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Asociada a la magia de algún instante siempre hay una canción. Este es un repaso íntimo y sensacional a algunas de las canciones más emocionantes de la segunda mitad de los 80, y de ciertos momentos que consiguen evocar. Un merecido homenaje con el que terminar de ajustar las cuentas a una década inolvidable.


Desde mediados de los 80 la televisión y, en menor medida, la radio fueron desplazados a la hora de dar a descubrir nuevas músicas y bandas por otro medio bastante más interactivo e inspirador: los bares.






1986. Bigmouth Strikes Again, The Smiths

Aunque en principio su pop-rock estuviese muy lejos de los ritmos que añoraba, terminé celebrando a Los Smiths. Recuerdo vivamente entrar resuelto en aquel pub, aún reluciente, con cuatro gatos, mientras la voz melancólica de Morrissey alfombraba cada uno de mis pasos y los compases guitarrísticos de "Bigmouth Strikes Again" resonaban a través de las galerías del local. La acústica o la embriaguez del ambientador forjaron eterno aquel instante.






1987. Cielo del Sur, La Frontera

La juventud es osada, desenfadada y ardiente, y ama la combustión como una cerilla la gasolina. Por entonces era frecuente que la chispa que conducía a la incandescencia saltase del country-western de La Frontera, a menudo con "Cielo del Sur", convertido en un himno pistolero, salvaje y visceralmente festivo.





"Cielo del Sur" fue mi canción favorita por el resto de la década, así como La Frontera se convirtió en mi banda española de cabecera. Si deseas conocer más sobre la mejor etapa de La Frontera puedes visitar esta otra entrada del blog: El "Alma" de La Frontera.




1988. Sweet Child O' Mine, Guns n' Roses

Rock de largo recorrido, un sinfín de matices para resultarme emocionante, visual y ¡western!. Un tobogán a base de riffs y melodías vocales con una grandilocuencia similar a la de los clásicos del espaguetti-western, y como aquéllos, con el punto exacto de artificio para resultar una obra maestra.


Personalmente, por 1988 comencé a frecuentar un nuevo templo abierto calle abajo, apenas a cincuenta pasos de mi parroquia pero en las antípodas de la exquisita modernidad, donde en cambio cotizaban la ferretería, el metal y el hard-rock marginal. Sonaba mucho heavy en aquel sitio, pero sólo me ponían en pie los Guns and Roses.





1989. The Healer, John Lee Hooker y Carlos Santana

El blues es una de las fuentes de mi adorado rockanroll, pero teniendo aún pendiente mucha ciencia por escrutar, entre rockers contorsionistas y bandas garajeras, no había llegado a prestarle atención. Todo cambió con "The Healer" (el Hechicero), ejecutado a cargo de las leyendas John Lee Hooker y Carlos Santana


El disco repetía la fórmula de popularizar el legado de John Lee Hooker mediante el aval de duetos con estrellas y bandas consagradas del blues y el rock contemporáneos. Así, además de Santana operan junto al bluesman Bonnie Raitt, Robert Cray, Cannet Heat, Los Lobos, George Thorogood y el armonicista Charlie Musselwhite, revitalizando sus clásicos. 


Una asfixiante atmósfera irradia todo el álbum, favorecida por el susurro grave de Hooker, pero se pone en marcha con el tema principal iniciando la ceremonia: el hálito del hechicero invoca su magia, el chicano añade la melodía y el espíritu del blues comienza a fluir solemne. Auspiciado por SantanaJohn Lee Hooker, que dejaría este mundo solo dos años más tarde, tras el embrujo de "The Healer" el blues pasó a ocupar un lugar destacado en mi predilección musical.






1990. Wicked Game, Chris Isaak

La percha y voz de Chris Isaak, y sobre todo el sonido hipnótico de James Wilsey, su guitarrista, llevaron a la cima a "Wicked Game" tras su elección como tema central de la película "Corazón Salvaje" de David Lynch. La música se adapta magníficamente a las tribulaciones de Sailor y Lula, los personajes principales, de modo que ha quedado para siempre vinculada a su disparatada aventura.


Puedo escuchar esta canción media docena de veces seguidas y llegar a perder la noción del tiempo. Sea en versión instrumental o vocal, las notas de Wilsey siembran la nostalgia con el eco fantástico de tiempos míticos, junto al lamento en busca de redención de Isaak. La clave gira sobre ese punteo estremecedor que tan bien combina con la decepción y el crujir de los hielos.







Los 80 dieron mucho juego. En este post anterior puedes disfrutar de otras tantas canciones y momentos inolvidables de la primera mitad de la década, desde 1981 a 1985: Inolvidables 80's (vol.1).


Es posible que alguna de estas canciones también te resulten inolvidables o te evoquen igualmente pasajes vividos. Si es así o son otras, comparte tus impresiones en los comentarios.


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A poco que prestes interés hacia la música, coincidiremos que hay canciones que van quedando ligadas a nuestra vida y logran traspasar sus propias notas para recrear momentos y sensaciones, desde las arenas movedizas del recuerdo.


Así me lo parece. Había mucha música girando alrededor desde cintas y vinilos en la década de 1980. La libertad se afianzaba y favorecía el surgimiento de multitud de intérpretes en plena efervescencia creativa. Entre infinidad de referencias, la lista que sigue es una selección personal de canciones y anécdotas cuyo anclaje en la memoria supera incluso las propias preferencias musicales.





1981. ¡Salta!, Tequila

Al iniciarse la década de los 80, el viejo radiocassette de casa ya me había dado a conocer lo más selecto del cancionero folklórico, melódico e incluso disco, de épocas pasadas. La cultura musical bebe de todas las fuentes, ciertamente. También me había puesto sobre la pista del rockanroll, el twist o el limbo rock, ritmos acelerados, bailables y divertidos, tan excitantes a mis oídos como infrecuentes en el panorama radiofónico español.


Sin embargo, enfilando la adolescencia, la televisión tomó el relevo a la radio comercial en la prescripción musical. Programas de TV míticos como Tocata, La Juventud Baila o Caja de Ritmos obraron el milagro de mostrar el rock duro con mensaje, el rock & roll clásico y gimnástico, o el pop-rock más irreverente desafiando convenciones. Y si por entonces una banda asumía tales propósitos, no era otra que Tequila. Los hispano-argentinos traían el aire fresco de su descaro y vitalismo, con un repertorio juvenil de canciones optimistas y pegadizas. Los Tequila anticipaban una época dorada para el pop y el rock nacional, en una España que encaraba turbiamente la nueva década. ¡Que grandes!





1982. Bienvenidos, Miguel Ríos

Mi primera cinta de cassette, la actuación de música ligera en la fiesta del colegio y la sintonía de mi programa de radio, tiempo después, en la radio local. Todo eso y más me cundió el "Bienvenidos" del álbum Rock & Ríos que firmase Miguel Ríos por 1982. El rockanroll invocaba a los aliados de la noche y yo no veía llegar la hora de unirme a ellos.





1983. Tierra de Vándalos, Barón Rojo

Había poco rock en la gramola del bar de la Plaza Mayor; "Moonlight Shadow" de Mike Oldfield se llevaba la palma. También figuraban el Camaleón de Culture Club y el "Buffalo Soldier" de Bob Marley. Pero ahí estaban Barón Rojo, y también Obús, defendiendo el rock duro con su éxito "Casi Me Mato" y otra canción más vertiginosa que siempre ganaba mi elección: "Tierra de Vándalos".





1984. Sultans Of Swing, Dire Straits

Fuera anochece. Todavía no hay nadie en la sala. Tampoco hay sonido, pero las luces ya están girando, proyectándose sobre pista, pasillos, paredes y reservados. En las distintas barras los camareros se afanan en surtir las cámaras de bebidas o preparar la cristalería. Mientras, el disc-jockey en su cabina desenvuelve los últimos discos llegados, planea la velada y se dispone a caldear el ambiente. 


(Aquel olor de la discoteca en los primeros instantes al abrir cada noche, ¿dónde lo habré dejado?). 


De repente, el silencio es roto por unos acordes encadenados y la réplica de una lánguida voz...





1985. Cuatro Rosas, Gabinete Caligari

Gabinete Caligari se ganó ser una banda de culto por la cara, esto es, afirmando su presencia carca frente a la eclosión de post-modernidad. Cultivando esa fachada a la contra, lo que no les restaba un gramo de modernidad, eran sublimes en el casticismo folklórico, pero yo prefería mejor su faceta pop-rock cuando tomaba elementos de surf y rockabilly, con aires más noveleros y mitómanos.


Esta canción es un tesoro de equilibrio y austeridad. Sonaba de fondo, envuelta en la sacralidad del clavicornio, circular, nostálgica, con gravedad antigua y vientos espirituosos, en la resaca de "Cuatro Rosas" y otras cosas que me di. ¡Caray, cómo pasa el tiempo!.





Ya conoces algunas de mis canciones favoritas. Te invito a seguir recordando buenas canciones con la segunda mitad de la década, de 1986 a 1990, en la siguiente entrada: Inolvidables 80's (vol.2)


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