste, como opositor natural al avance de la civilización. Además, los indios representaron el primitivismo improductivo frente al esfuerzo sublimado de pioneros y colonos por rendir las riquezas de la tierra virgen. Su papel cambiaría a partir de los años 60, cuando el Western adoptó una visión histórica más realista y explícita del genocidio cometido sobre las naciones nativas.

Pocas experiencias más evocadoras para cinéfilos de salón que ver una buena peli de indios. Una excelente muestra es “El gran combate” de John Ford.

4. LA CABALLERÍA AMERICANA      
Para conjurar la amenaza de las tribus indígenas y apaciguar los territorios conquistados, los Estados Unidos emplearon la Caballería del Ejército y el Western pudo narrar así con tintes épicos su visión amañada de la Historia


Pelotones de jinetes enfilaron en las pantallas los amplios horizontes del Oeste, entre esponjosos cúmulos y laberínticos roquedos, prestos al auxilio de caravanas y viajeros que respiran por fin airosos al escuchar el mítico toque de “Una trompeta lejana” (como titulaba su obra Raoul Walsh). 

La vida militar transcurre en un singular destacamento de troncos empalizados, el Fuerte, donde la rutina es alterada por las salidas y llegadas de patrullas, despachos oficiales y animados bailes de gala en los que se brinda con ponche. Un sugestivo panorama cuyo mejor ejemplo son las cintas que conforman la trilogía de John Ford homenajeando a la Caballería AmericanaRío GrandeFort Apache y La legión invencible.

5. MUCHO GANADO       
Junto a la mitificación del paisaje y los peligros de su colonización, otra fuente de espectáculo en el cine del Oeste es la interacción con los animales. El caballo es el animal totémico para sus habitantes, sin olvidar a coyotes, pumas o las traicioneras serpientes de cascabel

En el Far West la tierra tiembla a la estampida de manadas de bisontessustento de las comunidades indias y pieza de caza fácil para pioneros y cazadores. Su reflejo civilizado será la ganadería extensiva vacuna para seguir vinculando a hombres y bestias. La gestión del ganado, las aventuras de su trasiego o la simple evocación del oficio de rancheros y cowboys nos han ofrecido joyas como Río Rojo de Howard Hawks, la mejor en su apartado. A destacar también La pradera sin ley de King Vidor.




El western es sin duda una de las grandes creaciones culturales de Norteamérica. En realidad, la vida de los cowboys clásicos fue breve, entre final de la Guerra de Secesión americana en 1865 y los años 1880- 90, debido a que eran necesarias cada vez más reses para alimentar a un territorio en progresivo crecimiento. A este condicionante se le fueron uniendo las malas condiciones atmosféricas, la caída del mercado de la carne y las contínuas luchas entre agricultores y ganaderos.

Todo eso hizo que los vaqueros fueran abandonando los ranchos del Oeste y buscasen otro modo de ganarse la vida. Muchos dirigieron sus miradas y destinos hacia Hollywood, hasta tal punto que se dice que en los años 20 llegaron a la Meca del Cine hasta unos 500 cowboys al año. Por tal motivo, muchas de las películas del Oeste de entonces se plantearon como reconstrucciones de la vida real y, desde famosos forajidos como Al Jennings o Enumett Dalton hasta sheriffs como Bill Tilghman llegaron a ser los protagonistas de estos films. Tilghman en particular, que fue el último de los grandes sheriffs del Oeste y protagonizó un buen puñado de películas, llegó a interrumpir uno de aquellos rodajes para apresar a unos asaltadores de bancos, mezclando realidad y ficción hasta límites insospechados.




La mayor parte de la inspiración para las películas del Oeste procedía de las novelas baratas, ayudadas por espectáculos de circo donde se representaban persecuciones de dligencias, ataques a trenes, etc..., y también algunas obras teatrales. El personaje que reunió todas estas fuentes fue el coronel William F. Cody, el insigne 'Búffalo Bill', plasmándolas en su ya famoso circo; además llegó a producir e interpretar una película sobre sus aventuras en 1913.

La Historia de los primeros tiempos del "rey de los géneros" cinematográficos es la de quienes le dieron vida y labraron el camino hacia los clásicos reconocidos de su Edad de Oro, en las décadas de los años 50 y 60 del pasado siglo. He aquí una breve reseña de las principales estrellas pioneras. Son siete y son magníficos:

'BRONCO BILLY'
El primer cowboy estrella fue Gilbert M. Anderson, más conocido como 'Brocho Billy'

En el temprano film de Edwin S. Porter y B. Martinetti "Asalto y Robo al Tren" (1903), Anderson llegó a interpretar tres papeles: la víctima del atraco, un miembro de la patrulla del sheriff y el forajido al que perseguía. Tras ver la cinta por vez primera en un teatro de vodevil y sentirse abrumado por la reacción del público, Anderson decidió dedicarse a la industria cinematográfica, y empezó a escribir, dirigir y actuar en sus propios westerns.

Gilbert M. Anderson actuó en más de 300 cortos para la compañía Essanay Studios de la que era cofundador. Aunque hizo una gran variedad de papeles, consiguió una enorme popularidad en una serie de 148 cortos western mudos, convirtiéndose en la primera estrella cowboy del cine, 'Broncho Billy'


Escribiendo, actuando y dirigiendo la mayor parte de dichas películas, Anderson también encontró tiempo para dirigir una serie de westerns cómicos protagonizados por Augustus CarneyEn sus mejores momentos llegó a cobrar 125.000$ como director, productor y estrella.
WILLIAM S. HART
El sucesor de 'Bill' fue William S. Hart, procedente de Broadway, considerado uno de lo más grandes intérpretes del momento. De ahí que se dijese que la 'S' de su nombre era la inicial de Shakespeare.

Fascinado por el Viejo Oeste, adquirió el revólver de Billy 'the Kid' y fue amigo del legendario Wyatt Earp y de Bat Masterson. Debutó en el cine en 1914 y, tras actuar en papeles secundarios en dos cortos, consiguió el estrellato con el primer papel en "The Bargain". 


Hart estaba particularmente interesado en hacer westerns realistas. Sus filmes destacaban por sus atuendos y utillería auténticos, así como por su extraordinaria capacidad interpretativa, entrenada en los escenarios teatrales de los Estados Unidos e Inglaterra.  

 En 1916 Hart ya producía, dirigía y protagonizaba sus propios largometrajes del Oeste. En 1917 se pasó a la Paramount donde rodaría su gran éxito "Wild Bill Hickock" en 1923.

Sin embargo, en los primeros años veinte el tipo de western que interpretaba Hart empezó gradualmente a quedar pasado de moda. El público fue atraído por un nuevo tipo de películas cuyo mejor ejemplo eran los filmes de Tom Mix, en los que se llevaban unos atuendos más vistosos y la acción era más trepidante. Paramount despidió a Hart, quien hizo un último intento para rodar uno de sus western y produjo personalmente "Tumbleweeds" (1925), un título que funcionó bien en taquilla, con una secuencia épica de colonos a la busca de tierras. 
Tras él, Hart se retiró del cine a su rancho en California. 

TOM MIX
Tom Mix se ocupó de encarnar al héroe justiciero por antonomasia. Fue el primero en manejar la publicidad para dar mayor resonancia a sus películas, desde aparatosos trajes hasta sorprendentes publicaciones de su biografía.

Hijo de un oficial de caballería, se dijo de él que había participado en la guerra hispano- norteamericana en Filipinas, en la rebelión de los Boxers en China; también corría el rumor de que había sido sheriff en Oklahoma y ranger en Texas. En realidad su padre fue leñador y, aunque sirvió en la artillería de los EE.UU., fue considerado prófugo en 1902.

Empezó su carrera en el cine como actor secundario en 1910 mostrando sus habilidades como vaquero. Para 1917, tras un repertorio de más de 100 películas de corte documental, la Fox se encargó de lanzarle al estrellato, interviniendo en otros 160 westerns menores a lo largo de la década de 1920, con guiones orientados a la acción, donde héroes y villanos estaban muy definidos y el protagonista sin tacha siempre ganaba. Millones de niños crecieron viendo sus películas los sábados por la tarde. Además, Mix no se dejaba doblar en las escenas arriesgadas, por lo que resultaba lesionado con alguna frecuencia.


El salario de Mix en Fox alcanzó los 17.500 dólares semanales. Entre sus películas destacan: "Western Blood" (Lynn F. Reynolds, 1917), "The Wilderness Trail" (1919), "Catch My Smoke" (W. Beaudine 1922), "La Jornada de la Muerte" (Northof Hudson Bay, J. Ford, 1923); "The Miracle Rider" (Armand Schaeffer y B. Reaves Eason, 1935). Su gran éxito fue "Just Tony" (1922) acompañado de su famoso caballo homónimo.
 
Durante 1929 trabajó para Film Booking Office, una pequeña productora dirigida por Joseph P. Kennedy. Mix tenía 49 años y se preparaba para retirarse del cine. Ese mismo año asistió al funeral de Wyatt Earp colaborando como porteador del féretro. El Oeste, y el cine mudo con sus últimos vestigios, pasaban a mejor vida. Con la llegada del sonido el inefable Tom Mix tuvo que volver a los ruedos.

BUCK JONES
Buck Jones, siguiendo la estela común de aquellos tipos, pasó de cowboy en un rancho de Oklahoma a espectáculos ecuestres y finalmente al cine.

Tuvo su primer papel protagonista, en "The Last Straw", film estrenado en 1920. En 1925 Jones rodó tres títulos con una muy joven Carole Lombard. En aquella década de 1920 Jones era, junto a Hoot Gibson, Tom Mix, y Ken Maynard, uno de los primeros actores cowboys del momento. Hasta se permitió fundar en 1928 su propia compañía, The Big Hop, que no tuvo éxito.

Ya en los años 30 fue contratado por Columbia Pictures, y su carrera fue en ascenso. En total intervino en más de 160 filmes, con una carrera que se prolongó desde 1918 hasta la década del 40. 


KEN MAYNARD
Ken Maynard actuó por primera vez en el cine mudo en 1923, trabajando también como especialista. Maynard fue uno de los primeros cowboys cantantes, actuando para Columbia Records y grabando dos canciones, "The Lone Star Trail" y "The Cowboy's Lament".

Maynard después pasó a Universal Studios, donde rodó sus primeras películas con banda sonora musical. En el film "Sons of the Saddle" (1930) cantó dos temas. Con su sombrero blanco, una camisa elegante y un par de revólveres al cinto, desde la década de 1920 hasta mediada la de 1940 Maynard actuó en más de 90 filmes. 

Sin embargo, su alcoholismo impactó negativamente en su vida y su carrera finalizó en 1944. Se dedicó a actuar en ferias y en rodeos, y fue propietario de un pequeño circo en el que actuaban jinetes de rodeo, pero finalmente quedó en manos de sus acreedores. El actor perdió toda su fortuna y acabó arruinado y viviendo en una caravana.


TIM McCOY
Tim McCoy fue soldado condecorado en el ejército de los Estados Unidos durante la Primera y Segunda Guerra Mundial. A los 28 años tenía fama de ser el más joven general de brigada en la historia del ejército de los EE.UU.

En 1922 fue consultado por 'The Famous Players' de Jesse Lasky, para proporcionar extras nativos de América para el espectáculo oeste, "The Covered Wagon" (1923). Llevó a cientos de "sus" indios a Utah y sirvió como asesor técnico en la película. Después de concluída la filmación se le pidió a McCoy que llevase a un grupo reducido de aquellos indios a Hollywood, para una presentación antes de cada pase de la película. Está etapa le hizo muy popular, girando el espectáculo unos ocho meses en Hollywood y varios meses más en Londres y París. McCoy regresó a su rancho de Wyoming, pero Irving Thalberg de MGM pronto le ofreció firmar un contrato para protagonizar una serie de aventuras que terminaron por lanzar a McCoy al estrellato.

Su primer largometraje fue "War Paint" (1926), con épicas escenas de los indios atacando a caballo junto al río, organizadas por McCoy y el director Woody Van Dyke, en una secuencia que luego reutilizarían muchos westerns de bajo presupuesto hasta bien entrada la década de 1950. "War Paint" marcó la pauta para el futuro de los westerns de McCoy, en los que los indios siempre fueron retratados con simpatía y nunca como salvajes sedientos de sangre. Otra notable actuación de McCoy para la MGM fue "The Law of the Range" (1928), que protagonizó junto a Joan Crawford.


HOOT GIBSON
Tras participar en rodeos durante el verano, Hoot Gibson recaló continudamente por Hollywood para hacer trabajos de especialista.

Durante varios años Gibson hizo papeles secundarios principalmente en westerns. En 1921 la demanda de películas de vaqueros era tan grande que Gibson empezó a recibir ofertas para interpretar primeros papeles. Algunas de ellas llegaron del director John Ford, con el cual Gibson entabló una duradera relación laboral y de amistad.

Desde la década de 1920 hasta la de 1940, Hoot Gibson se convirtió en una gran estrella cinematográfica, únicamente superado por Tom Mix entre los actores más taquilleros del western. Además, tuvo éxito en la transición al cine sonoro y, como resultado de ello, fue un intérprete muy bien pagado. También tuvo sus propios cómics, y su popularidad se mantuvo hasta la llegada de cowboys cantantes como Gene Autry o Roy Rogers, que le relegaron a un segundo plano.


Las vacas gordas se esfumaron cuando a Gibson le llegó el momento del retiro. Había derrochado gran parte de sus ingresos llevando un alto tren de vida y realizando malas inversiones. A mediados de la década de 1950 Gibson se encontraba arruinado, con el agravante de hacer frente a las costosas facturas médicas derivadas de sus problemas de salud. Para sostenerse económicamente hubo de trabajar en un casino de Las Vegas y en un carnaval, aceptando casi cualquier trabajo que su menguada fama le pudiese reportar.  
Hoot Gibson falleció a causa de un cáncer en 1962.



Con el soporte de:
http://es.wikipedia.org/wiki/
V.O. Kinomagacine Feb. 1994




Los villanos son parte esencial de cualquier buena historia que se precie. Un icono que el western ha contribuído a destilar por su condición argumental y la violencia implícita del género. 

Aunque multitud de malvados han poblado las pantallas, solo unos pocos han sido llamados a ocupar para siempre un lugar destacado en nuestra imaginación, distinguidos por sus rasgos más pronunciados o los excesos con los que fueron caracterizados.

Esta es mi particular selección, orientada a señalar los más singulares papeles protagonistas que acertados creadores (guionistas, directores, actores...) inmortalizaron como personalidades del Mal en los imaginarios confines del Oeste.



Little Bill, Alma de Criminal
Gene Hackman da vida a 'Little Bill' Daggett en la reconocida "Sin Perdón" que dirigiera Clint Eastwood por 1992. Little Bill es un tipo rudo y campechano con una apacible vida tras una estrella de cinco puntas que cuelga al pecho. Su mayor empeño es que nadie enturbie la paz de su reino, Big Whiskey, empleándose en ello mientras trata de construirse una linda casita de madera. 

Aunque ya conocen como se las gasta por allí, sabemos que no es trigo limpio cuando recibe la visita inesperada de Bob 'el inglés', un asesino a sueldo al que reconoce como compadre de antiguas fechorías y tiempos salvajes. Éste recala en el poblacho de Bill atraído por la recompensa que ofrecen unas prostitutas para dar castigo al autor del ultraje a una de ellas, con el que el sheriff fue demasiado benevolente.

Pero a Little Bill no le gustan los asesinos, tal vez porque se parecen demasiado a sí mismo, y no lo será con 'el inglés', decidido a escarmentar a cuantos rufianes aparezcan para sacar tajada del luctuoso asunto. Y es en la tremenda paliza que Bob recibe donde reconocemos el alma sádica de Little Bill, aunque no sea más que un aperitivo para mostrarnos sus métodos, como luego comprobará el bueno de Morgan Freeman.

La película es oscura, descriptiva, desmitificadora y sin concesiones a la espectacularidad. El personaje de Hackman es el contrapunto brillante para el pistolero William Munny, pero ambos representan caras del mismo universo de violencia, uno como pistolero a sueldo (esta vez en busca de redención) y otro desde el lado de la Ley. Empleando métodos brutales como los propios criminales "por el bien de la comunidad", Little Bill es el malo que forma parte del sistema, la autoridad, el encargado de romper los huevos para hacer la tortilla o poner el cascabel al gato. Pero en su despiadada ejecución pierde toda legitimidad al dar rienda suelta a sus más bajos instintos. 




Sí, amigos, Little Bill es un verdadero hijo de puta, un cafre cobijado bajo el manto de una ley que utiliza a su antojo, un personaje tan real, por otro lado, que no hay que rodar mucho para tropezársele detrás de cualquier chapa. Por esto mismo no resulta tan encantador o fabuloso como otros, pero es justo su descarnada humanidad la que le convierte quizás en el villano más repugnante de cuantos se enumeran. Un malvado con la suficiente mala uva para merecer el tercer puesto de este ránking de indeseables.


Frank, La Mirada del Terror
En 1968 Sergio Leone dirigió "Hasta que llegó su hora", quizás uno de los tres mejores representantes del denominado spaghetti western, y sin duda una de las diez mejores películas del Oeste de todos los tiempos. La impecable dirección de Leone y la soberbia partitura de Ennio Morricone redondean esta obra maestra del cine que gustosamente destriparé en otra ocasión. Hoy nos ocuparemos de uno de los cuatro personajes del filme, el malvado Frank, 'el amigo de los niños', cuya magnética mirada le aupa a un lugar destacado en el escalafón de los 'malos malísimos' del western



Sergio Leone se había empeñado en que Henry Fonda interpretase al villano de la historia, algo que el actor reconoció no entender hasta que vio la película terminada. Por eso se presentó ante Leone con la imagen que consideraba ideal para interpretar a un malvado prototípico: patillas, perilla que modificase su cara y lentillas oscuras para ocultar el azul celeste de sus ojos; azul que el público asociaba instantáneamente con la bondad y candidez de espíritu propias de sus papeles habituales. Al ver aparecer a Henry Fonda de esa guisa Leone se puso frenético: "¿Qué es todo eso? ¡Quítese las lentillas! ¡Son sus ojos azules por lo que estoy pagando!".

El pistolero Frank hace su aparición en la segunda secuencia de la película. La familia McBain se dispone a partir desde su rancho de Sweetwater hacia la estación de Flagstone para ir a recoger a la nueva prometida del viudo McBain. La entrada en escena del pistolero y sus secuaces es antológica, enfundados en largos guardapolvos, envueltos entre la calima y la polvareda del desierto, y encumbrados con grandilocuencia por una banda sonora que fluye airosa desde el hardcore épico hasta la melodía nostálgica. El clímax llega cuando aparece por la puerta el pequeño Timmy, tierno, frágil e inocente ante el desolador panorama servido por los canallas...




“¡Jesucristo, es Henry Fonda!”. Así resumía el propio actor, sobrecogido al asistir a la proyección del film, la honda impresión que los espectadores sufrían cuando la cámara giraba en torno al líder de los asesinos y se topaban con el rostro del actor que desde siempre había simbolizado la honradez, la rectitud y las admirables virtudes propias del Buen Hombre Americano.

Cómo quedó demostrado Leone tenía razón. Ofreciendo el contraste que causaban en la escena el angelical aspecto y trayectoria de Fonda (entonces con 63 años), conseguía impregnar de maldad al personaje por el resto de la película. Sus ojos azules ya no eran azul celeste, sino azul acero. Su rostro ya no era la representación de la virtud, sino la mismísima faz del Mal. Su suave voz ya no era la voz de la justicia, sino el apagado tono de un asesino despiadado. Incluso su sonrisa había dejado de resultar ingenua, confiable y cercana, para tornarse cínica y monstruosa. En un terrorífico intercambio de primeros planos, en los primeros minutos de la cinta y como presentación de su personaje, Henry Fonda sonreía a un tierno niño, un niño a quien el más noble de entre los nobles héroes de la pantalla contemplaba con tétrica candidez...

Si en esta secuencia se nos retrata a Frank para dar inicio al argumento de la película, al final de la cinta Leone nos obsequiará con su equivalente en otro derroche de barroquismo y exceso dramático, para cerrar la historia de nuevo poniendo el acento en la gélida mirada de Frank. El acierto del director y las tablas de Fonda, sitúan a este pistolero en el segundo puesto de la lista.




Sin embargo, el primer puesto entre los malvados del western tiene un dueño absoluto: Lee Van Cleef. El arquetipo esencial del villano, un tipo duro y despiadado, de acerada mirada y agudas facciones, es el rey de un papel que explotaría a fondo en su carrera y le reportaría el reconocimiento general. 


Sentencia, El Rostro del Mal
Lee Van Cleef saltó a la fama gracias a su personaje de Jack Colby, miembro de la banda de Frank Miller, el criminal que deseaba asesinar al sheriff Will Kane interpretado por Gary Cooper en "Solo ante el peligro". Le di un repaso aquí: http://almadefrontera.blogspot.com.es/2011/11/gary-cooper-en-solo-ante-el-peligro.html.

Durante los años 60 y después de aparecer en la obra maestra de John Ford "El Hombre Que Mató a Liberty Valance" (1962), el intérprete de New Jersey consiguió elevar su estatus y alcanzar la fama al intervenir en varios spaghetti westerns dirigidos por Sergio Leone. El primero fue "La Muerte Tenía Un Precio", junto a Clint Eastwood y Gian María Volonté. Posteriormente co-protagonizaría "El Bueno, El Feo y El Malo" (1966) el sensacional western de Leone también junto a Eastwood y Eli Wallach, donde da vida a Sentencia (llamado "Angel Eyes" en la versión inglesa). Éstas dos últimas interpretaciones le consagraron como uno de los rostros icónicos del mal en el western.




En particular, Sentencia es un frío y astuto asesino, irónico, maquiavélico y oportunista. Tan cumplidor como profesional. Así se le muestra en los primeros compases del metraje: Por quinientos dólares es contratado por Mr. Baker para obtener información de un granjero y después matarlo. Cuando llega a la casa de éste, Sentencia le comenta el asunto. El granjero, asustado dobla la cantidad y ofrece mil para que no lo mate. Sin embargo, Sentencia le informa de que una vez que recibe un encargo siempre lo cumple, por lo que lo asesina. Posteriormente, informa a Baker de la muerte del granjero y del asunto que tenía encomendado. "¿Sabes qué? Me ha ofrecido mil por matarte a tí". Ambos hombres sonríen y Sentencia lo mata. La imagen se congela y aparece el rótulo "El Malo".
 
Sin lugar a dudas, fueron ese título y su rostro alevoso y agudo los que condicionaron casi toda su carrera como actor, configurando una estampa física proclive al villano o al antihéroe, aunque también asumiría con el tiempo y la madurez otros papeles de cierto renombre (los spaguettis de Sabata, esta vez del lado del Bien y la Ley).

Cuando una vez se le preguntó si le gustaba interpretar al malo de la película, Lee respondió: "Claro, los personajes malvados tienen mucha profundidad". Bueno, tal vez no estuviese muy acertado a ese respecto, pero no hay duda del encanto y magnetismo que otorgó a sus personajes, hasta hacerles intemporales. Su presencia tranquila y fría emanaba confianza y fuerza en la pantalla, hipnotizándonos, haciéndonos disfrutar y sacando en nosotros el villano que todos llevamos dentro.

Lee Van Cleef fue arrastrado casualmente a encarnarles por su intensa mirada y marcados rasgos, pero su talento y oficio le valieron el reconocimiento general hacia su arte. En una trayectoria que abarcó cuatro décadas nos legó gran cantidad de trabajos donde reconocerle. Un imprescindible, hablando de western.


Algunas fuentes fueron:
http://videodrome.wordpress.com/
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article208.html

Esta fue mi lista de villanos del western, pero seguro que usted admira a algún otro malvado para rivalizar con estos personajes. ¡Adelante, desenfunde en los comentarios!



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