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A poco que prestes interés hacia la música, coincidiremos que hay canciones que van quedando ligadas a nuestra vida y logran traspasar sus propias notas para recrear momentos y sensaciones, desde las arenas movedizas del recuerdo.


Así me lo parece. Había mucha música girando alrededor desde cintas y vinilos en la década de 1980. La libertad se afianzaba y favorecía el surgimiento de multitud de intérpretes en plena efervescencia creativa. Entre infinidad de referencias, la lista que sigue es una selección personal de canciones y anécdotas cuyo anclaje en la memoria supera incluso las propias preferencias musicales.





1981. ¡Salta!, Tequila

Al iniciarse la década de los 80, el viejo radiocassette de casa ya me había dado a conocer lo más selecto del cancionero folklórico, melódico e incluso disco, de épocas pasadas. La cultura musical bebe de todas las fuentes, ciertamente. También me había puesto sobre la pista del rockanroll, el twist o el limbo rock, ritmos acelerados, bailables y divertidos, tan excitantes a mis oídos como infrecuentes en el panorama radiofónico español.


Sin embargo, enfilando la adolescencia, la televisión tomó el relevo a la radio comercial en la prescripción musical. Programas de TV míticos como Tocata, La Juventud Baila o Caja de Ritmos obraron el milagro de mostrar el rock duro con mensaje, el rock & roll clásico y gimnástico, o el pop-rock más irreverente desafiando convenciones. Y si por entonces una banda asumía tales propósitos, no era otra que Tequila. Los hispano-argentinos traían el aire fresco de su descaro y vitalismo, con un repertorio juvenil de canciones optimistas y pegadizas. Los Tequila anticipaban una época dorada para el pop y el rock nacional, en una España que encaraba turbiamente la nueva década. ¡Que grandes!





1982. Bienvenidos, Miguel Ríos

Mi primera cinta de cassette, la actuación de música ligera en la fiesta del colegio y la sintonía de mi programa de radio, tiempo después, en la radio local. Todo eso y más me cundió el "Bienvenidos" del álbum Rock & Ríos que firmase Miguel Ríos por 1982. El rockanroll invocaba a los aliados de la noche y yo no veía llegar la hora de unirme a ellos.





1983. Tierra de Vándalos, Barón Rojo

Había poco rock en la gramola del bar de la Plaza Mayor; "Moonlight Shadow" de Mike Oldfield se llevaba la palma. También figuraban el Camaleón de Culture Club y el "Buffalo Soldier" de Bob Marley. Pero ahí estaban Barón Rojo, y también Obús, defendiendo el rock duro con su éxito "Casi Me Mato" y otra canción más vertiginosa que siempre ganaba mi elección: "Tierra de Vándalos".





1984. Sultans Of Swing, Dire Straits

Fuera anochece. Todavía no hay nadie en la sala. Tampoco hay sonido, pero las luces ya están girando, proyectándose sobre pista, pasillos, paredes y reservados. En las distintas barras los camareros se afanan en surtir las cámaras de bebidas o preparar la cristalería. Mientras, el disc-jockey en su cabina desenvuelve los últimos discos llegados, planea la velada y se dispone a caldear el ambiente. 


(Aquel olor de la discoteca en los primeros instantes al abrir cada noche, ¿dónde lo habré dejado?). 


De repente, el silencio es roto por unos acordes encadenados y la réplica de una lánguida voz...





1985. Cuatro Rosas, Gabinete Caligari

Gabinete Caligari se ganó ser una banda de culto por la cara, esto es, afirmando su presencia carca frente a la eclosión de post-modernidad. Cultivando esa fachada a la contra, lo que no les restaba un gramo de modernidad, eran sublimes en el casticismo folklórico, pero yo prefería mejor su faceta pop-rock cuando tomaba elementos de surf y rockabilly, con aires más noveleros y mitómanos.


Esta canción es un tesoro de equilibrio y austeridad. Sonaba de fondo, envuelta en la sacralidad del clavicornio, circular, nostálgica, con gravedad antigua y vientos espirituosos, en la resaca de "Cuatro Rosas" y otras cosas que me di. ¡Caray, cómo pasa el tiempo!.





Ya conoces algunas de mis canciones favoritas. Te invito a seguir recordando buenas canciones con la segunda mitad de la década, de 1986 a 1990, en la siguiente entrada: Inolvidables 80's (vol.2)


Hablando de inolvidables, no olvides dejarme tu impresión en los comentarios, suscribirte o seguir el blog en las redes sociales. Nos leemos.




Admirar la magnitud de la naturaleza, rememorar la vivencia de los pioneros del Oeste o exponerte al propio destino; cualquiera de estos supuestos podría servir de excusa para tomar un coche en Las Vegas, Nevada, y dirigirse al norte por la Interestatal 93 hasta la ciudad de Ely, al encuentro con una ruta muy especial: la Carretera 50



El viejo sendero que en la década de 1880 sirviese como ruta al Oeste para los jinetes del Pony Express, devino en la Carretera de Lincoln a principios del siglo XX, la primera ruta transcontinental de Estados Unidos, adoptando más tarde su denominación actual. La vía podía haber tenido la historia utilitaria de cualquier otra, si no fuese porque en 1986 la revista Life reparó en ella como "la carretera más solitaria de América", señalando la ausencia de atracciones interesantes en su recorrido y advirtiendo a los conductores que se abstuvieran de tomar la ruta "a menos que tengan habilidades de supervivencia". Desde entonces aquel apodo sombrío ha dotado de una aureola de leyenda a la Carretera 50, convirtiéndola en un reclamo para viajeros de todo el mundo.

Discurriendo en sentido Oeste-Oeste a través de la región Centro-Norte del estado de Nevada, la solitaria Highway 50 cruza 408 millas casi desiertos, ¡nada menos 658 kilómetros!, hilando algunos antiguos poblados mineros hoy convertidos en pequeñas ciudades aisladas en la inmensidad de la Gran Cuenca. Los más destacables son Carson City, Fallon, Middlegate, Austin, Eureka, Ely y Baker, que tienen en común largos despoblados entre si y unas atracciones locales sin posibilidades de competir con el entorno natural que les rodea.

Incorporarse a la Ruta 50 para cruzar uno de los estados más montañosos de los Estados Unidos es embarcarse en la travesía de amplios valles y paisajes, remontando colinas y serpenteando entre sierras, hasta dieciocho, muchas de ellas nevadas. Los viajeros podrán descender desde los altos de Austin Pass con la sensación de que el horizonte les envuelve; tal vez se detengan a un lado de la carretera y permanezcan un largo rato, absortos ante el silencio; admirando los grandes espacios abiertos, los cielos de esponjosos cúmulos sobre el territorio ondulado de Nevada, las viejas estaciones del correo postal abandonadas en mitad de la nada, en una visión cercana a la que tuvieron los antiguos pioneros.

La vieja Carretera de Lincoln ofrece una gran visión del patrimonio natural del Oeste americano, añadida al hándicap hipotético de algún contratiempo en ruta. Éste es el peaje que exige, por el que siempre será buena idea planificar horarios, paradas y avituallarse con los suficientes suministros. ¡Una verdadera experiencia de Nevada! 


Si tienes oportunidad de recorrer la Carretera 50 debes saber que el Estado de Nevada ha editado una Guía Oficial de Supervivencia que los viajeros pueden sellar en cada una de las paradas para obtener al final de la ruta el certificado del Gobernador, indicando que se ha sobrevivido y atravesado al camino más desolado de Estados Unidos. Puedes solicitar aquí la Guía de la Carretera 50, o consultar otras opciones de recorrido en la página de turismo del Estado de Nevada.






Vivimos tiempos complicados. Confinado entre cuatro paredes, intentando poner en orden la situación, era cuestión de tiempo que el Blues acudiese con inspiración para estos días inciertos. Con los oficios del maestro John Mayall y sus Bluesbreakers, "Mists Of Time" saltó de la playlist al pensamiento con aliento y ánimos para encarar el porvenir.

Según pasan los años los recuerdos van perdiendo nitidez y se hace difícil distinguir entre lo vivido y lo que solo soñamos, porque en realidad nunca ocurrió. De eso habla "Mists Of Time"un blues que transita por los territorios difusos de la memoria como medio de vindicar la conquista del presente.

Del descubrimiento de la ilusión de inmortalidad y belleza, al encuentro con el desamor y risueños compañeros de ronda, "Mists Of Time" es una evocación de los viejos tiempos, acaso transformados por el tamiz selectivo de la memoria, idealizados por la Niebla del Tiempo.


Niebla del Tiempo 
(John Mayall & The Bluesbreakers, "Stories", 2002)

"" En algún lugar del mundo
están los amigos que hace tiempo que echo de menos.
Algunos quizá vaguen a la deriva,
o puede que hayan muerto. Simplemente no lo sé.
A estas alturas mis recuerdos se van desvaneciendo
como huellas derretidas en la nieve.

A veces me ronda el sueño
donde veo la cara de una joven.
¿Existió alguna vez en realidad?
Dudo si ella realmente compartió mi espacio,
en lo profundo de las nieblas del tiempo.
Es difícil acordarse del cómo y cuando.

Recordé a mi madre,
cuando yo era joven y estaba en la carretera,
de gira con los músicos
o de acampada en los bosques.
Como las nieblas grises que ocultan el horizonte,
echo de menos esos momentos que ya no compartiremos.

Hasta hoy mi vida ha sido un viaje
que no cambiaría por nada.
Todos esos años de aventuras audaces
o los altibajos de la vida que me inspiran a cantar.
Desde lo profundo de las neblinas del tiempo
los dulces recuerdos me embargan a menudo. ""

(Traducción adaptada)




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