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Juan Bautista de Anza |
Esa constatación me ha llevado al tiempo en el que Norteamérica respiraba en español y los colonizadores eran nuestros ancestros, antes de que ningún receloso puritano pisase la bahía de Jamestown. Y es por ello, no más por devolverles el favor de hacernos vivir en Yankilandia, quieras o no, cada mes de Noviembre, que traigo a estas páginas siquiera el nombre y apuntes de algunos significados españoles que dejaron huella en los Estados Unidos.
Por supuesto, fueron un sinfín los hombres y mujeres que buscaron su particular sueño americano por las soledades del subcontinente. Protagonistas o anónimos, todos forman parte de una presencia desarrollada por más de tres siglos y luego olvidada por propios y extraños. Un motivo más para reivindicar su legado.
Cabeza de Vaca |
Cabeza de Vaca padeció lo suyo andándose las inmensidades del Far West a lo largo de ocho años y de todo dejó relación en su obra "Naufragios", antes de topar de nuevo con otros españoles por Chihuahua. Su peripecia le abrió camino a nuevos cargos y expediciones en Suramérica, de las que saldría malparado por su defensa de las Leyes de Indias. Acabó en España, como corresponde a los idealistas: enterrado en pleitos y sin un ducado.
Coronado |
Coronado tuvo que desistir de una expedición en la que había hipotecado su hacienda y la de 300 familias, y volver sobre sus pasos. En su aventura llegó hasta Kansas, en lo profundo de la América salvaje de aquellos días.
Padre Kino |
Fray Junípero Serra |
JUAN BAUTISTA DE ANZA
Juan Bautista de Anza |
Desde sus primeros patrones como prenda de trabajo a finales del XIX hasta la década de los 70, la ropa vaquera fue asimilada como un producto joven y símbolo de libertad. Estrellas de cine, diseñadores de moda, nuevos acabados y distintos estilos de confección, dieron alas a los jeans para saltar las barreras culturales e implantarse por todo el mundo. Una expansión que se vió favorecida por la aparición del videoclip y su adopción por el relato publicitario, en los primeros años de la década de 1980.
Entre todas las firmas y modelos de jeans el más popular es aún hoy el modelo 501 de Levi Strauss. La firma creadora de los vaqueros buscaba visibilidad para la marca y encontró en la televisión el canal perfecto para poner de moda su modelo más señero, el 501. Moda, televisión, videoclip, mercadotecnia..., se fraguaba la tormenta perfecta. En la búsqueda de un argumento provocador, la publicidad establecería un potente vínculo entre sexualidad y jeans, una idea que dio lugar a un buen puñado de anuncios y ayudó a hacer de los pantalones vaqueros el artículo de moda definitivo por varias generaciones.
El primer anuncio de televisión en combinar estos elementos se emitió en 1985. En él, el cantante de quinceañeras Nick Kamen se quitaba los pantalones en una lavandería pública y esperaba a terminar la colada vestido sólo con ropa interior. Mientras se lavan sus pantalones y se describen un puñado de actitudes ante la indiferencia del chico, suena evocadora la música de Marvin Gaye y finalmente se impresiona "Levis, encogen para adaptarse". ¡Sólo podían ser unos 501!.
Esta escena genial convirtió a Kamen en un sex symbol instantáneo y algunos años después, en el 2000, el spot quedó en cuarto lugar entre los 100 mejores comerciales de TV de todos los tiempos. Hoy día pocos recuerdan la carrera musical de Kamen, sino que el principal hito de su carrera bien puede haber sido protagonizar esta pieza. ¡Milagros del marketing!.
La sexualidad de los jeans propagó su popularidad como una llama en agosto y Levi Struss Co. consiguió un vehículo magnífico para convencer a la juventud mundial de las virtudes del modelo 501. Otros fabricantes importantes como Lee o Wrangler, igualmente en pugna por abordar un mercado más amplio que el ámbito doméstico, también se beneficiaron de un ideal picante que se hizo extensivo a los jeans en general.
Los anuncios del 501 proliferaron en adelante, a mayor gloria de la marca y para delicia de nostálgicos. El patrón es similar en muchos anuncios de aquella época: ambientación cincuentera, "vintage" que se dice ahora, magnífica música americana con toques revival (soul, blues, rock y alguna nota western) y un concierto de poses, miradas y actitudes de las que crease escuela el mítico Jimmy Dean. La atracción sexual flota en el ambiente, rápidamente nos hacemos una idea del contexto en que se manejan los protagonistas y cómo saltan chispas a sugerencia de la desnudez y los jeans de por medio.
La realización es ágil, la fotografía bellísima, el montaje perfecto, no hacen falta diálogos con una banda sonora que se ajusta a las imágenes como un guante, o como un 501 dicho sea de paso. La composición es bien elocuente a la hora de dejar claro el mensaje: ceñirse unos jeans es entrar en un territorio íntimo, respirar una libertad descarada o iniciar un camino de rebeldía.
Bill fue colono, correo, cazador, trampero, explorador, soldado, diplomático, indigenista, estrella del espectáculo, empresario y celebridad mundial. Viajó por medio mundo y alternó en cortes y palacios con las principales figuras del momento. Pocos de ellos habían visto tanto mundo ni estado en tantas salsas como él. Nadie como Buffalo Bill para resumir y aunar en su biografía la representación del ideal aventurero del Oeste americano, el amaño de la narrativa histórica de los Estados Unidos, la utilización del espectáculo como vehículo para la política o la defensa de las comunidades indígenas. Con William F. Cody el Oeste romántico pasó a ser patrimonio universal.
Estas son algunas de sus imágenes, el retrato del hombre imposible de desligar del personaje y sus poses decimonónicas. A Bill le gustaba la cámara, está claro, y supo poner de su lado el novedoso poder que las imágenes adquirían en su tiempo como soporte narrativo. Estas fotografías recorren su vida pero también nos presentan la forja de un sueño, el fin de una época y el nacimiento de un mito, el primero del gran show americano.
Bien lo puso en boca de Del Gue, Sydney Pollack, en su despedida del inefable Jeremías Johnson. También lo supo Grizzly Adams, otra alma solitaria buscando empezar una nueva vida sin vecinos, y muchos otros, en lo que no es sino un secreto a voces repetido sin cesar en la historia de los hombres: la llamada de la montaña.
Las montañas son ese mundo aparte que clama por su conquista para redención de los hombres. Su pureza y rotunda presencia, alzándose sobre neveros y bosques, invocan a quien es capaz de leer en los pétreos labios de sus costuras, la propuesta de un nuevo y redentor comienzo. Un viaje con la promesa de olvidar los fuegos del mundo civilizado y un desafío al arrojo de aventureros, antisociales o fugitivos, optando por la introspección, el desamparo y las alimañas, frente a la jauría humana y cotidiana de poblados y ciudades. Aún hoy, el mensaje permanece audible para quienes no terminaron por desconectar los sentidos a la magnificencia de la naturaleza.
" -¿No es maravilloso?. Yo les dije a mis padres que me venía a las montañas para vivir de la caza. ¡Casi les maté del disgusto!. Dijeron: 'Hijo, sigue viviendo aquí, aquí es donde viven las personas. La montaña es para las fieras y para los salvajes'. Yo les dije: 'Madre, las Montañas Rocosas son la médula de mundo' ...¡y vive Dios que tenía razón!."
He aquí el mundo encantador del Principio, el maravilloso país de las Montañas Rocosas anclado en el espinazo de las Américas, un reino natural y salvaje en el cénit de la Gran Divisoria, rompiendo aguas a dos oceános desde el corazón de Norteamérica. Sin embargo, pese a su majestuosidad y belleza, las Rocky Mountains no serían más que otro accidente geográfico sobre la piel de cascabel del Oeste sino fuese por tipos como Del Gue, Jeremías o Grizzly, por citar algunos, buscando su sitio ante la mirada amenazante de los indígenas, encarando las adversidades de la naturaleza, la soledad y las fieras, sin el consuelo de saber que hay para ellos un lugar en el valle al que poder regresar.
" -...Aquí no hay leyes para los salvajes, ni manicomios para los locos, ni más iglesia que la naturaleza, ni más voz que la de los pájaros.
Mi camino únicamente podrá detenerlo una bala o una flecha. Solo entonces dejaré mis huesos en esta tierra que me conquistó para siempre."
Montañas y montañeses, tramperos, pioneros, buscadores de oro, traficantes..., esa es la diferencia con otras cordilleras de más renombre, querido Del, no sus cumbres. Los Alpes y los Andes nos importan un carajo. Son el paisaje natural y humano del que tú formas parte, quienes han hecho posible que las Montañas Rocosas nos hayan conquistado como a ti, para siempre. Ese es tu legado, demonio, y el de tantos quienes buscaron en ellas nuevos horizontes de superación y desafío.
¡Cabalga con buen viento y cuida tu cabellera Del Gue, intrépido trampero!. Sobre las crestas de Colorado brilla el sol un día más para que álamos y arces renueven de color las faldas de las Rocosas. Ya es primavera en Colorado Springs.
Tienes que saber que me estoy helando aquí.
que ese viejo y maldito escalofrío se ha ido. ""
Como William Munny, todos tenemos un pasado y algunos años a nuestras espaldas. Estos días, una pendejada me ha devuelto por un momento a las extensas veladas alrededor de los bares, de hace largo tiempo. Aunque de todos guardo generoso recuerdo y nula nostalgia, al hilo de la cuestión hay alguno al que no tengo apuro en regresar.
Por si aún no lo has adivinado, hablo del encantador Titty Twister, la hipnotizante Teta Enrroscada donde a poco que te descuides perderás la cabeza y el alma. Un honky-tonk perdido en el norte de México, abierto hasta el amanecer, al que acudir a beber, pelear y morir, donde cada noche se programan sesiones de muerte y el rock and roll se sirve al límite, carajo.
Allí, al margen de todo y para lo más escogido de la Frontera, se representan shows que cortan la respiración. Números como el que sigue, a cargo de esta belleza azteca con el abracadabrante sobrenombre de Satánico Pandemonium.
Pero la Teta Enrroscada es algo más que sugerentes coreografías y hembras de infarto: una posada de demonios sin cuento y desperados en ruta directa al abismo. Quizás no cuente con el más correcto de los servicios, puede que su aguardiente sepa a sapos y culebras, tal vez la clientela carezca de urbanidad ni aprecio por la propiedad privada...
¡Que demonios!. El Titty Twister siempre será uno de mis garitos favoritos y bien merece una mención en esta bitácora fronteriza. ¿A tiempo para una rabiosa cucaracha alcohólica?
¡Adelante!, la diversión se masca a dentelladas.
La primera vez que supe de Tascosa fue acompañando al intrépido James Steward tras la pista de un arma excepcional, un Winchester del 73. Tras derramar algo de whisky en el salón y asistir al asalto del banco local, fuí testigo de un singular duelo con las balas revotando endiabladas entre las paredes de un promontorio rocoso. Jimmy terminó por ajustar las cuentas con su pasado, retomó la posesión del magnífico rifle y Tascosa quedó grabada indeleblemente en el recuerdo.
Algún tiempo más tarde, la misma pulsión fronteriza que alimenta estas páginas me llevó a reparar en Tascosa, al momento de sobrevolar sobre un mapa los páramos del norte de Texas y el Llano Estacado. Allí esperaba Tascosa, la Atascosa hispana, clamando por un lugar en el presente antes de que la última piedra de su pasado fuese engullida por el polvo de la ignorancia. ¡Desmontemos!.
Atascosa
Situada al noroeste de Texas, en el Condado de Oldham, en la orilla norte sobre un vado del río Canadian, la vieja Atascosa cuenta con una historia tan interesante y variada como los hombres y mujeres que la poblaron. Su nombre se debe al barroso atascadero que encontraron sus fundadores en 1876, algunos pastores hispanos provenientes de Nuevo México encabezados por Casimiro Romero. Allí encontraron pastos y agua para sus rebaños de ovejas y caballerías, y edificaron cabañas de adobe y acequias por los arroyos de la zona. El asentamiento distaba 135 kilómetros al oeste de la ciudad más próxima, Mobeetie, Texas, y 300 kilómetros al noroeste de la demarcación de asentamientos establecida en 1875. Sin embargo, la ruta del ganado a través del prisma territorial del norte de Texas (el llamado Panhandle) hasta Dodge City, encontró en el paso de Tascosa el lugar adecuado para vadear el río Canadian por ganados y mercancías, y el aval de su posterior pujanza.
Henry Kimball fue el primer colono anglo en Tascosa que instaló su taller de herrería en 1876, al que siguieron poco después una tienda y un salón. Las grandes haciendas ganaderas también se expandieron por la región y el poblado se convirtió en el punto de suministro para los importantes ranchos LIT, LX, LS y XIT. Para abastecer a ranchos y cowboys se fueron incorporando sucesivamente nuevos negocios a lo largo de las dos manzanas de la calle principal que corría de este a oeste. Tras asignársele una oficina de correos en 1878, la pequeña ciudad creció como un floreciente centro comercial, vía pecuaria y punto de servicio postal con Dodge City. En 1880, con la implantación del Condado de Oldham, Tascosa se convirtió en su capital y se edificó en piedra una Corte de Justicia de dos pisos, con la ciudad transformada en un hervidero de negocios y colonos estableciéndose en ella. Tascosa pasó a ser la "capital cowboy del Panhandle", la primera ciudad del saliente norteño tejano, única fuente de abastecimiento para cazadores de búfalos y conductores de ganado en doscientos kilómetros a la redonda.
El Saloon de Tascosa en torno a 1900, la foto más reproducida de la ciudad. |
De la sartén a las brasas
Como capital vaquera de la franja norte del Estado (el mango de la sartén o Panhandle) Tascosa tuvo un sinfín de incidentes resueltos con el desempeño de las armas rápidas. Caleb Berg Willingham fue el primer sheriff del condado, quién disparó al hombre que ocupó la primera tumba en el cementerio de la colina. Forajidos y buscavidas como Henry McCarty (Billy the Kid) o Dave Rudabaugh, se hicieron habituales por sus calles y salones. A propósito de Billy el Niño, se menciona que en cierta ocasión se presentó en Tascosa con 150 caballos robados y permaneció unas semanas alojado a todo confort en la ciudad. Lo mismo ocurrió con agentes de la Ley y cazarrecompensas, como Pat Garrett o Charles Siringo entre otros, contratados para meter en cintura a bandidos y vaqueros. En resumen, trifulcas y tiroteos hicieron de Tascosa el epicentro salvaje de las llanuras del Lejano Oeste, en la línea de Dodge City, insuflados por un poder económico campando por sus respetos.
Los conflictos desarrollados en los grandes ranchos tuvieron su punto álgido en 1883, cuando Tascosa se convirtió en el escenario de una fustrada huelga de cowboys en demanda de salarios más altos. La huelga derivó en balasera, con algunos de los participantes enterrados en el Boot Hill Cemetery, llamado así porque muchos de los allí enterrados murieron con las botas puestas. Al menos hubo 10 tiroteos fatales en Tascosa durante su apogeo en la década de 1880, incluyendo "The Big Fight", una batalla campal a tiro limpio en la noche del sábado 21 de marzo de 1886. Tres vaqueros del rancho LS fueron asesinados junto con un transeúnte. Las lápidas de los hombres del LS Ranch aún pueden verse justo a la entrada del cementerio.
En el verano de 1886 Charles Francis Rudolph comenzó a editar un periódico semanal, el Tascosa Pioneer, que un año más tarde daría la mayor noticia de su historia con la implantación de dieciséis millas de vía ferroviaria a través del noreste del condado. Muchos de los negocios locales se trasladaron entonces a dos kilómetros de Tascosa para abastecer la demanda del ferrocarril, al tiempo que su posición comenzaba a ser irrelevante para la industria de la carne. En 1890 la población combinada de los dos asentamientos era de 350 habitantes y según se fueron estableciendo nuevas ciudades en el Panhandle, fue disminuyendo paulatinamente.
Las vidas de Tascosa
La puntilla que determinó su futuro fue un temporal de fuertes lluvias que desbordó el río Canadian en 1893, llevándose por delante el puente y destruyendo 17 edificios cuyos techos cedieron. Desde entonces, la vieja Tascosa cayó en un permanente declive hasta que, con tan solo quince habitantes, la sede del condado fue removida hacia la nueva ciudad de Vega en 1915.
La Escuela Pública y al fondo la Corte de Justicia en 1900. |
De ella únicamente se sabe que había sido chica de salón en su juventud. Únicamente su marido Mickey McCormick, primer dueño del salón de la ciudad, pudo conocer su verdadera identidad y los secretos de su pasado. A su muerte en 1912, cuando Mickey fue enterrado en el Cementerio Romero de Tascosa, Frenchy se determinó a no abandonar jamás la tumba de su marido y su hogar, convertido ya en pueblo fantasma. Allí resistió imperturbable y en soledad durante 27 largos años, hasta enero de 1939, cuando por problemas de salud hubo de mudarse hasta Channing, Texas, para regresar a recibir sepultura dos años después. El último residente de Tascosa, testigo de su ascenso y caída, descansa para siempre junto a su amado "Mack".
Este hito recuerda la historia de la vieja ciudad. |
Una suerte que no ha tenido su ubicación más reciente, la Tascosa junto al ferrocarril. Si en 1947 contaba con dos tiendas y una población de cincuenta almas, al cumplir el siglo de existencia la nueva Tascosa había pasado de gris apeadero para el suministro local a vía muerta y muelle de carga polvoriento. Un próspero y violento oasis en las llanuras vencido por el ferrocarril y el progreso para luego morir lentamente.
Esta es la historia de un lugar del noroeste de Texas, tan fugaz, cambiante y desolado. Ahora, para todos cuantos llegaron a estas líneas, Tascosa ya no será sólo el marco resolutivo de las andanzas de James Steward en "Winchester 73", sino el encuentro con una azarosa ciudad en las soledades del Llano Estacado. La vieja Atascosa ha sido desempolvada para la memoria, que el tiempo la guarde junto a los personajes que la habitaron, de entre los fantasmales poblados de la Frontera.
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