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   " Nosotros creemos en seguir nuestro propio camino, sin importar qué camino toma el resto del mundo.
   Creemos en evitar un sistema construído para aplastar a los individuos como insectos contra un parabrisas.
   Algunos de nosotros creemos en el hombre que está en lo alto. Todos creemos en mantenerlo unido al que está aquí abajo.
   Creemos en el cielo y no en el techo.
   Creemos en la libertad.
   Creemos en el polvo, la planta rodadora, el búfalo, las cordilleras, y montar en moto hasta la puesta de sol.
   Creemos en las alforjas, y creemos que los vaqueros hacían bien en llevarlas.
   Creemos en renunciar a darnos por vencidos ante alguien.
   Creemos en vestir de negro, porque no muestra suciedad ni debilidad.
   Creemos que el mundo se está volviendo blando ¡y no vamos a acompañarlo!.
   Creemos en excursiones motoristas que duran una semana.
   Creemos en las atracciones junto a la carretera, los perritos calientes de gasolinera y averiguar lo que hay tras la próxima colina.
   Creemos en motores que retumban, pistones del tamaño de cubos de basura, depósitos de gasolina diseñados en 1936, faros de la talla de los de un tren de carga, cromo y pintura metalizada.
   Creemos en las yantas y las calaveras.
   Creemos que la vida es como tú te la haces, y nosotros la hacemos como un ardiente viaje.
   Creemos que la máquina en la que te sientas puede decirle al mundo exactamente donde te levantas.
   No nos importa lo que crean los demás.
   ¡Amén! "




(El Credo Harley-Davidson: Vídeo "Live by it" subtitulado en español por The Jack)




Mi chico ha llegado a casa hoy con una moto Chopper, una motocicleta de esas que dejan atrás colinas y desiertos, devorando millas de carreteras solitarias barridas por el viento. Una máquina fascinante, grácil al tiempo que robusta, de deslumbrantes cromados y tierno ronrroneo, una delicia para la imaginación y los sentidos.

Tras la sorpresa inicial, una sensación que creí olvidada me ha recorrido con escalofrío. Al instante, he reaccionado y tratado de hacerle entender que si sigue por ese camino acabará convertido en una oveja negra. 


No es algo fácil de trasladar. Intentaré explicarme mejor a través del siguiente vídeo:





No sé. Aún no estoy seguro de haberle hecho comprender el verdadero significado de cuanto intento transmitirle. Más al contrario, puede entender con ello sólo una pura anécdota, algo que no compromete, una experiencia formidable, liviana y pasajera.

...como una custom, deslizándose rauda por la alfombra de asfalto, indiferente a la mirada de todos; como una esbelta águila de acero, sorteando valles y colinas con aplomo, directa al encuentro de nuevos horizontes...



...impulsada por un potente sentimiento de libertad anclado en lo más profundo del alma...



Al final me ha convencido. Ahora estoy deseando calzar mis viejas botas, rescatar del armario la chupa de cuero y rodar legendariamente hasta el ocaso.

¡Se me olvidaba!. Estos son mi nene y su moto, ¿a que dan envidia?.





Guadalupe Mountains, Texas


Extremadura es una región fronteriza al suroeste de España, quizás la región con mayor tradición de frontera de todo el país. Limitando con Portugal a través de una frontera abierta y permeable, su frontera ha sido históricamente el enlace natural de relaciones entre las capitales ibéricas. 

Además, Extremadura asumió en el pasado igualmente el papel de frontera, de extremo entre distintas civilizaciones, principalmente entre los reinos cristianos y musulmanes que guerreaban por el control de la Península. Todo ello hizo que fuese escenario de múltiples conflictos, desde la Roma de César a la Francia de Napoleón.

Quizás esa condición permanente de frontera, de territorio lejano, deshabitado y al extremo del poder, abonase su singular atraso y abandono. Un territorio desamparado y feudal, con habitantes con pocas perspectivas más allá de padecer el abuso y tirar del arado. Relegada a la condición de gran coto de caza, propiedad señorial de las Ordenes Militares religiosas o inmenso pastizal para los ganados del poderoso gremio de La Mesta, cuando no reserva de carne de cañón para las guerras de Su Majestad Católica, tal era su sino.

Guadalupe, Extremadura

Del mismo modo, aquel atraso secular pudo ser la causa por la que Extremadura mantiene hoy un valioso patrimonio histórico y paisajístico, con tres ciudades Patrimonio de la Humanidad (Cáceres, Guadalupe y Mérida), un Parque Nacional (Monfrague) y un extenso catálogo de recursos turísticos y Reservas Naturales. Su herencia cultural incluye elementos de la época prehistórica, de la importante presencia de Roma, del legado Hispano-Visigodo, la cultura Musulmana y la Cristiana tras la Reconquista. Joyas artísticas del Románico y del Mudéjar, heredado de los árabes, o la honda huella Gótica y Renacentista, visten de historia los pueblos y ciudades de Extremadura.

El descubrimiento de un Nuevo Mundo al otro lado del oceáno vino a abrir una nueva alternativa a sus sufridos habitantes, la emigración, como a tantos otros desheredados de los reinos de la Monarquía Hispánica. Y hasta Las Indias partieron como colonos y guerreros los extremeños, en la esperanza de sortear el destino aciago de su cuna y conquistar las riquezas con que erigir sus blasones.

Trujillo, Extremadura

Los nombres de aquellos aventureros quedaron forjados a sangre y fuego en la Historia de América y la Humanidad: Cortés, Pizarro, De Soto, Balboa, Alvarado, Valdivia, Orellana, Belalcázar, Mendoza... y detrás de sus hazañas y fracasos, una larga hueste de miles de anónimos extremeños, que contribuyeron a situar la gesta americana de sus emigrantes como el mayor hito de Extremadura en la Historia universal.

Todos ellos vieron la luz en aquel reino olvidado de la frontera ibérica, Extremadura. Aquel fue el marco de sus primeras correrías infantiles, donde brotaron sus primeras ilusiones y tal vez alumbrasen un futuro posible en los relatos de un Nuevo Mundo. Quizás donde blandieran por primera vez la espada. De allí partieron y a ella rindieron particular homenaje sembrando con su nombre y evocación el perfil de las Américas. Un homenaje que no fue otra cosa que el propio reconocimiento de su extranjería.

Santa Cruz, California

Y así fueron nombrados desiertos, montes, ríos, ciudades y pueblos, brotando con savia nueva de la lejana toponimia extremeña: Mérida, Medellín, Cáceres, Trujillo, Albuquerque, Guadalupe son algunos de los más repetidos; aunque también Alcántara, Nogales, Perales, Benquerencia, Santa Cruz... Además, en la Nueva España se llamó Nueva Extremadura a una región ubicada al norte del virreinato, comprendiendo los actuales estados mexicanos de Coahuila de Zaragoza y Nuevo León, y parte del estado de Texas, con capital en Santiago de la Monclova, actualmente Monclova, Coahuila.

He aquí un sugerente viaje por el reflejo extremeño en Norteamérica, poblado por las emociones de quienes los descubrieron, fundaron o habitaron, labrando con ello el fruto de una historia compartida por ambos hemisferios: 

 MEXICO 

    - Campillo
    - Guadalupe (varias)
    - Ánimas
    - Mérida
    - Trujillo
    - Jérez
    - Borbollón
    - Villanueva
    - Majadas
    - Llerena
    - Santa Cruz
    - Calera
    - Mirandilla
    - Granadilla
    - Salvatierra
    - Zafra
    - Medellín
    - Bienvenida

ESTADOS UNIDOS

   - Cortés
   - Santa Cruz
   - Guadalupe (condado)
   - Río Ánimas
   - Albuquerque
   - Trujillo
   - Chaves (condado)
   - Montes Guadalupe
   - Cerro Guadalupe
   - Villanueva
    - Galisteo
    - Nogales
    - Buenavista
    - Valparaíso
    - El Gordo
    - Vera
    - Portaje
    - Serena
    - Balboa
    - Alvarado

Cuenca de Galisteo, Nuevo México


Información sobre Extremadura aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Extremadura  


En Congreso, 4 de julio de 1776. 
Declaración unánime de los trece Estados Unidos de América.





"Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y el Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación.

Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad

Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; tal es ahora la necesidad que las obliga a reformar su anterior sistema de gobierno. La historia del actual Rey de la Gran Bretaña es una historia de repetidos agravios y usurpaciones, encaminados todos directamente hacia el establecimiento de una tiranía absoluta sobre estos estados. Para probar esto, sometemos los hechos al juicio de un mundo imparcial:
Ha rehusado asentir a las leyes más convenientes y necesarias al bien público de estas colonias, prohibiendo a sus gobernadores sancionar aun aquellas que eran de inmediata y urgente necesidad a menos que se suspendiese su ejecución hasta obtener su consentimiento, y estando así suspensas las ha desatendido enteramente.
Ha reprobado las providencias dictadas para la repartición de los distritos de los pueblos, exigiendo violentamente que estos renunciasen el derecho de representación en sus legislaturas, derecho inestimable para ellos y formidable sólo para los tiranos. 
Ha convocado cuerpos legislativos fuera de los lugares acostumbrados y en sitos distantes del depósito de sus registros públicos, con el único fin de molestarlos hasta obligarlos a convenir con sus medidas, y cuando estas violencias no han tenido el efecto que se esperaba, se han disuelto las salas de representantes por oponerse firme y valerosamente a las invocaciones proyectadas contra los derechos del pueblo, rehusando por largo tiempo después de desolación semejante a que se eligiesen otros, por lo que los poderes legislativos, incapaces de aniquilación, han recaído sobre el pueblo para su ejercicio, quedando el estado entre tanto, expuesto a todo el peligro de una invasión exterior y de convulsiones internas.
Se ha esforzado en estorbar los progresos de la población en estos estados, obstruyendo a este fin las leyes para la naturalización de los extranjeros, rehusando sancionar otras para promover su establecimiento en ellos y prohibiéndoles adquirir nuevas propiedades en estos países.
En el orden judicial ha obstruido la administración de justicia, oponiéndose a las leyes necesarias para consolidar la autoridad de los tribunales, creando jueces que dependen solamente de su voluntad, por recibir de él el nombramiento de sus empleos y pagamento de sus sueldos, y mandando un enjambre de oficiales para oprimir a nuestro pueblo y empobrecerlo con sus estafas y rapiñas.
Ha atentado a la libertad civil de los ciudadanos, manteniendo en tiempo de paz entre nosotros tropas armadas sin el consentimiento de nuestra legislatura, procurando hacer al militar independiente y superior al poder civil, combinando con nuestros vecinos, con plan despótico para sujetarnos a una jurisdicción extraña a nuestras leyes y no reconocida por nuestra constitución, destruyendo nuestro tráfico en todas las partes del mundo y poniendo contribuciones sin nuestro consentimiento, privándonos en muchos casos de las defensas que proporciona el juicio por jurados, transportándonos mas allá de los mares para ser juzgados por delitos supuestos, aboliendo el libre sistema de la ley inglesa en una provincia confinante, alterando fundamentalmente las formas de nuestros gobiernos y nuestras propias legislaturas y declarándose el mismo investido con el poder de dictar leyes para nosotros en todos los casos, cualesquiera que fuesen.
Ha abdicado el derecho que tenía para gobernarnos, declarándonos la guerra y poniéndonos fuera de su protección, haciendo el pillaje en nuestros mares, asolando nuestras costas, quitando la vida a nuestros conciudadanos y poniéndonos a merced de numerosos ejércitos extranjeros para completar la obra de muerte, desolación y tiranía comenzada y continuada con circunstancias de crueldad y perfidia totalmente indignas del jefe de una nación civilizada.
Ha compelido a nuestros conciudadanos hechos prisioneros en alta mar, a llevar armas contra su patria, constituyéndose en verdugos de sus hermanos y amigos, excitando insurrecciones domésticas y procurando igualmente irritar contra nosotros a los habitantes de las fronteras, los indios bárbaros y feroces cuyo método conocido de hacer la guerra es la destrucción de todas las edades, sexos y condiciones.
En cada etapa de estas opresiones, hemos pedido justicia en los términos más humildes: a nuestras repetidas peticiones se ha contestado solamente con repetidos agravios. Un Príncipe, cuyo carácter está así señalado con cada uno de los actos que pueden definir a un tirano, no es digno de ser el gobernante de un pueblo libre.

Tampoco hemos dejado de dirigirnos a nuestros hermanos británicos. Los hemos prevenido de tiempo en tiempo de las tentativas de su poder legislativo para englobarnos en una jurisdicción injustificable. Les hemos recordado las circunstancias de nuestra emigración y radicación aquí. Hemos apelado a su innato sentido de justicia y magnanimidad, y los hemos conjurado, por los vínculos de nuestro parentesco, a repudiar esas usurpaciones, las cuales interrumpirían inevitablemente nuestras relaciones y correspondencia. También ellos han sido sordos a la voz de la justicia y de la cosanguinidad. Debemos, pues, convenir en la necesidad que establece nuestra separación y considerarlos como consideramos a las demás colectividades humanas: enemigos en la guerra y amigos en la paz.

Por lo tanto, los Representantes de los Estados Unidos de América, convocados en Congreso General, apelando al Juez Supremo del mundo por la rectitud de nuestras intenciones, en nombre y por la autoridad del buen pueblo de estas Colonias, solemnemente hacemos público y declaramos: Que estas Colonias Unidas son, y deben serlo por derecho, Estados Libres e Independientes; que quedan libres de toda lealtad a la Corona Británica, y que toda vinculación política entre ellas y el Estado de la Gran Bretaña queda y debe quedar totalmente disuelta; y que, como Estados Libres o Independientes tienen pleno poder para hacer la guerra, concertar la paz, concertar alianzas, establecer el comercio y efectuar los actos y providencias a que tienen derecho los Estados independientes.
Y en apoyo de esta Declaración, con absoluta confianza en la protección de la Divina Providencia, empeñamos nuestra vida, nuestra hacienda y nuestro sagrado honor". 




Uno de los emblemas con mayor fuerza visual y simbólica del mundo es el escudo nacional de México. De profundo significado y definición (variable, como veremos, a través del tiempo), posee además una poderosa carga narrativa. Un composición figurativa de gran fuerza y armoniosa estética. Una escena natural que logra aunar leyenda, historia, sentimiento y raza. Un emblema con garra.

El escudo de México está inspirado en la leyenda azteca sobre la fundación de México-Tenochtitlan. Según se narra, los aztecas vivían tranquilos en Aztlán, actualmente Nayarit, cuando su Dios principal llamado Huitzilopochtli habló a los sacerdotes instando a los aztecas a abandonar Aztlán. Deberían partir a la búsqueda de una nueva tierra donde darían lugar a un nuevo pueblo que alcanzaría grandes riquezas y poder sobre otras comunidades. Sólo sabrían que habían llegado a aquella tierra prometida cuando encontrasen un águila posado en un nopal devorando una serpiente. Y cuenta la leyenda que después de aproximadamente 302 años de búsqueda encontraron por fin la señal en el valle de México, sobre un islote del lago de Anáhuac, donde fundaron su grandiosa capital, Tenochtitlán. 
Año 1867

Este hecho es considerado la fundación de México, siendo la representación de la profecía de Huitzilopochtli adoptada como símbolo nacional: el águila, de perfil izquierdo, erguida y posada sobre un nopal en medio de un islote, apoyada sobre su pata izquierda mientras con la pata derecha y con el pico desgarra una serpiente de cascabel.

El modelo vigente fue dibujado por el artista Francisco Epens Helguera y ratificado con su firma por los tres poderes de la Unión Mexicana, en la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz, quedando depositado en el Archivo General de la Nación, en el Museo Nacional de Historia y la Casa de Moneda.


El escudo desde su origen
El significado original de los símbolos era distinto al actual en numerosos aspectos: El águila era una representación del dios sol Huitzilopochtli, una deidad tan importante para los aztecas como que éstos se llamaban a sí mismos "el pueblo del Sol". La serpiente representaba la sabiduría y renovación de la vida, y su aparición guardaba connotaciones relacionadas con el dios Quetzalcóatl, la llamada "serpiente emplumada". El nopal, llamado 'tenochtli' en náhuatl, ha representado siempre la isla sobre la que se fundara Tenochtitlán. Sus frutos, las tunas rojas, simbolizaban para los aztecas el corazón de los hombres. El islote sobre el que se sitúa el nopal es el glifo de Copil hijo, Malinalxóchitl, primer sacrificado a Huitzilopochtli, según la leyenda azteca, ahogado en el lago de Texcoco. 

Año 1887
La historia de su uso como emblema nos lleva a la representación más divulgada de las numerosas águilas aztecas, la que se ha denominado Piedra del Escudo Nacional, o 'Teocalli de la Guerra Sagrada', una talla en piedra ejecutada con gran cuidado y maestría. Es una representación de un templo azteca con alfardas, escalinatas y un disco solar con dos dioses al frente. En su parte posterior está esculpida el águila que marca la leyenda de Tenochtitlán. Según los arqueólogos data de cerca de 1507 o 1508 y aparece en el Códice Mendoza.

Sin embargo, una revisión exhaustiva de los restos arqueológicos, pinturas, manuscritos y códices postcortesianos, muestra que no había una serpiente en la leyenda original. En algunas ilustraciones aztecas, como el Códice Mendocino, sólo se muestra un águila, mientras que en el Códice Ramírez, se cita que Huitzilopochtli ordenó a los aztecas encontrar un ave preciosa parada sobre un nopal. En el texto 'Chimalpahin cuauhtehuanitzin', el águila está devorando algo, pero no se menciona qué es. Incluso otras versiones muestran al águila agarrando el símbolo azteca de la guerra, el glifo 'atlachinolli', el "agua que arde".

En realidad, la escena del águila devorando a la serpiente habría sido considerada como impropia por aquellos mismos aztecas a quienes se pretende aludir. La historia del águila y la serpiente se derivó de una traducción incorrecta de la crónica 'Mexicayotl' de Hernando de Alvarado Tezozómoc. Se tradujo la frase náhuatl 'ihuan cohuatl izomocayan', "la serpiente silba", como "la serpiente es destruida". Basándose en este texto el padre Diego Durán reinterpretó la leyenda, de forma que el águila representaba el Bien mientras que la serpiente representaba el Mal y al pecado. A pesar de su imprecisión y tergiversación de la mitología precolombina, este significado fue adoptado al corresponderse con la tradición judeocristiana europea, siendo utilizado por los misioneros para la catequesis y conversión de los pueblos indígenas al cristianismo. El padre Durán la expondría generalmente por primera vez en 1582 para ilustrar su Atlas de la historia de los indios de la Nueva España e islas de Tierra Firme, y pronto fue adoptada por otros. No sería hasta la guerra de independencia que se usaría como escudo de armas.

Año 1916
Otra curiosidad desmitificadora hace referencia al ave del escudo, el águila real. Sin embargo, en un estudio de 1960 el ornitólogo mexicano Martín del Campo identificó al ave del códice como un 'caracara' o "quebrantahuesos", una especie de rapaz muy común en México (aunque el nombre "águila" es incorrecto, puesto que el 'caracara' es un tipo de halcón). De cualquier manera, el águila real se consideró como el águila mexicana para fines de representación oficiales, y por la misma razón se la considera como el ave oficial de México. 

Respecto a la serpiente, cuando el padre Durán la introdujo en su narración originalmente se trataba de una serpiente acuática. No fue si no hasta 1917 cuando fue representada como una serpiente de cascabel, por ser más común que las variedades acuáticas en las ilustraciones prehispánicas. Independientemente de esto, el diseño y coloración de la serpiente en el escudo moderno no corresponden con los de ninguna especie, siendo inspirados por una representación de Quetzalcóatl, la mítica serpiente de cascabel con plumas de quetzal. 


Significado actual 
Aunque los elementos principales del emblema de México permanecen a día de hoy, desde su adopción hasta el presente, al escudo nacional se le han atribuido gran variedad de significados. Estos que se detallan son los más comunes:

El águila real en actitud de combate devorando una serpiente de cascabel, representa al pueblo mexicano, e intenta mostrar que México, con su pose combativa, está listo para encarar los retos que la vida y el mundo le presenten.
Año 1934
La serpiente por su parte tiene un significado bastante obvio: representa al Mal y a los enemigos de la nación. Sin querer, el padre Durán se salió con la suya...

El nopal con cinco pencas sobre el que está posado el águila, que muestra además algunas inflorescencias. Cuenta con 32 espinas frontales que podrían representar los 31 estados de la Unión más el Distrito Federal, aunque este aspecto no ha sido reconocido oficialmente.

El islote tiene un listón con franjas de colores: el verde representa la esperanza y la victoria, el blanco simboliza la pureza de ideales y el rojo es deudo de la sangre que derramaron los héroes nacionales.

En la parte inferior hay una guirnalda, una corona abierta de ramas en forma de semicírculo, compuesta por ramas de roble al lado izquierdo, que simbolizan fuerza y determinación, mientras del lado derecho son ramas de laurel las que aluden a la gloria y la victoria de México.


Con el soporte de:
http://es.wikipedia.org
http://www.sitesmexico.com/mexico/escudo-mexico.htm 


Lejos de cualquier parte, aislados en la inmensidad de la nada, sometidos a la amenaza constante de indígenas hostiles, en pugna permanente contra la hambruna y el desamparo. Éstos eran los alicientes que esperaban a los guardianes de las fronteras norteamericanas de España, destacados en cualquier Presidio remoto.

Punta de lanza de una colonización que debía salvar el obstáculo de desiertos y soledades, añadidos a la lejanía de una administración mastodóntica, las siluetas de adobe y encalados tapiales de Presidios y Misiones emergieron en los solitarios páramos de Norteamérica como faro de conquista y civilización. Al izado de la Cruz de Borgoña sobre los horizontes del suroeste, nada volvería a ser igual.


UN FORTÍN EN MEDIO DE LA NADA
Los Presidios de Nueva España (división administrativa del México colonial) eran fuertes cuya misión era salvaguardar el territorio y efectuar campañas contra los indios hostiles que resistían la colonización o vivían del pillaje a los colonos. Su origen se remonta a finales del siglo XVI, cuando se dictaminó la construcción de una línea de puestos fortificados llamados Presidios (del latín Presidium, fortín, fortaleza), al norte de la ciudad de México para contener las incursiones de los indios Chichimecas

Eran los puestos más avanzados de la colonización, donde terminaban los caminos y las poblaciones, y donde empezaba la tierra habitada por los indios bárbaros. Contaban con tierras y ganados de explotación en su entorno, por lo que frecuentemente dieron lugar a poblaciones. Al desarrollarse éstas y neutralizar las amenazas a su progreso, los Presidios se fueron trasladando cada vez más al norte. 

De un modo similar, las Misiones religiosas implantaron conjunta y paulatinamente el control sobre el territorio: roturando campos, estableciendo ranchos, deslindando caminos, convirtiendo almas... Un siglo y medio más tarde del inicio de su implantación, la línea de Presidios y Misiones se extendía por todo el suroeste de Estados Unidos, desde Texas hasta California.


Representación ideal del alzado de un Presidio español
Los Presidios de la frontera se construyeron de piedra o adobe, o una combinación de ambos, generalmente de forma cuadrada de aproximadamente 120 mts. por lado, con bastiones salientes o torres en al menos dos esquinas opuestas donde colocar cañones para proteger sus flancos. Además, en algunos Presidios se puede distinguir un túnel con una salida oculta hacia el abasto de agua, que utilizaban para el caso de estar asediados por los enemigos. En general no resultaron construcciones muy sofisticadas puesto que únicamente se utilizaban para guarnecerse de los ataques indios, quienes utilizando armas rudimentarias nunca pusieron en peligro la construcción. Dentro de los Presidios vivían los soldados y sus familias, sacerdotes, oficiales y los indios incorporados como guías, contando con viviendas, almacenes, herrería, capilla, etc. El sistema de Presidios estuvo guarnecido por los llamados Soldados Presidiales. Se nutría con militares de carrera llegados de España, con españoles y criollos que habían participado en la lucha contra los indios y con naturales del país.


Pintura alegórica del Presidio de Tubac, Arizona
La máxima autoridad en el Presidio correspondía al Capitán, que sería español o de alguna otra nacionalidad europea aliada de la Corona, como irlandeses, valones, italianos... Además extendía su responsabilidad más allá de la tropa acuartelada, encargándose de pacificar el territorio, establecer alianzas con las distintas tribus, promover el asentamiento estable de éstas y, junto con los misioneros, convertirlos a la religión católica. Por eso era habitual encontrar en el mismo emplazamiento un Presidio y una Misión, o de otra manera, Soldados Presidiales destacados en pequeñas dotaciones en alguna Misión alejada para facilitar su defensa. 

Una vez el territorio se encontraba pacificado y los indios sometidos, la Capitanía del Presidio se esforzaba en dar protección a los colonos y seguridad a las comunicaciones. Para tal fin existían Compañías Volantes de soldados que recorrían constantemente los caminos y conectaban las poblaciones, Misiones, minas, rancherías y presidios, al tiempo que intercambiaban noticias entre las estancias.

Cada Presidio tenía una guarnición de entre 20 y 100 soldados, comunmente 50 y algunos exploradores indígenas, pero era raro encontrar a toda una compañía completa en el fuerte. Los efectivos de cada compañía se dispersaban en pequeños destacamentos cubriendo un sinfín de tareas. Además de la guarnición del Presidio, los Soldados Presidiales también se ocuparon de explorar el territorio, ayudar a establecer nuevas Misiones hasta con su construcción, guarnecerlas y escoltarlas ante las incursiones de los indios hostiles, proteger las caravanas de suministros, llevar el correo y los despachos oficiales, y realizar en general cualquier otra función que les fuese asignada por su Capitán o el Gobieno Provincial. En respuesta a la inspección oficial de un Presidio sobre las órdenes y misiones encomendadas a la tropa, un soldado respondió: "Tengo tantos deberes como si el diablo hubiese vencido a los ángeles!"...




Oigo el tren llegando, está doblando la curva 
...y no he visto el brillo del sol desde no sé cuando. 
Estoy clavado en la Prisión de Folsom y el tiempo pasa, lentamente... 
Pero ese tren sigue rodando hacia San Antonio.

Cuando era sólo un niño mi mamá me dijo:
 "hijo, se siempre un buen chico, !no juegues nunca con pistolas!". 
Pero disparé a un hombre en Reno, solo para verle morir... 
Cuando oigo el silbido sonando, bajo la cabeza y lloro.

Bueno..., si me liberasen de esta prisión, si el tren de la vía fuese mío..., 
apuesto a que me animaría un poco, alejándome por la línea.
Lejos de la Prisión de Folsom, allí es donde quiero estar. 
Y dejaría que ese silbido solitario hiciera volar lejos mi tristeza.


                                                               "Folsom Prison Blues" Johnny Cash (1955)


"Folsom Prison Blues" es una canción de Johnny Cash, lanzada como single un 15 de Diciembre del año 1955 e incluída en su disco debut de 1957, Johnny Cash with His Hot and Blue Guitar.

La historia cuenta que Cash escribió esta canción en el año 1952 mientras hacía su servicio militar en una base del ejercito estadounidense en Alemania Occidental. La inspiración para esta canción le surgió al ver la película "Inside the Walls of Folsom Prison" junto a sus compañeros de instrucción militar. Para músicalizar su texto, Cash tomó prestado (o robó??) los acordes de una canción del compositor estadounidense Gordon Jenkins llamada "Crescent City Blues". Tras varios intentos y sesiones de grabación, Cash decidió usar exactamente la misma melodía que aquella canción y simplemente se molestó en cambiarle la letra. 

Dentro de ella, lo más impactante se encuentra en la frase que dice el protagonista de la historia: "I shot a man in Reno just to watch him die", la cual resume su contexto y catadura moral. Sobre esta famosa frase, Cash mencionó en la revista Rolling Stones que la escribió después de "pensar y pensar en la peor razón para matar a una persona". Con esa idea en mente, Cash logró crear una canción que mezcla de manera muy particular el country, sobre todo con la entonación, y la esencia del blues, con el sonido cadencioso de una locomotora..., junto a la trágica historia de un condenado a cadena perpetua. Country, blues... !acelera la máquina Johnny y tendremos rock & roll!.

"Folsom Prison Blues" fue grabada el 30 de Julio de 1955 en los míticos estudios del sello Sun Records de Memphis, y en Diciembre de ese año, lanzada como single sin incluír a Jenkins en los créditos. En 1967 Cash fue demandado por Jenkins, y tras varias negociaciones e idas y venidas a los tribunales, el "hombre de negro" tuvo que pagar 100.000$ por derechos de autor, además de incluír a Jenkins en los créditos de la canción.


"Folsom Prison Blues" tuvo su reválida en las listas de éxito cuando fue lanzada como single en el año 1968, en una nueva versión grabada en el histórico concierto que Cash diera en la Prisión Estatal de Folsom, California. A partir de ese momento se convirtió en una canción muy popular, pasando a ser una pieza fundamental del repertorio del artista.

Sobre el concierto y el álbum a que dio lugar encontrarán más información aquí:
http://es.wikipedia.org/wiki/At_Folsom_Prison  

Con el soporte de:
http://detrasdelacancion.blogspot.com.es                                                                                                       




Los villanos son parte esencial de cualquier buena historia que se precie. Un icono que el western ha contribuído a destilar por su condición argumental y la violencia implícita del género. 

Aunque multitud de malvados han poblado las pantallas, solo unos pocos han sido llamados a ocupar para siempre un lugar destacado en nuestra imaginación, distinguidos por sus rasgos más pronunciados o los excesos con los que fueron caracterizados.

Esta es mi particular selección, orientada a señalar los más singulares papeles protagonistas que acertados creadores (guionistas, directores, actores...) inmortalizaron como personalidades del Mal en los imaginarios confines del Oeste.



Little Bill, Alma de Criminal
Gene Hackman da vida a 'Little Bill' Daggett en la reconocida "Sin Perdón" que dirigiera Clint Eastwood por 1992. Little Bill es un tipo rudo y campechano con una apacible vida tras una estrella de cinco puntas que cuelga al pecho. Su mayor empeño es que nadie enturbie la paz de su reino, Big Whiskey, empleándose en ello mientras trata de construirse una linda casita de madera. 

Aunque ya conocen como se las gasta por allí, sabemos que no es trigo limpio cuando recibe la visita inesperada de Bob 'el inglés', un asesino a sueldo al que reconoce como compadre de antiguas fechorías y tiempos salvajes. Éste recala en el poblacho de Bill atraído por la recompensa que ofrecen unas prostitutas para dar castigo al autor del ultraje a una de ellas, con el que el sheriff fue demasiado benevolente.

Pero a Little Bill no le gustan los asesinos, tal vez porque se parecen demasiado a sí mismo, y no lo será con 'el inglés', decidido a escarmentar a cuantos rufianes aparezcan para sacar tajada del luctuoso asunto. Y es en la tremenda paliza que Bob recibe donde reconocemos el alma sádica de Little Bill, aunque no sea más que un aperitivo para mostrarnos sus métodos, como luego comprobará el bueno de Morgan Freeman.

La película es oscura, descriptiva, desmitificadora y sin concesiones a la espectacularidad. El personaje de Hackman es el contrapunto brillante para el pistolero William Munny, pero ambos representan caras del mismo universo de violencia, uno como pistolero a sueldo (esta vez en busca de redención) y otro desde el lado de la Ley. Empleando métodos brutales como los propios criminales "por el bien de la comunidad", Little Bill es el malo que forma parte del sistema, la autoridad, el encargado de romper los huevos para hacer la tortilla o poner el cascabel al gato. Pero en su despiadada ejecución pierde toda legitimidad al dar rienda suelta a sus más bajos instintos. 




Sí, amigos, Little Bill es un verdadero hijo de puta, un cafre cobijado bajo el manto de una ley que utiliza a su antojo, un personaje tan real, por otro lado, que no hay que rodar mucho para tropezársele detrás de cualquier chapa. Por esto mismo no resulta tan encantador o fabuloso como otros, pero es justo su descarnada humanidad la que le convierte quizás en el villano más repugnante de cuantos se enumeran. Un malvado con la suficiente mala uva para merecer el tercer puesto de este ránking de indeseables.


Frank, La Mirada del Terror
En 1968 Sergio Leone dirigió "Hasta que llegó su hora", quizás uno de los tres mejores representantes del denominado spaghetti western, y sin duda una de las diez mejores películas del Oeste de todos los tiempos. La impecable dirección de Leone y la soberbia partitura de Ennio Morricone redondean esta obra maestra del cine que gustosamente destriparé en otra ocasión. Hoy nos ocuparemos de uno de los cuatro personajes del filme, el malvado Frank, 'el amigo de los niños', cuya magnética mirada le aupa a un lugar destacado en el escalafón de los 'malos malísimos' del western



Sergio Leone se había empeñado en que Henry Fonda interpretase al villano de la historia, algo que el actor reconoció no entender hasta que vio la película terminada. Por eso se presentó ante Leone con la imagen que consideraba ideal para interpretar a un malvado prototípico: patillas, perilla que modificase su cara y lentillas oscuras para ocultar el azul celeste de sus ojos; azul que el público asociaba instantáneamente con la bondad y candidez de espíritu propias de sus papeles habituales. Al ver aparecer a Henry Fonda de esa guisa Leone se puso frenético: "¿Qué es todo eso? ¡Quítese las lentillas! ¡Son sus ojos azules por lo que estoy pagando!".

El pistolero Frank hace su aparición en la segunda secuencia de la película. La familia McBain se dispone a partir desde su rancho de Sweetwater hacia la estación de Flagstone para ir a recoger a la nueva prometida del viudo McBain. La entrada en escena del pistolero y sus secuaces es antológica, enfundados en largos guardapolvos, envueltos entre la calima y la polvareda del desierto, y encumbrados con grandilocuencia por una banda sonora que fluye airosa desde el hardcore épico hasta la melodía nostálgica. El clímax llega cuando aparece por la puerta el pequeño Timmy, tierno, frágil e inocente ante el desolador panorama servido por los canallas...




“¡Jesucristo, es Henry Fonda!”. Así resumía el propio actor, sobrecogido al asistir a la proyección del film, la honda impresión que los espectadores sufrían cuando la cámara giraba en torno al líder de los asesinos y se topaban con el rostro del actor que desde siempre había simbolizado la honradez, la rectitud y las admirables virtudes propias del Buen Hombre Americano.

Cómo quedó demostrado Leone tenía razón. Ofreciendo el contraste que causaban en la escena el angelical aspecto y trayectoria de Fonda (entonces con 63 años), conseguía impregnar de maldad al personaje por el resto de la película. Sus ojos azules ya no eran azul celeste, sino azul acero. Su rostro ya no era la representación de la virtud, sino la mismísima faz del Mal. Su suave voz ya no era la voz de la justicia, sino el apagado tono de un asesino despiadado. Incluso su sonrisa había dejado de resultar ingenua, confiable y cercana, para tornarse cínica y monstruosa. En un terrorífico intercambio de primeros planos, en los primeros minutos de la cinta y como presentación de su personaje, Henry Fonda sonreía a un tierno niño, un niño a quien el más noble de entre los nobles héroes de la pantalla contemplaba con tétrica candidez...

Si en esta secuencia se nos retrata a Frank para dar inicio al argumento de la película, al final de la cinta Leone nos obsequiará con su equivalente en otro derroche de barroquismo y exceso dramático, para cerrar la historia de nuevo poniendo el acento en la gélida mirada de Frank. El acierto del director y las tablas de Fonda, sitúan a este pistolero en el segundo puesto de la lista.




Sin embargo, el primer puesto entre los malvados del western tiene un dueño absoluto: Lee Van Cleef. El arquetipo esencial del villano, un tipo duro y despiadado, de acerada mirada y agudas facciones, es el rey de un papel que explotaría a fondo en su carrera y le reportaría el reconocimiento general. 


Sentencia, El Rostro del Mal
Lee Van Cleef saltó a la fama gracias a su personaje de Jack Colby, miembro de la banda de Frank Miller, el criminal que deseaba asesinar al sheriff Will Kane interpretado por Gary Cooper en "Solo ante el peligro". Le di un repaso aquí: http://almadefrontera.blogspot.com.es/2011/11/gary-cooper-en-solo-ante-el-peligro.html.

Durante los años 60 y después de aparecer en la obra maestra de John Ford "El Hombre Que Mató a Liberty Valance" (1962), el intérprete de New Jersey consiguió elevar su estatus y alcanzar la fama al intervenir en varios spaghetti westerns dirigidos por Sergio Leone. El primero fue "La Muerte Tenía Un Precio", junto a Clint Eastwood y Gian María Volonté. Posteriormente co-protagonizaría "El Bueno, El Feo y El Malo" (1966) el sensacional western de Leone también junto a Eastwood y Eli Wallach, donde da vida a Sentencia (llamado "Angel Eyes" en la versión inglesa). Éstas dos últimas interpretaciones le consagraron como uno de los rostros icónicos del mal en el western.




En particular, Sentencia es un frío y astuto asesino, irónico, maquiavélico y oportunista. Tan cumplidor como profesional. Así se le muestra en los primeros compases del metraje: Por quinientos dólares es contratado por Mr. Baker para obtener información de un granjero y después matarlo. Cuando llega a la casa de éste, Sentencia le comenta el asunto. El granjero, asustado dobla la cantidad y ofrece mil para que no lo mate. Sin embargo, Sentencia le informa de que una vez que recibe un encargo siempre lo cumple, por lo que lo asesina. Posteriormente, informa a Baker de la muerte del granjero y del asunto que tenía encomendado. "¿Sabes qué? Me ha ofrecido mil por matarte a tí". Ambos hombres sonríen y Sentencia lo mata. La imagen se congela y aparece el rótulo "El Malo".
 
Sin lugar a dudas, fueron ese título y su rostro alevoso y agudo los que condicionaron casi toda su carrera como actor, configurando una estampa física proclive al villano o al antihéroe, aunque también asumiría con el tiempo y la madurez otros papeles de cierto renombre (los spaguettis de Sabata, esta vez del lado del Bien y la Ley).

Cuando una vez se le preguntó si le gustaba interpretar al malo de la película, Lee respondió: "Claro, los personajes malvados tienen mucha profundidad". Bueno, tal vez no estuviese muy acertado a ese respecto, pero no hay duda del encanto y magnetismo que otorgó a sus personajes, hasta hacerles intemporales. Su presencia tranquila y fría emanaba confianza y fuerza en la pantalla, hipnotizándonos, haciéndonos disfrutar y sacando en nosotros el villano que todos llevamos dentro.

Lee Van Cleef fue arrastrado casualmente a encarnarles por su intensa mirada y marcados rasgos, pero su talento y oficio le valieron el reconocimiento general hacia su arte. En una trayectoria que abarcó cuatro décadas nos legó gran cantidad de trabajos donde reconocerle. Un imprescindible, hablando de western.


Algunas fuentes fueron:
http://videodrome.wordpress.com/
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article208.html

Esta fue mi lista de villanos del western, pero seguro que usted admira a algún otro malvado para rivalizar con estos personajes. ¡Adelante, desenfunde en los comentarios!



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