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La aportación del Western a la cultura popular y a las artes cinematográficas es ampliamente reconocida. Para hacerse una idea del género basta echar una ojeada a la infinidad de listados que enumeran los mejores trabajos de actores y directores. Sin embargo, para esta ocasión te propongo un recorrido por diez elementos que definen su casuística y son recursos habituales de su argumentario. Un viaje al corazón del Western, ilustrado con las películas que mejor representan sus temáticas. !Agárrate a la silla y acompáñanos al Oeste!, ...GO WEST!
1. HORIZONTES LEJANOS
El Western no habría existido sin un paisaje particular. Hablamos del Mississippi, de las Grandes Llanuras, de las Montañas Rocosas, de los desiertos del Suroeste, los bosques norteños o las frecuentes referencias a México. Los grandes espacios abiertos del Western son una de las principales bazas de su espectacularidad.
Se trata de un territorio inabarcable y salvaje, tantas veces caprichoso y fantástico. Un lugar aparte que aisla a los personajes en sus peripecias o sobre el que se cierne la zarpa de la civilización. La grandiosidad de montañas, ríos, llanuras y desiertos, contrastada sobre la pequeñez de jinetes solitarios, caravanas de colonos, partidas de guerra o humeantes convoys del ferrocarril, ensalza aún más el reto de su conquista. Es la geografía del Western. Cualquier cinta del género de Anthony Mann serviría para ilustrar esta temática. Te sugerimos “Tierras lejanas” o “La puerta del diablo” y “Centauros del desierto” de John Ford.
2. COLONOS Y CARRETAS

2. COLONOS Y CARRETAS
Las películas del Oeste se circunscriben temporalmente al período histórico comprendido entre el final de la Guerra Civil Americana y los inicios del siglo XX. Un tiempo de grandes movimientos migratorios hacia el Oeste, desplazando o entrando en conflicto con las comunidades nativas que habitaban el territorio.
Ante las inmensidades de Norteamérica, los colonos deben valerse por si mismos, establecer nuevos códigos de convivencia y abrirse camino hasta la supervivencia. Esta nueva tierra prometida, siempre presente en el devocionario de los inmigrantes europeos, su obtención, conquista o salvaguarda (como el rancho que todo colono ansiaba establecer), ha edificado innumerables Westerns. Prueba de ello son cintas como “Más allá de Misuri” o “Caravana de mujeres” ambas de William A. Wellman.
3. INDÍGENAS HOSTILES
Ante las inmensidades de Norteamérica, los colonos deben valerse por si mismos, establecer nuevos códigos de convivencia y abrirse camino hasta la supervivencia. Esta nueva tierra prometida, siempre presente en el devocionario de los inmigrantes europeos, su obtención, conquista o salvaguarda (como el rancho que todo colono ansiaba establecer), ha edificado innumerables Westerns. Prueba de ello son cintas como “Más allá de Misuri” o “Caravana de mujeres” ambas de William A. Wellman.
3. INDÍGENAS HOSTILES
Los indios de Norteamérica son otro sugerente polo de atracción y espectáculo que sumar al discurso épico del Western, solamente con la estampa de sus jefes y guerreros. Su fiereza como combatientes, la pericia con los animales, sus extraños rituales o el particular sistema de valores, se suman para ser determinantes en la cosmografía del género.
A ojos del westerner es la cultura de los otros, los incivilizados, los salvajes. El mundo indígena tuvo siempre la condición de enemigo formal en el cine del Oeste, como opositor natural al avance de la civilización. Además, los indios representaron el primitivismo improductivo frente al esfuerzo sublimado de pioneros y colonos por rendir las riquezas de la tierra virgen. Su papel cambiaría a partir de los años 60, cuando el Western adoptó una visión histórica más realista y explícita del genocidio cometido sobre las naciones nativas.
Pocas experiencias más evocadoras para cinéfilos de salón que ver una buena peli de indios. Una excelente muestra es “El gran combate” de John Ford.
Pelotones de jinetes enfilaron en las pantallas los amplios horizontes del Oeste, entre esponjosos cúmulos y laberínticos roquedos, prestos al auxilio de caravanas y viajeros que respiran por fin airosos al escuchar el mítico toque de “Una trompeta lejana” (como titulaba su obra Raoul Walsh).
La vida militar transcurre en un singular destacamento de troncos empalizados, el Fuerte, donde la rutina es alterada por las salidas y llegadas de patrullas, despachos oficiales y animados bailes de gala en los que se brinda con ponche. Un sugestivo panorama cuyo mejor ejemplo son las cintas que conforman la trilogía de John Ford homenajeando a la Caballería Americana: “Río Grande”, “Fort Apache” y “La legión invencible”.
5. MUCHO GANADO
A ojos del westerner es la cultura de los otros, los incivilizados, los salvajes. El mundo indígena tuvo siempre la condición de enemigo formal en el cine del Oeste, como opositor natural al avance de la civilización. Además, los indios representaron el primitivismo improductivo frente al esfuerzo sublimado de pioneros y colonos por rendir las riquezas de la tierra virgen. Su papel cambiaría a partir de los años 60, cuando el Western adoptó una visión histórica más realista y explícita del genocidio cometido sobre las naciones nativas.
Pocas experiencias más evocadoras para cinéfilos de salón que ver una buena peli de indios. Una excelente muestra es “El gran combate” de John Ford.
4. LA CABALLERÍA AMERICANA
Para conjurar la amenaza de las tribus indígenas y apaciguar los territorios conquistados, los Estados Unidos emplearon la Caballería del Ejército y el Western pudo narrar así con tintes épicos su visión amañada de la Historia.
Pelotones de jinetes enfilaron en las pantallas los amplios horizontes del Oeste, entre esponjosos cúmulos y laberínticos roquedos, prestos al auxilio de caravanas y viajeros que respiran por fin airosos al escuchar el mítico toque de “Una trompeta lejana” (como titulaba su obra Raoul Walsh).
La vida militar transcurre en un singular destacamento de troncos empalizados, el Fuerte, donde la rutina es alterada por las salidas y llegadas de patrullas, despachos oficiales y animados bailes de gala en los que se brinda con ponche. Un sugestivo panorama cuyo mejor ejemplo son las cintas que conforman la trilogía de John Ford homenajeando a la Caballería Americana: “Río Grande”, “Fort Apache” y “La legión invencible”.
5. MUCHO GANADO
Junto a la mitificación del paisaje y los peligros de su colonización, otra fuente de espectáculo en el cine del Oeste es la interacción con los animales. El caballo es el animal totémico para sus habitantes, sin olvidar a coyotes, pumas o las traicioneras serpientes de cascabel.
En el Far West la tierra tiembla a la estampida de manadas de bisontes, sustento de las comunidades indias y pieza de caza fácil para pioneros y cazadores. Su reflejo civilizado será la ganadería extensiva vacuna para seguir vinculando a hombres y bestias. La gestión del ganado, las aventuras de su trasiego o la simple evocación del oficio de rancheros y cowboys nos han ofrecido joyas como “Río Rojo” de Howard Hawks, la mejor en su apartado. A destacar también “La pradera sin ley” de King Vidor.

Como decía, fue en uno de aquellos lances nocturnos que THE DEL LORDS hicieron saltar nuestras alarmas entre el martillo y el yunque. Sonidos garajeros, contundentes y resolutivos, pero sobre todo rabiosamente frescos. ¡Tan frescos como una crujiente lechuga!. ¿Una muestra? "Judas Kiss" fue un fenómeno mundial gracias también a este vídeo.
DEL LORDS no son fronterizos al uso sino urbanitas resabiados de la Gran Manzana, con un ojo puesto en 'Dixie' y otro en California. Unos venían del punk y otros del rock urbano. Alguien les etiquetó como los 'Beach Boys' de la Costa Este y nos da que se quedó corto. Con más acierto les encuadraron luego en el denominado nuevo rock americano, junto a otras bandas de semejante ralea que andando el tiempo volcarían sus influencias en un nuevo género: la americana music. Desde los míticos ochenta hasta ayer por la tarde, ellos han estado ahí todo este largo tiempo, como un tarro de mermelada de frambuesa. A un 'pop' se destapan las esencias del rock & roll y el blues, del country y el folk, con un denominador común: rock prístino, melodioso y elegante.

Como muchos buenos grupos que triunfaron a finales de los 80, en plena fiebre rockanrrolera, Los DEL LORDS no tuvieron suerte en sus trabajos posteriores ni cosecharon repercusión significativa en los medios. Como muchos de aquellos, los neoyorkinos encontraron refugio en el tramado de actuaciones en garitos de mala muerte y esperaron que escampase sin dejar de perseverar en el rock. Así hasta "ELVIS CLUB", fresquito y recién salido del tarro este 2013, donde Funaro, Kempner y Ambel recuperan el fulgor emocionante de los tiempos en que invitaban a levantar la birra sobre la barra en la emoción que significa disfrutar de los acordes de una banda de Rock' n' Roll, sin artificio, pegatinas ni campaña de marketing. Solo rock, una espita de sones conectando y expresando otra forma de sentir y comunicarnos.

Ha pasado el tiempo. Todos lucimos bastante más viejos; algunos más sabios, otros más desencantados. Los DEL-LORDS, con la habitual frescura marca de la casa, destapada en cada tema de éste magnífico y reluciente "ELVIS CLUB", se ocuparán de que unos y otros pasen a reconectarse al rock, se agiten en la emoción y muevan sus caderas como si esta noche se subiesen de nuevo las persianas del viejo local.
Ahora, escuche sin salir del blog y al completo el álbum "ELVIS CLUB" de THE DEL LORDS.
Una colaboración de Pilar Alonso Márquez
UNA NACIÓN AMERICANA
Cherokee deriva de la palabra Choctaw 'Tsa La Gi' que significa "pueblo de la tierra de las cuevas". Ellos se llamaban a sí mismos 'Ani-Yunwiya', 'los seres humanos'. Historicamente, los Cherokees eran de etnia iroquesa y habían ocupado los territorios el sureste de los Estados Unidos, en las dos Carolinas, Georgia, Alabama y Tennessee.
Según llegaban los colonos europeos, los Cherokees comerciaron y se mezclaron con ellos. Adoptaron algunas costumbres europeas y gradualmente fueron cambiando su modo de vida por una economía agrícola, mientras comenzaban a ser presionados para abandonar sus poblados tradicionales. Durante la Guerra de Independencia (1776-1783), lucharon en el bando de los ingleses, pensando que de obtener la victoria, recuperarían las tierras que ya les habían arrebatado los colonos. Pero no fue así. Al finalizar la contienda cada estado americano asumió prerrogativas para ocuparse a su manera del tema indio.

Todo cambiaría para los indígenas en 1830. El estado de Georgia sacó a sorteo para los blancos la propiedad de la tierra que aún restaba a los Cherokees, junto a concesiones para iniciar prospecciones auríferas. Acto seguido se les denegó la posibilidad de iniciar negocios tribales, contratos, testificar en juicio contra blancos o extraer el oro. Aparte de robarle sus tierras, se trataba de expatriarlos para que no estorbasen los intereses del gobierno, por lo que muchos optaron por emigrar a otras tierras, lejos de la presión de los blancos.
Los Estados Unidos vieron en la generalidad de las naciones indígenas bajo su soberanía un freno a su progreso y expansión, aparte de una fuente de problemas de toda índole. El medio que eligieron para atajarlo fue la deportacion masiva de las poblaciones nativas, desde sus territorios seculares a la otra orilla del Mississippi, donde no estorbasen sus intereses ...de momento. Aquel territorio fue llamado la Frontera India Permanente.
En 1830 el congreso aprobó el Acta de Expulsión de los Indios para forzar a los Cherokees que aún quedaban en Georgia y al resto de naciones indígenas del sureste a desplazarse al oeste del Mississippi. Para fingir apariencia de legalidad, en diciembre de 1835 los Estados Unidos utilizaron a una minoría de entre 300 y 500 Cherokees para establecer un tratado en New Echota, Georgia; ninguno de ellos era representante elegido de la nación Cherokee. Mediante la firma del tratado por 20 de ellos, el pueblo Cherokee cedió todo el territorio Cherokee al este del Mississippi a los Estados Unidos. Más de 15.000 nativos Cherokees protestaron contra este tratado ilegal. Así y todo, en mayo de 1836, el Tratado de New Echota fue ratificado por el senado por sólo un voto.
UN CAMINO DE ESPINAS

Mientras se procedía a su expulsión en caravanas vigiladas se les confinó en el interior de fortines empalizados, al tiempo que para protegerles de los colonos blancos que llegaban a Georgia como moscas a la miel, al saqueo de todo cuanto los Cherokees se habían visto obligados a dejar atrás: tierras, casas, ganados, enseres...
La concentración en los fuertes en condiciones miserables resultó un horrible cautiverio. La comida destinada para la tribu era vendida por la guarnición al mejor postor de los blancos. Lo poco que habían llevado consigo los Cherokees era robado y vendido, sus habitáculos resultaron sucias cuadras y cobertizos, las mujeres y niños padecieron repetidamente la violencia. Desde su posición preeminente los soldados sumieron a sus cautivos en la peor esclavitud, en medio de crímenes horrendos y salvaje racismo. Un miembro de la guardia escribiría más tarde: "Durante la guerra civil ví morir a cientos de hombres, incluyendo a mi propio hermano, pero nada de eso es comparable a lo que hicimos a los indios Cherokee". Algunos Cherokees fueron forzados a vivir en estas condiciones hasta 5 meses antes de empezar el viaje llamado 'Nunna Daul Tsuny', el sendero del llanto, la Caravana de las Lágrimas.
Aunque había programado un calendario de deportación en varias etapas, el hallazgo de oro en los Apalaches precipitó el inicio de la marcha, que comenzaría en el otoño de 1838. Bajo el mando del general Winfield Scott, mal equipados, sin mantas, en muchos casos sin zapatos, con escasez de alimentos y en un estado físico deplorable, se les obligó a hacer un viaje de 1000 millas, 1700 kms, desde Georgia hasta Oklahoma, territorio indio, en pleno invierno.
El gobierno había suministrado menos de 700 carros para todos, por lo que la mayoría tuvo que hacer el camino a pie. La mujer del jefe John Ross escribió antes de morir de pulmonía: "Mucho tiempo viajamos de camino a la nueva tierra. El pueblo siente mucho dejar nuestro país. Las mujeres lloran y lanzan tristes gemidos, los niños lloran y muchos hombres lloran... pero no dicen nada, bajan sus cabezas y continuan hacia el oeste. Pasan los días y muchos mueren". Un superviviente contó como su padre enfermó y murió; luego moriría su madre y más tarde, consecutivamente, cada uno de sus 5 hermanos. "Uno cada día. Ahora todos se han ido."
SOÑANDO ROSAS
La leyenda cuenta que entonces, al paso desgarrado de la comitiva Cherokee, una hermosa flor comenzó a florecer en los lugares donde habían caído las lágrimas de las madres. Una rosa blanca por cada una de sus lágrimas, de dorados estambres por el oro robado de las tierras Cherokees y siete hojas en cada tallo por cada uno de los siete clanes Cherokee. Desde entonces la Rosa Cherokee crece a lo largo de la ruta de la Caravana de las Lágrimas hasta el este de Oklahoma.
Se estima que entre 1830 y 1850, unos 100.000 indios americanos que vivían entre Michigan, Louisiana y Florida fueron conminados a mudarse al oeste, después de que el gobierno de EE.UU. les impusiese tratados o emplease el ejército para reprimir a cuantos se resistieron. Muchos fueron tratados brutalmente, otros llevados encadenados. Se estima que 3.500 Creeks murieron en Alabama y en su viaje al oeste. En cuanto a los Cherokees, al finalizar del viaje, el 26 de marzo de 1839, cerca de una quinta parte de la nación había muerto durante el camino, de frío, hambre o enfermedad. Los supervivientes lo llamaron 'el Sendero de las Lágrimas'.

"No te pares al lado de mi tumba y solloces.
No estoy ahí, no duermo.
Soy un millar de vientos que soplan
y sostienen las alas de los pájaros...
No estoy ahí, no he muerto".
(Poema Cherokee)
Y así, un estado formado 50 años antes bajo la premisa de que "...todos los hombres son creados iguales, y son dotados por su creador con unos derechos inalienables, entre ellos el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad..." bajó brutalmente el telón sobre una cultura indígena cuyo mayor crimen fue compartir con ellos el aire, la tierra y los días.
La Rosa Cherokee es hoy la flor del estado de Georgia.
Una colaboración de Pilar Alonso Márquez
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