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Mi chico ha llegado a casa hoy con una moto Chopper, una motocicleta de esas que dejan atrás colinas y desiertos, devorando millas de carreteras solitarias barridas por el viento. Una máquina fascinante, grácil al tiempo que robusta, de deslumbrantes cromados y tierno ronrroneo, una delicia para la imaginación y los sentidos.
Tras la sorpresa inicial, una sensación que creí olvidada me ha recorrido con escalofrío. Al instante, he reaccionado y tratado de hacerle entender que si sigue por ese camino acabará convertido en una oveja negra.
No es algo fácil de trasladar. Intentaré explicarme mejor a través del siguiente vídeo:
No sé. Aún no estoy seguro de haberle hecho comprender el verdadero significado de cuanto intento transmitirle. Más al contrario, puede entender con ello sólo una pura anécdota, algo que no compromete, una experiencia formidable, liviana y pasajera.
...como una custom, deslizándose rauda por la alfombra de asfalto, indiferente a la mirada de todos; como una esbelta águila de acero, sorteando valles y colinas con aplomo, directa al encuentro de nuevos horizontes...
...impulsada por un potente sentimiento de libertad anclado en lo más profundo del alma...
Al final me ha convencido. Ahora estoy deseando calzar mis viejas botas, rescatar del armario la chupa de cuero y rodar legendariamente hasta el ocaso.
¡Se me olvidaba!. Estos son mi nene y su moto, ¿a que dan envidia?.
Guadalupe Mountains, Texas |
Extremadura es una región fronteriza al suroeste de España, quizás la región con mayor tradición de frontera de todo el país. Limitando con Portugal a través de una frontera abierta y permeable, su frontera ha sido históricamente el enlace natural de relaciones entre las capitales ibéricas.
Además, Extremadura asumió en el pasado igualmente el papel de frontera, de extremo entre distintas civilizaciones, principalmente entre los reinos cristianos y musulmanes que guerreaban por el control de la Península. Todo ello hizo que fuese escenario de múltiples conflictos, desde la Roma de César a la Francia de Napoleón.
Quizás esa condición permanente de frontera, de territorio lejano, deshabitado y al extremo del poder, abonase su singular atraso y abandono. Un territorio desamparado y feudal, con habitantes con pocas perspectivas más allá de padecer el abuso y tirar del arado. Relegada a la condición de gran coto de caza, propiedad señorial de las Ordenes Militares religiosas o inmenso pastizal para los ganados del poderoso gremio de La Mesta, cuando no reserva de carne de cañón para las guerras de Su Majestad Católica, tal era su sino.
Guadalupe, Extremadura |
Del mismo modo, aquel atraso secular pudo ser la causa por la que Extremadura mantiene hoy un valioso patrimonio histórico y paisajístico, con tres ciudades Patrimonio de la Humanidad (Cáceres, Guadalupe y Mérida), un Parque Nacional (Monfrague) y un extenso catálogo de recursos turísticos y Reservas Naturales. Su herencia cultural incluye elementos de la época prehistórica, de la importante presencia de Roma, del legado Hispano-Visigodo, la cultura Musulmana y la Cristiana tras la Reconquista. Joyas artísticas del Románico y del Mudéjar, heredado de los árabes, o la honda huella Gótica y Renacentista, visten de historia los pueblos y ciudades de Extremadura.
El descubrimiento de un Nuevo Mundo al otro lado del oceáno vino a abrir una nueva alternativa a sus sufridos habitantes, la emigración, como a tantos otros desheredados de los reinos de la Monarquía Hispánica. Y hasta Las Indias partieron como colonos y guerreros los extremeños, en la esperanza de sortear el destino aciago de su cuna y conquistar las riquezas con que erigir sus blasones.
Trujillo, Extremadura |
Los nombres de aquellos aventureros quedaron forjados a sangre y fuego en la Historia de América y la Humanidad: Cortés, Pizarro, De Soto, Balboa, Alvarado, Valdivia, Orellana, Belalcázar, Mendoza... y detrás de sus hazañas y fracasos, una larga hueste de miles de anónimos extremeños, que contribuyeron a situar la gesta americana de sus emigrantes como el mayor hito de Extremadura en la Historia universal.
Todos ellos vieron la luz en aquel reino olvidado de la frontera ibérica, Extremadura. Aquel fue el marco de sus primeras correrías infantiles, donde brotaron sus primeras ilusiones y tal vez alumbrasen un futuro posible en los relatos de un Nuevo Mundo. Quizás donde blandieran por primera vez la espada. De allí partieron y a ella rindieron particular homenaje sembrando con su nombre y evocación el perfil de las Américas. Un homenaje que no fue otra cosa que el propio reconocimiento de su extranjería.
Santa Cruz, California |
Y así fueron nombrados desiertos, montes, ríos, ciudades y pueblos, brotando con savia nueva de la lejana toponimia extremeña: Mérida, Medellín, Cáceres, Trujillo, Albuquerque, Guadalupe son algunos de los más repetidos; aunque también Alcántara, Nogales, Perales, Benquerencia, Santa Cruz... Además, en la Nueva España se llamó Nueva Extremadura a una región ubicada al norte del virreinato, comprendiendo los actuales estados mexicanos de Coahuila de Zaragoza y Nuevo León, y parte del estado de Texas, con capital en Santiago de la Monclova, actualmente Monclova, Coahuila.
He aquí un sugerente viaje por el reflejo extremeño en Norteamérica, poblado por las emociones de quienes los descubrieron, fundaron o habitaron, labrando con ello el fruto de una historia compartida por ambos hemisferios:
- Campillo
- Guadalupe (varias)
- Ánimas
- Mérida
- Trujillo
- Jérez
- Borbollón
- Borbollón
- Villanueva
- Majadas
- Majadas
- Llerena
- Calera
- Santa Cruz
- Mirandilla
- Granadilla
- Salvatierra
- Zafra
- Medellín
- Bienvenida
ESTADOS UNIDOS
- Cortés
- Santa Cruz
- Guadalupe (condado)
- Río Ánimas
- Albuquerque
- Trujillo
- Chaves (condado)
- Montes Guadalupe
- Cerro Guadalupe
- Villanueva
- Villanueva
- Nogales
- Buenavista
- Valparaíso
- El Gordo
- Vera
- Portaje
- Serena
- Balboa
- Alvarado
Cuenca de Galisteo, Nuevo México Información sobre Extremadura aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Extremadura |
En Congreso, 4 de julio de 1776.
Declaración unánime de los trece Estados Unidos de América.
"Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y el Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación.
Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad.
Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; tal es ahora la necesidad que las obliga a reformar su anterior sistema de gobierno. La historia del actual Rey de la Gran Bretaña es una historia de repetidos agravios y usurpaciones, encaminados todos directamente hacia el establecimiento de una tiranía absoluta sobre estos estados. Para probar esto, sometemos los hechos al juicio de un mundo imparcial:
Ha rehusado asentir a las leyes más convenientes y
necesarias al bien público de estas colonias, prohibiendo a sus
gobernadores sancionar aun aquellas que eran de inmediata y urgente
necesidad a menos que se suspendiese su ejecución hasta obtener su
consentimiento, y estando así suspensas las ha desatendido enteramente.
Ha
reprobado las providencias dictadas para la repartición de los distritos de
los pueblos, exigiendo violentamente que estos renunciasen el derecho
de representación en sus legislaturas, derecho inestimable para ellos y
formidable sólo para los tiranos.
Ha convocado cuerpos legislativos fuera de los lugares acostumbrados y en sitos distantes del depósito de sus registros públicos, con el único fin de molestarlos hasta obligarlos a convenir con sus medidas, y cuando estas violencias no han tenido el efecto que se esperaba, se han disuelto las salas de representantes por oponerse firme y valerosamente a las invocaciones proyectadas contra los derechos del pueblo, rehusando por largo tiempo después de desolación semejante a que se eligiesen otros, por lo que los poderes legislativos, incapaces de aniquilación, han recaído sobre el pueblo para su ejercicio, quedando el estado entre tanto, expuesto a todo el peligro de una invasión exterior y de convulsiones internas.
Se ha esforzado en estorbar los progresos de la población en estos estados, obstruyendo a este fin las leyes para la naturalización de los extranjeros, rehusando sancionar otras para promover su establecimiento en ellos y prohibiéndoles adquirir nuevas propiedades en estos países.
En el orden judicial ha obstruido la administración de justicia, oponiéndose a las leyes necesarias para consolidar la autoridad de los tribunales, creando jueces que dependen solamente de su voluntad, por recibir de él el nombramiento de sus empleos y pagamento de sus sueldos, y mandando un enjambre de oficiales para oprimir a nuestro pueblo y empobrecerlo con sus estafas y rapiñas.
Ha atentado a la libertad civil de los ciudadanos, manteniendo en tiempo de paz entre nosotros tropas armadas sin el consentimiento de nuestra legislatura, procurando hacer al militar independiente y superior al poder civil, combinando con nuestros vecinos, con plan despótico para sujetarnos a una jurisdicción extraña a nuestras leyes y no reconocida por nuestra constitución, destruyendo nuestro tráfico en todas las partes del mundo y poniendo contribuciones sin nuestro consentimiento, privándonos en muchos casos de las defensas que proporciona el juicio por jurados, transportándonos mas allá de los mares para ser juzgados por delitos supuestos, aboliendo el libre sistema de la ley inglesa en una provincia confinante, alterando fundamentalmente las formas de nuestros gobiernos y nuestras propias legislaturas y declarándose el mismo investido con el poder de dictar leyes para nosotros en todos los casos, cualesquiera que fuesen.
Ha abdicado el derecho que tenía para gobernarnos, declarándonos la guerra y poniéndonos fuera de su protección, haciendo el pillaje en nuestros mares, asolando nuestras costas, quitando la vida a nuestros conciudadanos y poniéndonos a merced de numerosos ejércitos extranjeros para completar la obra de muerte, desolación y tiranía comenzada y continuada con circunstancias de crueldad y perfidia totalmente indignas del jefe de una nación civilizada.
Ha compelido a nuestros conciudadanos hechos prisioneros en alta mar, a llevar armas contra su patria, constituyéndose en verdugos de sus hermanos y amigos, excitando insurrecciones domésticas y procurando igualmente irritar contra nosotros a los habitantes de las fronteras, los indios bárbaros y feroces cuyo método conocido de hacer la guerra es la destrucción de todas las edades, sexos y condiciones.
En cada etapa de estas opresiones, hemos pedido justicia en los términos más humildes: a nuestras repetidas peticiones se ha contestado solamente con repetidos agravios. Un Príncipe, cuyo carácter está así señalado con cada uno de los actos que pueden definir a un tirano, no es digno de ser el gobernante de un pueblo libre.
Ha convocado cuerpos legislativos fuera de los lugares acostumbrados y en sitos distantes del depósito de sus registros públicos, con el único fin de molestarlos hasta obligarlos a convenir con sus medidas, y cuando estas violencias no han tenido el efecto que se esperaba, se han disuelto las salas de representantes por oponerse firme y valerosamente a las invocaciones proyectadas contra los derechos del pueblo, rehusando por largo tiempo después de desolación semejante a que se eligiesen otros, por lo que los poderes legislativos, incapaces de aniquilación, han recaído sobre el pueblo para su ejercicio, quedando el estado entre tanto, expuesto a todo el peligro de una invasión exterior y de convulsiones internas.
Se ha esforzado en estorbar los progresos de la población en estos estados, obstruyendo a este fin las leyes para la naturalización de los extranjeros, rehusando sancionar otras para promover su establecimiento en ellos y prohibiéndoles adquirir nuevas propiedades en estos países.
En el orden judicial ha obstruido la administración de justicia, oponiéndose a las leyes necesarias para consolidar la autoridad de los tribunales, creando jueces que dependen solamente de su voluntad, por recibir de él el nombramiento de sus empleos y pagamento de sus sueldos, y mandando un enjambre de oficiales para oprimir a nuestro pueblo y empobrecerlo con sus estafas y rapiñas.
Ha atentado a la libertad civil de los ciudadanos, manteniendo en tiempo de paz entre nosotros tropas armadas sin el consentimiento de nuestra legislatura, procurando hacer al militar independiente y superior al poder civil, combinando con nuestros vecinos, con plan despótico para sujetarnos a una jurisdicción extraña a nuestras leyes y no reconocida por nuestra constitución, destruyendo nuestro tráfico en todas las partes del mundo y poniendo contribuciones sin nuestro consentimiento, privándonos en muchos casos de las defensas que proporciona el juicio por jurados, transportándonos mas allá de los mares para ser juzgados por delitos supuestos, aboliendo el libre sistema de la ley inglesa en una provincia confinante, alterando fundamentalmente las formas de nuestros gobiernos y nuestras propias legislaturas y declarándose el mismo investido con el poder de dictar leyes para nosotros en todos los casos, cualesquiera que fuesen.
Ha abdicado el derecho que tenía para gobernarnos, declarándonos la guerra y poniéndonos fuera de su protección, haciendo el pillaje en nuestros mares, asolando nuestras costas, quitando la vida a nuestros conciudadanos y poniéndonos a merced de numerosos ejércitos extranjeros para completar la obra de muerte, desolación y tiranía comenzada y continuada con circunstancias de crueldad y perfidia totalmente indignas del jefe de una nación civilizada.
Ha compelido a nuestros conciudadanos hechos prisioneros en alta mar, a llevar armas contra su patria, constituyéndose en verdugos de sus hermanos y amigos, excitando insurrecciones domésticas y procurando igualmente irritar contra nosotros a los habitantes de las fronteras, los indios bárbaros y feroces cuyo método conocido de hacer la guerra es la destrucción de todas las edades, sexos y condiciones.
En cada etapa de estas opresiones, hemos pedido justicia en los términos más humildes: a nuestras repetidas peticiones se ha contestado solamente con repetidos agravios. Un Príncipe, cuyo carácter está así señalado con cada uno de los actos que pueden definir a un tirano, no es digno de ser el gobernante de un pueblo libre.
Tampoco hemos dejado de dirigirnos a nuestros hermanos británicos. Los
hemos prevenido de tiempo en tiempo de las tentativas de su poder
legislativo para englobarnos en una jurisdicción injustificable. Les hemos
recordado las circunstancias de nuestra emigración y radicación aquí.
Hemos apelado a su innato sentido de justicia y magnanimidad, y los hemos
conjurado, por los vínculos de nuestro parentesco, a repudiar esas
usurpaciones, las cuales interrumpirían inevitablemente nuestras
relaciones y correspondencia. También ellos han sido sordos a la voz de la
justicia y de la cosanguinidad. Debemos, pues, convenir en la necesidad
que establece nuestra separación y considerarlos como consideramos a las
demás colectividades humanas: enemigos en la guerra y amigos en la paz.
Por lo tanto, los Representantes de los Estados Unidos de América,
convocados en Congreso General, apelando al Juez Supremo del mundo por la
rectitud de nuestras intenciones, en nombre y por la autoridad del buen
pueblo de estas Colonias, solemnemente hacemos público y declaramos: Que
estas Colonias Unidas son, y deben serlo por derecho, Estados Libres e
Independientes; que quedan libres de toda lealtad a la Corona Británica, y
que toda vinculación política entre ellas y el Estado de la Gran Bretaña
queda y debe quedar totalmente disuelta; y que, como Estados Libres o
Independientes tienen pleno poder para hacer la guerra, concertar la paz,
concertar alianzas, establecer el comercio y efectuar los actos y
providencias a que tienen derecho los Estados independientes.
Y en apoyo de esta Declaración, con absoluta confianza en la protección
de la Divina Providencia, empeñamos nuestra vida, nuestra hacienda y
nuestro sagrado honor".
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