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2015


La Frontera, ese fabuloso territorio entre mundos opuestos, guarda en su historial hitos que cambiaron nuestro mundo, más allá de fantasías de la historia o idealizadas ficciones. En un inhóspito paraje de La Jornada del Muerto, en Nuevo México, un amanecer de mediados de julio la Humanidad invocaba a todas las fuerzas del Infierno y abría la caja de Pandora nuclear.

El territorio que antaño fuese avanzadilla de la civilización en Norteamérica inauguraba en sus entrañas el nacimiento de un nuevo tiempo, la Era Atómica, hace ahora 70 años. Sobre las fechas de tan explosivo aniversario damos una vuelta por Trinity y su historia, un lugar tan desolador como aquella primera amanita nuclear.




En la noche del 16 de julio de 1945, el presidente Harry S. Truman se encontraba presente en la Conferencia de Potsdam en Berlín, cuando recibió un mensaje desde casa: "Operado esta mañana", decía. "El diagnóstico no es completo, pero los resultados parecen satisfactorios y ya superan las expectativas."


La operación a la que se refería el mensaje no era otra que Trinity, la prueba de una nueva arma apodada como "el Gadget." De madrugada, un grupo de unos 250 científicos y oficiales militares había concurrido a tres bunkers en el desierto de Nuevo México y contemplado como una atronadora explosión de 19 kilotones de energía rompía el silencio y su destello brillante iluminaba el cielo. Acababan de presenciar la primera detonación de un arma nuclear. 

Unas semanas después, bajo el pretexto de provocar un rápido fin a la guerra en el Pacífico, aquel arma terrible sería arrojada de manera inmisericorde sobre la población del Imperio del Japón, consiguiendo su rendición. El mundo ya no sería el mismo. 

El Proyecto Manhattan
La historia del lugar de Trinity comienza con la formación del Proyecto Manhattan en junio de 1942, con la responsabilidad general para el diseño y construcción de una bomba atómica. Inicialmente se trataba de ganar la carrera hacia el arma atómica a la Alemania nazi que, de acuerdo con informes de inteligencia, estaba construyendo su propia bomba nuclear.

En el marco del Proyecto Manhattan se construyeron tres grandes instalaciones destinadas a obtener el uranio, el plutonio y diseñar el artefacto, respectivamente. Para esta última tarea fue designado un emplazamiento en Los Alamos, en el norte de Nuevo México, donde muchas de las más grandes mentes científicas de la época trabajaron sobre la construcción real de la bomba, dirigidas por J. Robert Oppenheimer. Por otro lado, la dirección militar del proyecto fue encomendada al General Leslie Groves.

Oppenheimer es una de las personalidades más interesantes y contradictorias del siglo XX, impulsor de la elaboración de un arma nuclear para el final de la guerra y a la vez reo de conciencia de un mecanismo de destrucción que se habría hecho realidad inexorablemente, aún sin su participación. 

Los científicos de Los Alamos idearon dos diseños para la bomba atómica, uno usando el uranio 235 y otro utilizando plutonio. La bomba de uranio era un diseño sencillo y no había duda por parte de los científicos de que iba a funcionar sin necesidad de prueba alguna, pero la bomba de plutonio era más compleja debido a la dificultad para sostener la reacción en cadena generada por su compresión. 

A partir de este inconveniente, los líderes del proyecto decidieron que era esencial ejecutar una prueba de la bomba de plutonio antes de poder ser utilizada como arma de guerra. De una lista de ocho lugares en California, Texas, Nuevo México y Colorado, un punto en el desierto de La Jornada del Muerto fue elegido como el más idóneo para la prueba. La zona formaba parte de las instalaciones de la base aérea para bombarderos de White Sands desde 1942, era lo suficientemente remota y aislada para garantizar la seguridad y el secreto, y se encontraba próxima a Los Alamos. Consciente de sus repercusiones, Oppenheimer bautizó el evento con un nombre de marcado carácter místico y religioso: Trinity.

'El Gadget'
Si el lugar exacto para la explosión en La Jornada del Muerto fue denominado Trinity, la bomba en sí recibió el apelativo de El Gadget, una bomba de plutonio destinada a ser la culminación de seis años de investigación y desarrollo del Proyecto Manhattan

Desde la primavera de 1944 los preparativos para el evento de Trinity se intensificaron en el área secreta de Los Alamos, Nuevo México. El 12 de julio los dos hemisferios del plutonio fueron llevados hacia una casa cercana al Sitio, la casa del rancho de George McDonald, a sólo dos millas de la zona cero. El dormitorio principal fue despejado como una sala para el ensamblaje de la bomba, y el equipo de montaje fue dotado de varios kits de herramientas especiales. La idea era poner a prueba todos los protocolos y herramientas en el lugar de Trinity, al mismo tiempo que la propia bomba.


El armazón del Gadget fue izado en lo alto de una torre de 30 metros para ser detonada y simular algo mejor la caída de una bomba desde un avión. Un minuto después de la medianoche del viernes 13 de julio, el conjunto de explosivos salió de Los Alamos para Trinity Site, y ya de mañana, comenzó el montaje del núcleo de plutonio por parte de un equipo de tres científicos y tres mecánicos en la casa del rancho. Aquella tarde del mismo día 13 el núcleo fue llevado a la zona cero para la inserción en el mecanismo de la bomba y el montaje mecánico en la torre de acero. Tras algunas dificultades, todo el aparato quedó ensamblado. El día 14 la bomba sería elevada desde la base a lo alto de la torre, lista y en espera de unas horas para su detonación. 

A pesar de todos los estudios y la preparación, nadie sabía exactamente qué se podría esperar de la explosión. Los físicos y los oficiales del ejército cruzaron apuestas entre sí sobre los resultados, que variaban desde quienes preveían que no explotaría nada en absoluto hasta quienes temieron la contaminación de la atmósfera de Nuevo México o incluso de todo el planeta.

La Prueba

El General Leslie Groves y el Dr. Robert Oppenheimer determinaron tres puntos de observación a unos 15.000 metros de la zona cero, un refugios de madera protegidos por tierra y hormigón a modo de bunkers. Muchos científicos y personal de apoyo, entre ellos el general Groves, se prepararon a contemplar la explosión desde el campamento base, situado diez millas al sudoeste de la zona cero, aunque la mayoría de las personalidades que presenciaron el evento lo hicieron desde otro bunker situado en una colina, unas 20 millas al noroeste. 

La prueba estaba prevista para las 04:00 horas a.m. del 16 de julio, pero la lluvia y los relámpagos de aquella madrugada hicieron que se pospusiese momentáneamente. A las 4:45 a.m. el parte meteorológico anunció vientos en calma y nubes dispersas para las siguientes dos horas, y el suceso continuó su curso. A las 5:10 horas comenzó la cuenta atrás y a las 05:29:45 a.m., el Gadget fue detonada. 


El hongo atómico se elevó ante el asombro de todos a más de diez kilómetros de altura. Su destello iluminó las montañas circundantes y fue percibido hasta a 150 kilómetros de distancia. Los colores de la iluminación variaron desde morado a verde, y finalmente a blanco. El estampido de la explosión tardó 40 segundos en alcanzar a los observadores. 

Después de la euforia inicial de los testigos ante la espectacular explosión, el director de pruebas Kenneth Bainbridge comentó al director de Los Alamos, Oppenheimer, "Ahora todos somos unos hijos de puta". El Dr. Oppenheimer refirió que el evento le había recordado una cita de origen hindú: "Me he convertido en muerte, el destructor de mundos", aunque ello no le privó de un desconcertante triunfalismo por su éxito científico.

En el informe oficial sobre la prueba, el general Farrell escribió: "El lugar entero fue iluminado por una luz abrasadora con la intensidad de muchas veces la luz del sol del mediodía. Era de oro, púrpura, violeta, gris y azul. Se iluminaron todas las sierras, grietas y lomas con una claridad y belleza indescriptibles, que hay que ver para ser imaginada... ". Informes de prensa citaron a un guarda forestal a unas 150 millas (240 kilómetros) al oeste del sitio, que dijo que vio "un destello de fuego seguido de una explosión y humo negro." En todo el norte de Nuevo México se percibió la iluminación de la explosión. Otros informes señalaron que las ventanas se sacudieron y el sonido se escuchó hasta a 200 millas (320 kilómetros) de distancia.

El piloto de un avión de transporte de la Marina de los EE.UU. a 10.000 pies (3.000 m), 30 millas (48 km) al este de Albuquerque, en ruta a la costa oeste comentó: "Mi primera impresión fue que repentinamente el sol estaba saliendo en el sur. !Como una gran bola de fuego!. Era tan brillante que iluminó la cabina del avión." Luego avisó por radio a Albuquerque pero no consiguió ninguna explicación más allá de la indicación de "no volar hacia el sur". 

En el cráter, la arena del desierto se derritió y se convirtió en un vidrio de color verde claro, ligeramente radiactivo, que fue nombrado trinitita. El cráter fue rellenado después de la prueba y la mayor parte de los bunkers y estructuras desmantelados.

Le Seguían Llamando TRINIDAD
El sitio de Trinity se encuentra enclavado en el desierto de la Jornada del Muerto, al oeste de las montañas de San Andrés, en el extremo norte de la base militar White Sands Missile Range, a unos 150 kilómetros al norte de Las Cruces, Nuevo México. Fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1965 y es abierto al público dos veces al año, el primer sábado de abril y el primer sábado de octubre. 

Fuera de las rutas turísticas habituales, el sitio es un reclamo para curiosos y frikis del mundo atómico. Una escena de desolación delimitada por una elipse alambrada rodeando la zona cero. El catálogo lúdico del inicio de la Era Atómica ofrece visitar una tienda de souvenirs, echar un vistazo a un bunker, buscar restos de trinitita, el mineral cristalizado por la explosión, o contemplar de cerca la carcasa de bomba "Fat Man". También se pueden admirar los escombros de la torre desde la que el Gadget fue detonado. Las fuentes describen el entorno como sobrio y escaso. 

En el centro exacto de la explosión se erigió un obelisco de 4 metros de altura enfoscado con piedra negra de lava, donde una inscripción reza asépticamente: "Trinity Site. Lugar dónde explotó el primer dispositivo nuclear del mundo en 16 de julio 1945, en White Sands Missile Range, al mando de J Frederick Thorlin, Mayor General del Ejército de EE.UU."

Menos de un mes después del evento de Trinity, una bomba atómica a base de uranio llamada "Little Boy" fue lanzada sobre Hiroshima y tres días después, otra bomba atómica a base de plutonio, "Fat Man", lanzada sobre Nagasaki, ambas en Japón. Su explosión inmediata se llevó por delante entre 40.000 y 75.000 almas y consecuencias terribles para los supervivientes. Japón se rindió una semana después, el 14 de agosto de 1945, y la Segunda Guerra Mundial concluyó. El mundo asistió con horror a cómo la radiación, la lluvia radiactiva y el cáncer continuaron cercenando vidas durante décadas. Desde aquella madrugada de mediados de julio, en Trinity vuelve a reinar el silencio.





No frecuento demasiado el término medio, prefiero ir a piñón fijo, aunque a veces sea un fastidio. Lo digo por no poder llegar a actualizar esta bitácora a mayor ritmo del que quisiera. Como decía, si lo acuerdo me involucro y si me apasiona me deshilacho. Al estilo Freddie King, adelante y sin dilacción. Como una bala de cañón, directa a explosionar en su objetivo, el Blues



Así que no es casualidad que The Texas Cannonball acuda a estas páginas. El destino nos busca y sólo hay que abrir los ojos para hallarle. Como la proporción aúrea, el paso de las estaciones o el balanceo sincopado del Blues, ahí está de regreso, esperando paciente a la vuelta de la esquina. Nada es casual, Freddie King lo supo desde el principio.

Un Destino Manifiesto
Frederick Christian King vino aquí abajo en septiembre del año 1934 con una misión entre ceja y ceja. Tenía cinco años cuando pidió en casa una guitarra. "Aún te queda mucho por crecer, Freddie", le dijeron. Más tarde se dirigió al colmado de Winsow, Texas, para encargar una. Cuando el dependiente le preguntó si su madre estaba de acuerdo, el chico respondió tajante: "No, soy yo quien va a tocarla". Ante las siguientes negativas, el pequeño Freddie se deslomó cogiendo algodón hasta ganar lo preciso para hacerse con su primera Fender. ¡Vive Dios que su sacrificio no fue en vano!.

La familia se mudó al sur de Chicago al terminar la década de 1940. Aquello fue como un sueño hecho realidad para el muchacho. ¡La capital y las grandes figuras del Blues a sólo unas manzanas de casa!Tenía 16 años y quedó fascinado por el ambiente de la gran ciudad de IllinoisJunto a otros compinches, Freddie solía merodear los clubes para colarse y ver a los grandes. Una noche se apostó con sus amigos que no sólo iba a colarse en el club, sino que llegaría hasta el escenario y tocaría su vieja guitarra. Y ganó la apuesta. Después de sentarse con la banda, el dueño del club se percató de la juventud de Freddie y ordenó a sus gorilas que lo echasen del local. Fue entonces cuando Howlin' Wolf intervino ante el patrón del club: "¡El chico viene conmigo!", sentenció El Aullador. Más tarde, después de comprobar como tocaba la guitarra acústica, Howlin' le dijo impresionado: "Eres un joven muchacho tocando la guitarra como un alma vieja"..."El Señor, efectivamente, te ha enviado aquí para tocar el Blues". Sería el comienzo de una gran amistad. Bajo la tutela de Howlin' el joven Freddie King intimó con todas las estrellas del género y aprendió a manejarse por las calles de Chicago.



Mientras comenzaba a trabajar en una fábrica de acero empezaron sus oficios como instrumentista de algunas de aquellas vacas sagradas, con la mente puesta en llegar a grabar un disco. Al par de años en la ciudad se casó con una chica de TexasJessie Burnett, aunque el matrimonio no funcionó bien por la querencia de Freddie a las largas veladas de poker y alcohol tras los shows. Despechada, ella volvería a Texas mientras su reciente marido se embarraba en la noche de la urbe y sumaba rechazos audición tras audición, seducido por tocar, beber, jugar y grabar un disco, al mismo tiempo y tal vez por ese orden.

Erre que erre, Freddie conseguió al fin grabar un single en el verano de 1960. ¡Fue fulminante!. Su instrumental "Hide Away" llegó a ocupar un lugar destacado en las listas de éxitos, cuando todavía el Blues no era un género mayoritario entre el público blanco. "Hide Away" ha quedado como una de las grandes piezas instrumentales del Blues todos los tiempos.

El Rey del Blues de los Blancos 
Después de aquel hallazgo, King apuró su veta registrando más de treinta instrumentales y girando en compañía de figuras destacadas del R & B de la época, como Sam Cooke, Jackie Wilson o James Brown. A finales de los 60 firma con el sello Atlantic y su filial Cotillion, de cuya asociación resultaron dos discos de presentación: "Freddie King Is a Blues Master" (1969) y "My Feeling for the Blues" (1970). 

Sin embargo, aunque echase mano de sus dotes vocales por captar un  público más amplio, ambos álbumes no obtuvieron la acogida esperada. La decepción del bluesman duró justo hasta comenzar su gira europea. Salió para un mes y estuvo tres. En Inglaterra, una nueva generación de jóvenes músicos blancos como Eric Clapton o Mick Taylor, estaban tratando de emular su sonido. Imagina el efecto de la maestría y contundencia del aguerrido Freddie King ante un auditorio de pulcros british. Aquello debió ser un revulsivo para todos, tanto como para él mismo, sorprendido por una aceptación que hasta el momento le había sido difícil de logar en casa. 



Con la nueva década contrató de manager a un tipo llamado Jack Calmes, blanco y parte de la "contracultura" que acababa de descubrir el Blues. Jack ayudó a redirigir la carrera del guitarrista al hacerle aparecer en el Festival Pop de Texas, compartiendo cartel con Led Zeppellin, entre otros. "Los chicos de Led Zeppelin se quedaron con la boca abierta viendo tocar a Freddie", recordó Jack. Gracias a aquel golpe Freddie King consiguó captar la atención de un nuevo público y productora. Con Shelter Records su carrera se puso a 100, para ya no retroceder. A partir de su álbum "Getting Ready" pudo mostrar a todos su talento y estilo, en consonancia con la corriente de Blues blanco que se apoyaba en el Rock. Desde su autoridad como intérprete, haciendo gala de una presencia impresionante, Freddie King alternó con artistas como Eric Clapton o bandas como Grand Funk Railroard, los mismos que más tarde le rendirían homenaje en su mayor éxito: "We're an American Band".

De estilo intuitivo y personal, más agresivo y creativo que el de los otros Reyes, BB King y Albert King, éstos con un enfoque más tradicional, y recurriendo a un buen puñado de matices vocales, su Blues combinaba influencias del Blues acústico de Texas con la crudeza del de Chicago. De esta manera, su música ofreció un punto de vista más contemporáneo que el de otras bandas que continuaban tocando a la manera de 1950. Influenció a todos los guitarristas eléctricos que llegaron después. El Blues de Texas jamás fue el mismo después de Freddie King. Su apodo, The Texas Cannonball, es tan elocuente como definitorio de su actitud vital: una andanada de Blues en toda regla.


Freddie King tampoco era amigo de medias tintas: BluesBluesBlues y Bloody Mary. Con una estresante agenda de más de trescientos shows al año y una dieta a base de cigarrillos y alcohol, Freddy se ganó una úlcera de platino que le llevó a la tumba el día de los Inocentes del 1976. Nunca nadie ha parado un cañonazo. 

Fue siempre fiel a si mismo, el más virtuoso de los bluesman eléctricos de su generación. En 2004 fue incluído en el número 15 de la lista de los 100 guitarristas más grandes de todos los tiempos. Su arte jamás decepciona. Como bien dijo Howlin' Wolf, el Señor le había puesto entre nosotros para revolucionar el Blues. Y a ello se empleó con denuedo y pasión en cada acto. Como a mi me gusta, ¡al estilo Freddie King!





Si algún sentido tiene mantener abierta esta ventana al mundo y a la abstracción es poder reconocer a artistas como Walter Trout, guitarrista de blues-rock de cabecera en las últimas fechas para este alma fronteriza.

Walter Trout, un bluesman que sabe lo que se hace. No sólo porque haya cursado una dilatada carrera de guitarrista a sueldo de estrellas de la talla de John Lee Hooker, John Mayall o bandas como Cannet Heat. Con rumbo y banda propios desde los noventa, Trout se ha ganado un lugar en el panorama del blues-rock gracias a un gran repertorio de emocionantes canciones y la eficaz ejecutoria de sus actuaciones en vivo. 

También sabe lo que se dice, y lo escribe con coraje. Hace falta haber estado al otro lado de las vías para hablar así. Puede imaginarlo, intuirlo, tal vez paseó atolondrado y sin rumbo bajo la lluvia alguna vez. Walter pasó por ello, y tiene la suficiente autoridad sobre seis cuerdas y un mástil para abrir paso a su mensaje entre nieblas y tormentas. 

Un buen punto de partida para conocer a Walter Trout puede ser su álbum The Outsider, El Forastero, publicado en 2008. Inequívocamente, el espectacular tema que lo abre deja a las claras no sólo su calidad como compositor e intérprete, sino también la personalidad y talante del guitarrista. 

Directo y honesto, su blues empareja el melancólico desgarro de la decepción con notas de electrizante esperanza. Es memoria, paño de lágrimas, dolor y gloria en la derrota. Es fé, inspiración, resolución y pugna por la supervivencia. 

Tal como es. Lo vive y lo cuenta Walter: ¡Bienvenidos a la Raza Humana!.




"" He sido amado y odiado, 
elogiado y vilipendiado. 
He sido acusado y vindicado,
y salido adelante con determinación.

He superado un sinfín de pruebas,
deshaciéndome de mi orgullo. 
Alguna vez he dicho la verdad. 
Otras veces he mentido.

Y cuando me quedo a solas conmigo mismo,
en un espacio frío y vacío,
entonces una voz interior me dice: "!Bienvenido,
bienvenido a la raza humana,
bienvenido a la raza humana!"

Me han hecho daño y herido. 
He estado abajo e hincado las rodillas, 
orando por el perdón 
de mis enemigos.

A veces, ha habido grandes ilusiones 
que han cegado y nublado mis ojos
hasta perderme y desorientarme.
Siempre acabé por alcanzar la salida. 

Cuando me quedo a solas conmigo mismo, 
con lágrimas en la cara, 
entonces suena una voz interior que dice: "!bienvenido,
bienvenido a la raza humana!"

¡Bienvenido, 
Bienvenido!
¡¡ Bienvenido a la raza humana !!

He estado en la cárcel y en el limbo. 
He estado en la cima y en lo profundo de un pozo.
Justo de lo que he estado huyendo 
supongo que nunca lo sabré. 

He sido encerrado y expuesto 
para que todos me pudiesen ver. 
Bienvenido y despreciado, 
supongo que así será siempre.

Escondido en las sombras. 
Sólo, llorando sobre mi rostro. 
Oyendo una voz dentro de mí,
diciendo: "!bienvenido 
a la raza humana!" 

¡Bienvenido a la raza humana! 
Dice: "¡bienvenido, 
bienvenido a la raza humana! ""




(Traducción adaptada de la canción "Welcome To The Human Race".)





Puede saber más sobre Walter Trout en su propia web: http://www.waltertrout.com.
Ahora, si ha recuperado el aliento está invitado a dejar su impresión en los comentarios. Sería de agradecer.



Antes de aquella Navidad del 54 Johnny Ace tenía en su mano todo lo que un joven de 25 años podía llegar a desear. Mucho más de lo que ningún otro muchacho afroamericano de Tennessee pudiese siquiera imaginar. En tan sólo un par de años había conseguido poner rumbo a una prometedora carrera musical, el dinero fluía generoso tras cada espectáculo y los amantes de todo el país arrullaban a la luna cobijados bajo el manto de sus melodías. 

A pesar de su apellido artístico, el éxito de Johnny Ace tenía más que ver con su talento musical que con la suerte. Había venido al mundo en Memphis, Tennessee, como John Marshall Alexander, hijo de predicador baptista, y dado sus primeros gorgoritos gospel en la misa dominical. El chico tenía oído, por lo que sus padres le procuraron clases hasta adquirir soltura con el piano y la composición. Tras un turbulento paso por la Marina, Alexander vagabundeó por los círculos musicales de Memphis, ungiendo como pianista en algunas bandas de cierto postín, hasta entrar a formar The Beale Streeters. También alternaría en el mundo del blues tocando con la banda de BB King, aún en los primeros años de su carrera. Su oportunidad para despuntar llegó cuando el vocalista Bobby Bland fue reclamado por el Ejército. Alexander ocupó su puesto a cargo de las tareas vocales casi al tiempo en que la banda comenzaba sus actuaciones en la radio local WDIA.

Las cualidades artísticas del joven artista no pasaron desapercibidas para el productor de la emisora, que le convenció para firmar con Duke Records (originalmente un sello de de la propia WDIA de Memphis) y transformó finalmente en 'Johnny Ace', allá por 1952. Su primera grabación, la balada "My Song", logró ponerle en el mapa al encabezar las listas de R & B durante nueve semanas. Ace comenzó a explotar su reciente éxito viajando de gira con su banda, a menudo en compañía de otra estrella del momento, la gran Willie Mae 'Big Mama' Thornton que inspirase a Elvis para "Thats All Right Mama".

Los éxitos empezaron a sucederse vertiginosamente. Cada nuevo tema de Johnny que salía del estudio se convertía en hit a las pocas semanas. Su figura fue adquiriendo notoriedad en el panorama musical adolescente y traspasando las barreras raciales de la época. En los siguientes dos años, Johnny colocó ocho melosos hits en las listas de éxitos, incluyendo "Cross My Heart", "Please Forgive Me", "The Clock", "Yes, Baby" y "Never Let Me Go". Girando una y otra vez desde las radios locales, las edulcoradas estrofas de Johnny Ace, el As de corazones, fueron la banda sonora de los sueños románticos de toda una generación.



Si los discos de Ace se vendían muy bien para aquellos tiempos, sus actuaciones en vivo no se quedaban atrás; casi 350 pases al acabar 1954. Viajes, fiestas, chicas, trajes de seda y zapatos de cocodrilo. Con toda la traza de un joven gangster, Johnny había conseguido un revólver de calibre 22 con el que gustaba pavonearse probando puntería y fanfarroneando en arriesgados juegos. Tal vez por indigestión de la repentina fama, la joven estrella asumió que estaba tocado por la fortuna. Cruzando el país de show en show, conduciendo firme hacia su destino, el As de corazones sembraba de baladas tiernas el imaginario adolescente, mientras revólver en mano agujereaba las señales de tráfico que le salían al paso. 

No resultó extraño que en diciembre de 1954 Johnny Ace fuese designado Artista Destacado en una encuesta organizada entre los disk-jockeys de los Estados Unidos. Después de viajar durante todo el año, Ace había llegado al Auditorio de la ciudad de Houston, Texas, para el último concierto de la gira el día de Navidad de aquel 1954. Por la tarde, el cantante había querido rubricar su buena racha comprando a tocateja un fabuloso Oldsmovile 1955. A su volante regresaría a Memphis como merecía toda una estrella. Después de cerrar el trato, Johnny volvió al teatro y estuvo tomando unas copas en el backstage. Uno de los músicos fue testigo de cómo en un descanso entre funciones, el As sacó su inseparable 22 y la hizo girar sobre la mesa.

- ¿Estás loco, Johnny? !Ten cuidado con esa cosa! -dijo alguien

- No pasa nada -respondió Ace. Tomó el arma, apuntó con ella a su novia y a otra chica que se encontraba al lado, y luego se la llevó a la cabeza esbozando una sonrisa burlona- La pistola no está cargada, ¿véis...?

Johnny apretó el gatillo y la detonación llegó hasta las filas del público a la entrada del teatro. Se había descerrajado la sesera. Big Mama salió despavorida del camerino gritando: "¡¡Johnny Ace se ha matado, Johnny Ace se ha matado!!"

Y así fue como Johnny Ace dejó este mundo, pletórico de éxito y fama, a la pronta edad de 25 años. Su única vida por delante sería desde entonces la vida eterna. Un despiste inoportuno, alguien incluso habló de asesinato...; una insensatez, en cualquier caso, se lo llevó al otro barrio. Johnny regresó a Memphis, pero en vez de volver en su flamante carro como preveía, lo hizo en un furgón refrigerado. Su funeral se ofició en el Templo Clayborn de Memphis el 9 de enero de 1955. Asistieron unas 5.000 personas. 


Los éxitos de Johnny Ace fueron compilados y lanzados en un disco denominado "Johnny Ace Memorial Album". La canción "Plending My Love" se convirtió en N º 1 durante diez semanas a partir del 12 de febrero de 1955. Duke Records anunció que de las tres grabaciones de Johnny Ace, junto con el "Hound Dog" de Thornton, se habían vendido más de 1.750.000 copias. La revista Billboard sentenció sin rodeos que la muerte de Ace había creado una de las mayores demandas de discos desde la muerte de Hank Williams, ocurrida un par de años antes. 

El mercado póstumo se ponía en marcha. La tragedia de Johnny Ace inauguró además la serie de prematuras desapariciones de jóvenes estrellas del mundo de la música, entre mediados de los años 50 y comienzos de los 60.

Los homenajes al As de corazones se han prodigado desde entonces en toda suerte de medios y por lo más variados artistas. No hay película que trate de ilustrar la época de los dorados 50 que no cuente con unas notas de Johnny Ace en su banda sonora. Más próxima en el tiempo, de 2011, es la canción que el guitarrista californiano Dave Alvin hizo del luctuoso suceso de su muerte, la trepidante "Johnny Ace Is Dead" incluída en su álbum Eleven Eleven.





Y ahora, si ha abierto horizontes llegando hasta aquí, tal vez sea tan amable de dejar su aportación en los comentarios. 




El descubrimiento del momento pasa por la figura del cantautor Terry Callier, padre del autoproclamado Sonido del Nuevo Folk, gracias a uno de sus éxitos, el electrizante tema "You Goin' Miss Your Candyman". Una canción con esencia hipnótica y aires étnicos, propiciada por la persistente secuencia de bajo y percusión, junto al lamento grave de la voz del cantante.

Llevado a golpe de cuerdas hacia una dimensión de notas acústicas, rumbo al cálido trópico sugerido por la percusión, o sorteando estelas urbanas sobre vientos y metales, no imaginé hallar a un artista de color como Callier detrás. De un principio, la música traía raíces camperas y eso era cosa de blancos, pensaba, aunque en la letra repetitiva o la voz áspera intuyese otro origen. De cualquier modo, tal fusión de sonidos fue suficiente para conducirme a descubrir su figura y vencer nuevamente viejos prejuicios.


Música negra que no lo parece, ni tiene por qué. Porque las etiquetas son engañosas, reductivas e incompletas, además de absurdas. Porque la negritud y su fusión cultural son el mejor exponente del alma de América. Porque la música no tiene otro color que el que dibujan las emociones que transmite. Otro hallazgo más para sumar al abultado santoral de artistas afroamericanos que me reclaman insistentemente la atención y la escucha, de un tiempo a esta parte.


Así pues, he aquí al amigo Terry con su cariñosa advertencia de Candyman, el vendedor de golosinas. "You Goin' Miss Your Candyman" cuenta la despedida anunciada del camello, aquel cuya marcha te dejará el mono de sus golosinas y el lamento por su ausencia, Míster Candyman. Como puede dejar secuelas engancharse a su sonido hipnótico, punzante y liberador. Se le presenta a uno una canción así y ya no para de escucharla hasta grabarla en un surco del cerebro para poder escucharla dentro de sí a todas horas. Avisado está.







Como fue el caso, la vida y obras de Terry Callier tienen el interés de descubrir en ellas a un artista pleno de humanidad y talento. Díganle a Wikipedia que van de mi parte.

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