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Lo más reciente de Territorios

Guadalupe Mountains, Texas


Extremadura es una región fronteriza al suroeste de España, quizás la región con mayor tradición de frontera de todo el país. Limitando con Portugal a través de una frontera abierta y permeable, su frontera ha sido históricamente el enlace natural de relaciones entre las capitales ibéricas. 

Además, Extremadura asumió en el pasado igualmente el papel de frontera, de extremo entre distintas civilizaciones, principalmente entre los reinos cristianos y musulmanes que guerreaban por el control de la Península. Todo ello hizo que fuese escenario de múltiples conflictos, desde la Roma de César a la Francia de Napoleón.

Quizás esa condición permanente de frontera, de territorio lejano, deshabitado y al extremo del poder, abonase su singular atraso y abandono. Un territorio desamparado y feudal, con habitantes con pocas perspectivas más allá de padecer el abuso y tirar del arado. Relegada a la condición de gran coto de caza, propiedad señorial de las Ordenes Militares religiosas o inmenso pastizal para los ganados del poderoso gremio de La Mesta, cuando no reserva de carne de cañón para las guerras de Su Majestad Católica, tal era su sino.

Guadalupe, Extremadura

Del mismo modo, aquel atraso secular pudo ser la causa por la que Extremadura mantiene hoy un valioso patrimonio histórico y paisajístico, con tres ciudades Patrimonio de la Humanidad (Cáceres, Guadalupe y Mérida), un Parque Nacional (Monfrague) y un extenso catálogo de recursos turísticos y Reservas Naturales. Su herencia cultural incluye elementos de la época prehistórica, de la importante presencia de Roma, del legado Hispano-Visigodo, la cultura Musulmana y la Cristiana tras la Reconquista. Joyas artísticas del Románico y del Mudéjar, heredado de los árabes, o la honda huella Gótica y Renacentista, visten de historia los pueblos y ciudades de Extremadura.

El descubrimiento de un Nuevo Mundo al otro lado del oceáno vino a abrir una nueva alternativa a sus sufridos habitantes, la emigración, como a tantos otros desheredados de los reinos de la Monarquía Hispánica. Y hasta Las Indias partieron como colonos y guerreros los extremeños, en la esperanza de sortear el destino aciago de su cuna y conquistar las riquezas con que erigir sus blasones.

Trujillo, Extremadura

Los nombres de aquellos aventureros quedaron forjados a sangre y fuego en la Historia de América y la Humanidad: Cortés, Pizarro, De Soto, Balboa, Alvarado, Valdivia, Orellana, Belalcázar, Mendoza... y detrás de sus hazañas y fracasos, una larga hueste de miles de anónimos extremeños, que contribuyeron a situar la gesta americana de sus emigrantes como el mayor hito de Extremadura en la Historia universal.

Todos ellos vieron la luz en aquel reino olvidado de la frontera ibérica, Extremadura. Aquel fue el marco de sus primeras correrías infantiles, donde brotaron sus primeras ilusiones y tal vez alumbrasen un futuro posible en los relatos de un Nuevo Mundo. Quizás donde blandieran por primera vez la espada. De allí partieron y a ella rindieron particular homenaje sembrando con su nombre y evocación el perfil de las Américas. Un homenaje que no fue otra cosa que el propio reconocimiento de su extranjería.

Santa Cruz, California

Y así fueron nombrados desiertos, montes, ríos, ciudades y pueblos, brotando con savia nueva de la lejana toponimia extremeña: Mérida, Medellín, Cáceres, Trujillo, Albuquerque, Guadalupe son algunos de los más repetidos; aunque también Alcántara, Nogales, Perales, Benquerencia, Santa Cruz... Además, en la Nueva España se llamó Nueva Extremadura a una región ubicada al norte del virreinato, comprendiendo los actuales estados mexicanos de Coahuila de Zaragoza y Nuevo León, y parte del estado de Texas, con capital en Santiago de la Monclova, actualmente Monclova, Coahuila.

He aquí un sugerente viaje por el reflejo extremeño en Norteamérica, poblado por las emociones de quienes los descubrieron, fundaron o habitaron, labrando con ello el fruto de una historia compartida por ambos hemisferios: 

 MEXICO 

    - Campillo
    - Guadalupe (varias)
    - Ánimas
    - Mérida
    - Trujillo
    - Jérez
    - Borbollón
    - Villanueva
    - Majadas
    - Llerena
    - Santa Cruz
    - Calera
    - Mirandilla
    - Granadilla
    - Salvatierra
    - Zafra
    - Medellín
    - Bienvenida

ESTADOS UNIDOS

   - Cortés
   - Santa Cruz
   - Guadalupe (condado)
   - Río Ánimas
   - Albuquerque
   - Trujillo
   - Chaves (condado)
   - Montes Guadalupe
   - Cerro Guadalupe
   - Villanueva
    - Galisteo
    - Nogales
    - Buenavista
    - Valparaíso
    - El Gordo
    - Vera
    - Portaje
    - Serena
    - Balboa
    - Alvarado

Cuenca de Galisteo, Nuevo México


Información sobre Extremadura aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Extremadura  


En Congreso, 4 de julio de 1776. 
Declaración unánime de los trece Estados Unidos de América.





"Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y el Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación.

Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad

Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; tal es ahora la necesidad que las obliga a reformar su anterior sistema de gobierno. La historia del actual Rey de la Gran Bretaña es una historia de repetidos agravios y usurpaciones, encaminados todos directamente hacia el establecimiento de una tiranía absoluta sobre estos estados. Para probar esto, sometemos los hechos al juicio de un mundo imparcial:
Ha rehusado asentir a las leyes más convenientes y necesarias al bien público de estas colonias, prohibiendo a sus gobernadores sancionar aun aquellas que eran de inmediata y urgente necesidad a menos que se suspendiese su ejecución hasta obtener su consentimiento, y estando así suspensas las ha desatendido enteramente.
Ha reprobado las providencias dictadas para la repartición de los distritos de los pueblos, exigiendo violentamente que estos renunciasen el derecho de representación en sus legislaturas, derecho inestimable para ellos y formidable sólo para los tiranos. 
Ha convocado cuerpos legislativos fuera de los lugares acostumbrados y en sitos distantes del depósito de sus registros públicos, con el único fin de molestarlos hasta obligarlos a convenir con sus medidas, y cuando estas violencias no han tenido el efecto que se esperaba, se han disuelto las salas de representantes por oponerse firme y valerosamente a las invocaciones proyectadas contra los derechos del pueblo, rehusando por largo tiempo después de desolación semejante a que se eligiesen otros, por lo que los poderes legislativos, incapaces de aniquilación, han recaído sobre el pueblo para su ejercicio, quedando el estado entre tanto, expuesto a todo el peligro de una invasión exterior y de convulsiones internas.
Se ha esforzado en estorbar los progresos de la población en estos estados, obstruyendo a este fin las leyes para la naturalización de los extranjeros, rehusando sancionar otras para promover su establecimiento en ellos y prohibiéndoles adquirir nuevas propiedades en estos países.
En el orden judicial ha obstruido la administración de justicia, oponiéndose a las leyes necesarias para consolidar la autoridad de los tribunales, creando jueces que dependen solamente de su voluntad, por recibir de él el nombramiento de sus empleos y pagamento de sus sueldos, y mandando un enjambre de oficiales para oprimir a nuestro pueblo y empobrecerlo con sus estafas y rapiñas.
Ha atentado a la libertad civil de los ciudadanos, manteniendo en tiempo de paz entre nosotros tropas armadas sin el consentimiento de nuestra legislatura, procurando hacer al militar independiente y superior al poder civil, combinando con nuestros vecinos, con plan despótico para sujetarnos a una jurisdicción extraña a nuestras leyes y no reconocida por nuestra constitución, destruyendo nuestro tráfico en todas las partes del mundo y poniendo contribuciones sin nuestro consentimiento, privándonos en muchos casos de las defensas que proporciona el juicio por jurados, transportándonos mas allá de los mares para ser juzgados por delitos supuestos, aboliendo el libre sistema de la ley inglesa en una provincia confinante, alterando fundamentalmente las formas de nuestros gobiernos y nuestras propias legislaturas y declarándose el mismo investido con el poder de dictar leyes para nosotros en todos los casos, cualesquiera que fuesen.
Ha abdicado el derecho que tenía para gobernarnos, declarándonos la guerra y poniéndonos fuera de su protección, haciendo el pillaje en nuestros mares, asolando nuestras costas, quitando la vida a nuestros conciudadanos y poniéndonos a merced de numerosos ejércitos extranjeros para completar la obra de muerte, desolación y tiranía comenzada y continuada con circunstancias de crueldad y perfidia totalmente indignas del jefe de una nación civilizada.
Ha compelido a nuestros conciudadanos hechos prisioneros en alta mar, a llevar armas contra su patria, constituyéndose en verdugos de sus hermanos y amigos, excitando insurrecciones domésticas y procurando igualmente irritar contra nosotros a los habitantes de las fronteras, los indios bárbaros y feroces cuyo método conocido de hacer la guerra es la destrucción de todas las edades, sexos y condiciones.
En cada etapa de estas opresiones, hemos pedido justicia en los términos más humildes: a nuestras repetidas peticiones se ha contestado solamente con repetidos agravios. Un Príncipe, cuyo carácter está así señalado con cada uno de los actos que pueden definir a un tirano, no es digno de ser el gobernante de un pueblo libre.

Tampoco hemos dejado de dirigirnos a nuestros hermanos británicos. Los hemos prevenido de tiempo en tiempo de las tentativas de su poder legislativo para englobarnos en una jurisdicción injustificable. Les hemos recordado las circunstancias de nuestra emigración y radicación aquí. Hemos apelado a su innato sentido de justicia y magnanimidad, y los hemos conjurado, por los vínculos de nuestro parentesco, a repudiar esas usurpaciones, las cuales interrumpirían inevitablemente nuestras relaciones y correspondencia. También ellos han sido sordos a la voz de la justicia y de la cosanguinidad. Debemos, pues, convenir en la necesidad que establece nuestra separación y considerarlos como consideramos a las demás colectividades humanas: enemigos en la guerra y amigos en la paz.

Por lo tanto, los Representantes de los Estados Unidos de América, convocados en Congreso General, apelando al Juez Supremo del mundo por la rectitud de nuestras intenciones, en nombre y por la autoridad del buen pueblo de estas Colonias, solemnemente hacemos público y declaramos: Que estas Colonias Unidas son, y deben serlo por derecho, Estados Libres e Independientes; que quedan libres de toda lealtad a la Corona Británica, y que toda vinculación política entre ellas y el Estado de la Gran Bretaña queda y debe quedar totalmente disuelta; y que, como Estados Libres o Independientes tienen pleno poder para hacer la guerra, concertar la paz, concertar alianzas, establecer el comercio y efectuar los actos y providencias a que tienen derecho los Estados independientes.
Y en apoyo de esta Declaración, con absoluta confianza en la protección de la Divina Providencia, empeñamos nuestra vida, nuestra hacienda y nuestro sagrado honor". 


Lejos de cualquier parte, aislados en la inmensidad de la nada, sometidos a la amenaza constante de indígenas hostiles, en pugna permanente contra la hambruna y el desamparo. Éstos eran los alicientes que esperaban a los guardianes de las fronteras norteamericanas de España, destacados en cualquier Presidio remoto.

Punta de lanza de una colonización que debía salvar el obstáculo de desiertos y soledades, añadidos a la lejanía de una administración mastodóntica, las siluetas de adobe y encalados tapiales de Presidios y Misiones emergieron en los solitarios páramos de Norteamérica como faro de conquista y civilización. Al izado de la Cruz de Borgoña sobre los horizontes del suroeste, nada volvería a ser igual.


UN FORTÍN EN MEDIO DE LA NADA
Los Presidios de Nueva España (división administrativa del México colonial) eran fuertes cuya misión era salvaguardar el territorio y efectuar campañas contra los indios hostiles que resistían la colonización o vivían del pillaje a los colonos. Su origen se remonta a finales del siglo XVI, cuando se dictaminó la construcción de una línea de puestos fortificados llamados Presidios (del latín Presidium, fortín, fortaleza), al norte de la ciudad de México para contener las incursiones de los indios Chichimecas

Eran los puestos más avanzados de la colonización, donde terminaban los caminos y las poblaciones, y donde empezaba la tierra habitada por los indios bárbaros. Contaban con tierras y ganados de explotación en su entorno, por lo que frecuentemente dieron lugar a poblaciones. Al desarrollarse éstas y neutralizar las amenazas a su progreso, los Presidios se fueron trasladando cada vez más al norte. 

De un modo similar, las Misiones religiosas implantaron conjunta y paulatinamente el control sobre el territorio: roturando campos, estableciendo ranchos, deslindando caminos, convirtiendo almas... Un siglo y medio más tarde del inicio de su implantación, la línea de Presidios y Misiones se extendía por todo el suroeste de Estados Unidos, desde Texas hasta California.


Representación ideal del alzado de un Presidio español
Los Presidios de la frontera se construyeron de piedra o adobe, o una combinación de ambos, generalmente de forma cuadrada de aproximadamente 120 mts. por lado, con bastiones salientes o torres en al menos dos esquinas opuestas donde colocar cañones para proteger sus flancos. Además, en algunos Presidios se puede distinguir un túnel con una salida oculta hacia el abasto de agua, que utilizaban para el caso de estar asediados por los enemigos. En general no resultaron construcciones muy sofisticadas puesto que únicamente se utilizaban para guarnecerse de los ataques indios, quienes utilizando armas rudimentarias nunca pusieron en peligro la construcción. Dentro de los Presidios vivían los soldados y sus familias, sacerdotes, oficiales y los indios incorporados como guías, contando con viviendas, almacenes, herrería, capilla, etc. El sistema de Presidios estuvo guarnecido por los llamados Soldados Presidiales. Se nutría con militares de carrera llegados de España, con españoles y criollos que habían participado en la lucha contra los indios y con naturales del país.


Pintura alegórica del Presidio de Tubac, Arizona
La máxima autoridad en el Presidio correspondía al Capitán, que sería español o de alguna otra nacionalidad europea aliada de la Corona, como irlandeses, valones, italianos... Además extendía su responsabilidad más allá de la tropa acuartelada, encargándose de pacificar el territorio, establecer alianzas con las distintas tribus, promover el asentamiento estable de éstas y, junto con los misioneros, convertirlos a la religión católica. Por eso era habitual encontrar en el mismo emplazamiento un Presidio y una Misión, o de otra manera, Soldados Presidiales destacados en pequeñas dotaciones en alguna Misión alejada para facilitar su defensa. 

Una vez el territorio se encontraba pacificado y los indios sometidos, la Capitanía del Presidio se esforzaba en dar protección a los colonos y seguridad a las comunicaciones. Para tal fin existían Compañías Volantes de soldados que recorrían constantemente los caminos y conectaban las poblaciones, Misiones, minas, rancherías y presidios, al tiempo que intercambiaban noticias entre las estancias.

Cada Presidio tenía una guarnición de entre 20 y 100 soldados, comunmente 50 y algunos exploradores indígenas, pero era raro encontrar a toda una compañía completa en el fuerte. Los efectivos de cada compañía se dispersaban en pequeños destacamentos cubriendo un sinfín de tareas. Además de la guarnición del Presidio, los Soldados Presidiales también se ocuparon de explorar el territorio, ayudar a establecer nuevas Misiones hasta con su construcción, guarnecerlas y escoltarlas ante las incursiones de los indios hostiles, proteger las caravanas de suministros, llevar el correo y los despachos oficiales, y realizar en general cualquier otra función que les fuese asignada por su Capitán o el Gobieno Provincial. En respuesta a la inspección oficial de un Presidio sobre las órdenes y misiones encomendadas a la tropa, un soldado respondió: "Tengo tantos deberes como si el diablo hubiese vencido a los ángeles!"...


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